Políticas de Babel

La dignidad de Venezuela

José Manuel Estévez-Saá

José Manuel Estévez-Saá

NICOLÁS MADURO HA ALARGADO durante toda esta semana las celebraciones y los foros de propaganda destinados a conmemorar el Día de la Dignidad Nacional. La efeméride refiere al intento de golpe de Estado liderado por Hugo Chávez el 4 de febrero de 1992. El entonces teniente coronel Chávez, rodeado de un grupo de militares descontentos, trataron de derrocar al presidente Carlos Andrés Pérez. El motivo era el desasosiego por la corrupción y las desigualdades que estaban generando las políticas del presidente. Esta asonada fallida, contribuyó, sin embargo, a ensalzar a Hugo Chávez, y a que él mismo adquiriese fama, se ganase la confianza de la ciudadanía, y se presentase ante el pueblo como el líder que quiso cambiar el futuro de Venezuela, pero que, al no conseguirlo por la fuerza, no dudó en salir por televisión para pedirle a sus seguidores que depusiesen las armas.

Resulta paradójico que hoy, 32 años después, quien quiso ser el símbolo de la ‘resistencia’ contra el ‘establishment’, se haya convertido en el azote de quienes ‘se resisten’ a someterse a un régimen despótico y opresor con el que, desde la llegada al poder de Chávez el 2 de febrero de 1999, la democracia y las libertades han desaparecido. Celebra el chavismo estos días, por tanto, los dos momentos clave en el inicio de la degradación de un país hoy arruinado, pero que antes de la irrupción del político y militar venezolano era la cuarta economía de América Latina. Un país boyante, con capacidad y recursos para liderar el crecimiento al otro lado del Atlántico. Una nación hermana rica y fructífera, cuya preeminencia se fue apagando primero con Chávez, y después con su discípulo Maduro, el llamado “hijo de Chávez”.

Hablamos de dos efemérides que celebra el régimen de Nicolás Maduro y lamenta la sociedad venezolana. Tras 32 años del intento de golpe de Estado, y 25 años de la llegada al poder del chavismo, hoy sabemos que Chávez y Maduro le han robado a Venezuela esa “dignidad” que ahora pretenden reivindicar. Han inundado de corrupción un país hoy sumido en el narcotráfico; donde se ha pasado de la riqueza a la pobreza, de un salario mínimo de 350 dólares hace más de dos décadas, a poco más de 3 dólares en la actualidad. El PIB ha caído un 66%, el índice de corrupción ocupa el podio mundial, y el estado de Derecho ha desaparecido, con el poder legislativo y el judicial al servicio del Ejecutivo chavista. De ahí la pretendida inhabilitación de la aclamada opositora María Corina Machado; un atraco que el Parlamento Europeo y el Congreso de EE.UU. han reprobado. Con ocho millones de venezolanos forzados a abandonar el país, la prensa atemorizada, y los presos políticos en aumento, es lógico que ya se hable de un inminente enfrentamiento civil si las elecciones presidenciales no se convocan y celebran de manera democrática y transparente.