Opinión | Con sentido común

Negociar la independencia

Se van colmando las aspiraciones independentistas, pero su voracidad es insaciable. Puigdemont y los suyos siguen insistiendo: “Ahora toca el derecho de autodeterminación”. 

Nunca he querido opinar sobre el supuesto derecho de autodeterminación, porque supondría aceptar unos hechos que, racionalmente, no puedo admitir, ni siquiera como mera hipótesis. 

Pero hoy lo veo probable –“Suceso sobre el que hay buenas razones para pensar que sucederá”-, pues Sánchez carece de principios y, por ello, anda escaso de escrúpulos.

Los que dicen “eso es cosa de políticos”, “que se vayan de una vez”, los que no votan… pero se quejan y los que votamos, debemos reflexionar sin frivolidad sobre las consecuencias: la Constitución sería pisoteada, finalizaría el régimen surgido de la Transición y se iniciaría un período de inestabilidad. 

La forma de ejercerlo – recordemos los referéndums ilegales de los años 2014 y 2017- consistiría en estirar el Estatuto de Cataluña y la Constitución hasta límites fantásticos, para que el referéndum, o la consulta, tuviera un disfraz de legalidad, no vinculante, de pregunta inocente para dar al pueblo catalán la oportunidad de ejercer pacíficamente el derecho a expresar su opinión. 

¿Cuál sería la pregunta? Asunto básico a concretar: “¿Estaría en contra de que Cataluña fuera un país independiente?”, “¿Aceptaría que Cataluña sea una república soberana asociada al Reino de España?”, …

¿Qué sucedería si ganara el NO? ¿Continuarían con las exigencias económicas y políticas?, ¿renunciarían a la declaración unilateral de independencia?

Si ganara el SÍ: ¿Hemos reflexionado sobre el contenido de la negociación? A otro nivel, tenemos el ejemplo del Brexit para hacernos una idea de su complejidad y del despiadado juego de intereses. 

¿Se distribuiría la deuda pública del Estado entre España y la república catalana? ¿En qué proporción? 

España continuaría siendo miembro de la UE y Cataluña quedaría fuera; ¿o pretendería acogerse a la fórmula de estado asociado a España para intentar conservar las ventajas de la UE?

¿Qué tipo de relaciones comerciales y financieras pretendería tener Cataluña con España? ¿Sería admitida la república catalana en instituciones internacionales como la ONU, FMI, OCDE, Banco Mundial, UE, etc.?, ¿qué países reconocerían al nuevo Estado?

Sistema judicial propio, Constitución propia, seguridad social propia, régimen sanitario propio, sistema de pensiones propio, …, pero ¿exigiría aportaciones de España para el pago de las pensiones en vigor?, ¿qué sucedería con el déficit acumulado del sistema de pensiones?,…

Podríamos ampliar la lista de cuestiones a negociar, entre otras, a las infraestructuras existentes o en proceso de construcción, bienes culturales, bienes en el extranjero, fondos europeos pendientes de entrega, situación de los funcionarios públicos y empleados de empresas privadas, etc.  

Ahora está más cerca, porque Sánchez dice, una vez más, que no cabe en la Constitución: este es el peligro. ...