Un micromercado editorial, gallego y popular

En Galicia hay más de 40 empresas registradas en la Asociación Galega de Editoras

En los últimos años han surgido nuevos modelos de este negocio literario catalogados como indies y más personales

Venta de libros de Malafera al aire libre/cedida

Venta de libros de Malafera al aire libre/cedida / Adriana quesada

Adriana Quesada

La literatura es la gran aliada del recuerdo, una forma de hacer perdurar historias de todos los tiempos hasta el día de hoy y de ayudar a sus lectores a viajar por lugares que, realmente, nunca han pisado. Pero no es solo una fuente de entretenimiento y un billete hacia indistintas aventuras, sino que también es una forma de expresión personal por medio de la que muchos dejan entrever sus sentimientos y plasman sus ilusiones.

Para hablar de literatura, sobre todo literatura gallega, hay que tener en cuenta el idioma. Según decía Castelao, “unha lingua é máis que unha obra de arte...É matriz inagotable de obras de arte”. Y tal vez por este motivo, y como una forma de defender el gallego, en Galicia hay cada vez más iniciativas editoriales en nuestra lengua dirigidas, no solo a autores de renombre, sino a todos los nuevos artistas que se animan a dar sus primeros pasos en la literatura.

El 25 de junio de 1950, Ramón Otero Pedrayo fundaba en Santiago de Compostela la Editorial Galaxia. Con un modelo editorial clásico, a día de hoy cuentan con más de mil títulos íntegramente en gallego. Sin embargo, esta no es la única editorial que ha tenido como lugar de nacimiento la capital, sino que también hay que tener en cuenta otras como es Laiovento, que nació 40 años después.

Esta empresa apareció con el objetivo de abrir una nueva área editorial gallega y, además, dar un espacio a publicaciones teóricas y ensayísticas en el idioma. Aunque, realmente, tienen ediciones de todo tipo de escritos. Según señala Alfonso Ribas, coordinador editorial, en la actualidad el interés por publicar en esta lengua sigue siendo alto: “Mucha gente llega con el objetivo de que editemos una de sus obras. El interés por publicar libros no ha caído, sigue ahí, y nosotros nos aseguramos de escoger los trabajos con calidad”.

Esta editorial no solo tiene a mucha gente interesada en publicar con ella, sino que también dispone de un gran número de personas que trabajan para que salga adelante. Esto es totalmente distinto a lo que sucede en los nuevos modelos de negocio, catalogados como indies, en los que un grupo reducido de personas lleva a cabo toda la labor editorial de una forma más cercana tanto con el cliente como con el autor.

Es el caso de Malafera, nacida en Vigo, que es gestionada por tan solo dos personas: Branca Trigo y Alfredo Vázquez, quiénes escogen las obras, las maquetan, las editan y llevan a cabo todos los pasos sin tener un equipo de trabajo detrás. A diferencia de en otros negocios de este tipo, Branca Trigo explica que esa etiqueta de “indie” se debe a que “son totalmente independientes”. Además, en su forma de trabajar hay otro elemento a destacar: “Non adaptamos o texto a ningún formato, é todo o contrario. Por exemplo, se temos unha obra poética cuns versos moi longos o formato físico terá unhas páxinas máis anchas. Non nos gusta sacar libros que sexan todos iguais, o texto é o importante e o formato o que se adapta”.

En ambas editoriales reciben obras de gente joven interesada en publicar con ellos. Según Branca, “moitas veces os autores mandan a mesma obra a unha gran cantidade de editoriais para ver se son capaces de publicala nalgunha delas. Nós somos unha editorial principalmente de poesía, pero recibimos de todo”. Por otro lado, Alfonso Ribas asegura que reciben trabajos de personas de todas las edades, aunque “sí que se detecta un mayor interés por escribir poesía entre la gente joven”.

Pero estas editoriales no solo tienen en cuenta la poesía, sino que también han surgido iniciativas para comics e ilustración. El Día de las Letras Gallegas de 2022 nació Edicións Baixo Terra, quienes salieron a la superficie definiéndose como “un proxecto de autoedición no que unificar diversos traballos de banda deseñada”.

En este caso, a pesar de su interés por la ilustración, también están abiertos a recibir otro tipo de trabajos poéticos, narrativos e, incluso, fotográficos. Sin embargo, aunque cada una de estas iniciativas parezca tener sus características propias y nada en común con las otras, tienen una serie de trazos que comparten: el idioma y las nuevas formas de publicar.

Idioma

Rememorando esa cita de Castelao que aparece al principio, el idioma no es solo una forma de expresión sino también una herramienta artística. Alfonso Ribas señala que en Galicia hay una gran cantidad de editoriales gallegas, más de 40, registradas en la Asociación Galega de Editoras (AGE). A pesar de que esta editorial publica mayoritariamente en este idioma, señala que en esto no hay “ningún tipo de paternalismo, sino una simple búsqueda de la mayor calidad posible”.

Sin embargo, en Malafera tienen unos objetivos distintos en lo referido al uso de la lengua: “Temos presente unha conciencia lingüística, publicamos en galego e, en casos excepcionais, facemos edicións bilingües”. Aunque también refieren a una cuestión práctica ya que, al ser una microeditorial, son ellos mismos quienes se presentan presencialmente en los puntos de venta: “Hay librerías que son amables y ponen las obras en lugares visibles, pero a veces eso no pasa así que nos gusta hacerlo todo personalmente. Aun así, cada vez potenciamos más la venta online”.

En Edicións Baixo Terra también publican “íntegramente en galego, independentemente da norma empregada”. Sin embargo, también tienen una opción para aquellos que no se sienten del todo abrazados por el idioma, y es que se ofrecen a ayudar con el texto a todos los que se sienten inseguros en gallego para no dejar así a nadie fuera del proyecto.

Fanzines

Hay libros, historias, grupos de música y casi cualquier elemento que pueda tener un fenómeno fan detrás del que se puede hacer un fanzine. Este nombre, en sus inicios, se refería a publicaciones caseras hechas sobre un concepto del que el autor era seguidor. En la actualidad, han pasado a ser un verdadero fenómeno editorial que, según Branca, “a única diferencia que ten cun libro como o entendemos é que non dispón de ISBN”.

La popularización de esta forma de publicar, no es algo exclusivo de las editoriales indies, sino que también está siendo adoptada por otras. En la actualidad, Laiovento está trabajando en su primer proyecto fanzine llevado a cabo por Moncho Mariño. Por otro lado, tanto Malafera como Edicións Baixo Terra tienen varios ejemplos de este tipo de publicaciones en sus catálogos.

“Facémolas tanto individuais como colectivas”, explica Branca Trigo. Y es que estos no son solo proyectos que pueda llevar a cabo un autor por sí mismo, sino que muchas veces se escoge un tema para que los seguidores de la editorial puedan escribir pequeños textos que enviar y conformar, entre los seleccionados, una pequeña publicación con no solo distintos puntos de vista, sino también distintas formas de hacer arte: un mismo fanzine puede contener poesía, relato, ilustración y cualquier cosa que el usuario se pueda imaginar.

Y es que la literatura ya no son solo textos y letras, las formas de contar historias evolucionan y se adaptan al papel para contentar a esos lectores y lectoras hambrientos de historias. Esa defensa del idioma que llevaban a cabo una serie de personas, definidas como ilustres, que publicaban sus libros a la espera de la aceptación del público es algo que ha ido quedando de lado. El arte y la defensa de la identidad se va haciendo, poco a poco, algo popular y en lo que cada persona puede aportar su pequeño grano de arena.