Desfile

Los carnavales tradicionales arrasan

Una caravana de 480 personas llena de color, tradición, música, humor y ambiente altisonante el casco histórico de Santiago exhibiendo el poderío de los seis entroidos declarados Fiesta de Interés Turístico de Galicia (Vilaboa, Laza, Verín, Viana do Bolo, Xinzo de Limia y Xenerais da Ulla) y otros nueve invitados 

“Hemos hecho el Camino Portugués y estamos muy sorprendidas porque no conocíamos estos carnavales; son una cosa increíble, con mucho colorido”, cuentan a EL CORREO Judith Espinosa y Fina Crespo, naturales de Elche, sonrientes al paso del desfile de los Carnavales Tradicionales de Galicia celebrado ayer en el casco histórico de Santiago con paso altisonante (hubo quien se tapó a ratos los oídos ante el poderío de los cencerros, metales y campanas).

Organizada por Turismo de Galicia, la exhibición tuvo 480 protagonistas para demostrar la valía de los seis carnavales declarados Fiesta de Interés Turístico de Galicia (Vilaboa, Laza, Verín, Viana do Bolo, Xinzo de Limia y Xenerais da Ulla) más nueve entroidos invitados: los Volantes de Chantada, Bonitas de Sande (Cartelle),, Vellaróns de Riós, Entroido de Samede (Paderne), Galos da Mezquita (A Merca), Follateiros (Lobios), Madamitos e Madamitas de Entrimo, los felos de Esgos y los Mudados de Ribadetea (Ponteareas).

Dos integrantes del grupo del carnaval de Vilaboa. / JESÚS PRIETO

Dos integrantes del grupo del carnaval de Vilaboa. / JESÚS PRIETO / XABIER SANMARTÍN

Marta Delgado González, del clan de Follateiras y Follateiros, subraya la labor del colectivo Mira Xurés a la hora de difundir su fiesta de mascaradas y dar eco a la Serra do Xurés (Ourense) “onde hai moitos valores naturais”, cuenta feliz “por dar presenza en Santiago o Entroido” de su zona. Y sonríe indicando que su grupo tiene relevo generacional “porque a xente nova apuntase sempre que poda facerse festa”, asegura.

Por delante de ella, los Peliqueiros del carnaval de Laza y los cigarróns de Verín, atronaban la Rúa Nova con sus carreras a izquierda y derecha, palos en ristre y fajas ornadas con ristras de cencerros, parando lo justo para beber agua y hacerse fotos y más fotos como las compartidas por Carlos Alvar (18 años) que igual atendía a este diario sin la preciada máscara que se la ponía raudo para una de tantas poses ante este o aquel teléfono móvil. “Creo que en Laza, Verín y Xinzo están los mejores carnavales de Galicia, por eso nos llaman El Triángulo Mágico del Entroido. Y venimos a este desfile porque está bien organizado y hace que la gente pueda conocer máscaras nuevas”, dice mientras saluda a un compañero que luce en su máscara un dibujo de la Catedral de Santiago tras una manada de lobos.

Parte de Xenerais da Ulla con Raxoi al fondo / JESÚS PRIETO

Parte de Xenerais da Ulla con Raxoi al fondo / JESÚS PRIETO / XABIER SANMARTÍN

Silvia González, parte del grupo a caballo de los Xenerais da Ulla, recalca la singularidad de su fiesta: “Es muy diferente a otros carnavales porque en el nuestro el protagonismo es para los animales”, asegura mientras detalla que los ocho caballos se portaron “muy bien” ayer.

Entre las mil notas de humor, sobresalió Carlos Rey, de Chantada, disfrazado de cura, repartiendo patatas fritas de bolsa a modo de comunión. Serio pero guasón reclama que en 2024, “aparte de agua” se dé a quienes desfilan la opción “de cerveza”. Respecto al público, es claro: “Damos a conocer una tradición que es ancestral y la gente encaja bien las bromas que hacemos”.

Componente del carnaval de Viana do Bolo en la Praza das Praterías. / JESÚS PRIETO

Componente del carnaval de Viana do Bolo en la Praza das Praterías. / JESÚS PRIETO / XABIER SANMARTÍN

Así, poco antes de la hora de comer, cual película de Berlanga o Kusturica, el Obradoiro hervía con intereses dispares pero convivientes: un centenar de personas en los arcos de Raxoi por una boda; cientos de visitantes, turistas y o personas peregrinas en el centro de la plaza (unas 50 tumbadas, la mayor parte descalzas entre montoneras de mochilas) y varios grupos de este carnavalesco desfile cerrando su aplaudido pasacalles a base de bailes, música, atuendo multicolor y alegría.

El latido de un pasado que se reivindicó en la capital gallega como escaparate turístico, dejando claro su orgullo presente y su trabajo común de cara al entroido futuro.