Opinión | Argentina

Su mejor socio inversor: los argentinos con capital en el exterior

Milei, para conseguir sus radicales cambios deberá apoyarse, necesariamente, en alianzas con partidos a los que propuso eliminar. En cuanto a sus pactos exteriores puede decirse lo mismo: para subsistir, sus acuerdos deberán ser necesariamente variados, por ejemplo, con Brasil –a pesar de que su amigo Bolsonaro no gobierna–, país con el que Argentina mantiene importantes relaciones comerciales desde siempre. Los líderes políticos que más se han aproximado a él hasta el momento son Bukele, Bolsonaro y Trump; Abascal asistió a su toma de posesión.

Sin embargo, mis amigos, empresario y profesor universitario, creen que el mejor socio inversor para Argentina serían los propios argentinos que mantienen recursos financieros en el exterior, si Milei es capaz de generar la confianza necesaria para que repatrien al menos una parte del casi medio billón de dólares que sacaron del país. Comparemos esta cifra con el PIB del año 2022, en torno a los 620.000 millones de dólares, y con la deuda pública, 500.000 millones de dólares al final del mismo año. ¡Sorprendente respuesta!

Como resumen del diagnóstico me ofrecen unas sencillas cifras que a algunos podrán parecerles populistas, pero que son muy reales: 8,5 millones de argentinos pagan impuestos y 20,5 millones viven a costa del presupuesto del Estado, bien como funcionarios, pensionistas, parados, subsidiados o subvencionados.

Otro dato significativo es la pérdida de peso del PIB de Argentina en el PIB mundial en el período 1980-2020: del 1,3 % al 0,75 %.

Para conseguir detener la inflación propone la supresión de la facultad de emisión de pesos por parte del Banco Central de Argentina y tomar como moneda de referencia el dólar. Con esta medida se evitaría la tentación de recurrir a la emisión de dinero para mantener el régimen subsidiado actual, generador de déficit sistemático; se contendría la inflación y alcanzaría una cierta estabilidad, a costa, eso sí, de depender de la política económica de EE.UU.

Mis interlocutores creen que esta propuesta será difícil de cumplir y que si Milei la mantiene es para utilizarla como una amenaza contra los que se oponen sistemáticamente a sus medidas. 

La pobreza sólo podrá combatirse con un elevado grado de desarrollo económico, cuyos resultados sólo serán visibles a largo plazo, pues la alta tasa de inflación, el impuesto de los pobres, castiga con mayor dureza a las clases bajas.

Las medidas contra la inflación se han basado en frenar la emisión de dinero, eliminación de subsidios y otras formas de gasto y aumento de impuestos sobre servicios como el transporte, la luz y el gas. Con ello, afirman mis interlocutores, se aprecia una mejora del déficit presupuestario y ha logrado atenuar la inflación, al tiempo que el aumento de tarifas indicado –en el caso del consumo de energía de una familia el recibo puede haberse multiplicado por cuatro– castiga duramente a las clases medias y bajas.

Ha suprimido algunos de los numerosos chiringuitos políticos –usan esta denominación– creados por gobiernos anteriores para agradecer actitudes y favores. Uno de esos chiringuitos resulta sorprendente. La matriculación de vehículos funciona en régimen de concesión a empresas privadas –en torno a 1.300 en todo el país. El impuesto del 8 % sobre el valor del vehículo, que recaudan estos concesionarios, se distribuye en la proporción de un 60 % para ellos y el 40 % para el Estado.

La mayor oposición la está encontrando en los sindicatos y en los grupos de presión que ven peligrar sus intereses, fundamentalmente los dirigentes sociales y gremiales que actúan como intermediarios entre el Estado y los ciudadanos en la gestión de los subsidios: ellos son los principales organizadores de las movilizaciones de protesta. 

Los partidos de la oposición “están confundidos y en disolución” ante el empuje de Milei y el protagonismo de los movimientos de protesta gremiales y sindicales. En el Congreso, la distribución de escaños es la siguiente: los peronistas de Unión por la Patria-Frente de Todos, 107 diputados; el partido de Milei, 37; Juntos por el Cambio, de Macri, 93 diputados, sobre un total de 257 escaños.  

Hace unos días hubo un intento de rebelión de tres gobernadores, que amenazaron con el corte del suministro de energía, pero ni podían ejecutarlo ni han mantenido el reto. 

Les pregunto si se atreverían a expresar una opinión sobre el nivel de esperanza de los argentinos en cuanto a que Milei pudiera cumplir sus objetivos de cambio. Su respuesta fue clara. Habrá que esperar hasta el mes de junio; si el sistema va capeando el temporal con la aplicación de algunas de las medidas anunciadas, la cosecha de cereales en los meses de abril y mayo, la gran riqueza exportadora de Argentina, podría paliar la situación –aunque la sequía de la temporada podría disminuir el volumen de producción– y continuar con las reformas. Las exportaciones de granos tienen un gravamen del 30 %, que ingresa íntegramente en las arcas del Estado; con el petróleo sucede algo parecido, aunque el % es inferior y una gran parte de su recaudación queda en manos de las provincias productoras. 

Situación caótica, claro propósito de cambios radicales, pero… una cosa es predicar y otra dar trigo. ¿Le ocurrirá a Milei y su partido lo que le sucedió a Iglesias y Podemos? 

Argentina merece unos dirigentes que sean capaces de rentabilizar las enormes riquezas naturales del país.