Comer por ansiedad o aburrimiento es lo que arruina tu dieta saludable

Para el ser humano la comida no es solo un alimento, pues está estrechamente ligada a nuestras emociones

El origen del hambre emocional está en la infancia, cuando nos enseñan que el dulce es el premio por un buen comportamiento

Debuxo que representa a unha muller dándose un atracón de comida

Debuxo que representa a unha muller dándose un atracón de comida / Miguel R. Taboada

Comemos cuando estamos alegres para celebrar una buena noticia, pero también comemos cuando estamos tristes para consolarnos después de un mal día... Si nos paramos a pensar, para el ser humano la comida no es solo un alimento con el que calmar el hambre, sino que está estrechamente ligada a nuestras emociones. Vemos en cada bocado un premio o una forma de obtener consuelo, y eso tiene mucho que ver con lo que hemos aprendido de pequeños.

“Si en casa nos han enseñado a utilizar la comida como una manera de calmar nuestras emociones o como premio, será más probable que de adultos la usemos de la misma manera”, explica Alejandra Sierra, psicóloga sanitaria especializada en el tratamiento de la ansiedad.

También la dietista nutricionista Almudena Seijido apunta a la infancia como el momento clave para evitar esta hambre emocional. “Relacionamos la comida con recompensa y placer, y es algo que se nos enseña desde pequeños. Les decimos que si se comen el plato de brócoli, les daremos chocolate de postre... Con esto les estamos enseñando que si hacen las cosas bien tendrán como recompensa un dulce, cuando el premio debería ser ir al parque o al cine, por ejemplo. Es decir, algo no relacionado con la alimentación”.

Es por ello que Alejandra recalca que el papel de los padres es vital para evitar estos problemas en la adultez. “Es recomendable conocer qué es una alimentación saludable y fomentarla de forma natural en el día a día, sin utilizar la comida como premio o castigo. Naturalizar una alimentación balanceada sin generar aversión (o deseo) de determinados alimentos es recomendable a la hora de establecer una buena relación con la comida y como forma de prevenir los diferentes trastornos de la conducta alimentaria”.

"Es recomendable conocer qué́ es una alimentación saludable y fomentarla de forma natural en el día a día, sin utilizar la comida como premio o castigo"

Alejandra Sierra

— Psicóloga especializada en el tratamiento de la ansiedad

Hambre emocional vs real

La nutricionista Almudena Seijido es tajante: “si tienes hambre real, pasará media hora desde que la sientes y la seguirás teniendo. Además puedes ir a la nevera y coger una pieza de fruta y te va a valer. Cuando es emocional, si te distraes haciendo otra cosa se te olvida, y si vas a la nevera no vas a escoger precisamente una fruta, optarás por algo que te dé más placer, es decir, por un dulce o por un alimento que consideres prohibido”.

Y es que cuando comemos guiados por nuestras emociones, los alimentos saludables nunca son el objetivo. “El hambre emocional aparece por múltiples motivos. Puede estar asociada al estrés y a la ansiedad y por ello elegimos generalmente alimentos ricos en azúcares porque pueden llegar a tener un efecto calmante en el cerebro. Activan, directamente, nuestro sistema de refuerzo más primario”, explica la psicóloga.

Una joven muestra un dulce

Una joven muestra un dulce / PEXELS

Aparece también, como se dijo, por motivos educacionales, pero además es importante señalar el papel del marketing. “El packaging de algunos productos ultraprocesados dirigidos a la población infantil suele ser de colores atrayentes, con dibujos de personajes sonriendo y traen juegos de regalo. Además, los anuncios de este tipo de alimentos suelen tener también un mensaje emocional asociado al placer o la felicidad”, indica Alejandra Sierra.

Ansiedad por las noches

Una buena parte de la población se deja llevar por el hambre emocional cuando llega la hora de la cena. Tras una larga jornada laboral y con los niños en la cama, es el momento de relajarnos, y de nuevo nos consolamos con los alimentos, y no precisamente con fruta y verdura. “Gestionamos con la comida emociones no deseadas como el estrés, la ansiedad o el aburrimiento. Y suele darse una ingesta de alimentos, generalmente ultrapalatables, en una cantidad mayor a la deseada por la persona”, explica la psicóloga.

Una pareja come palomitas viendo la tele

Una pareja come palomitas viendo la tele / PEXELS

Por su parte la nutricionista añade que muchas veces estos atracones nocturnos son debidos a que comemos muy poco durante el día. “Queremos controlar mucho la alimentación a lo largo del día, y luego claro, llega la noche y comemos de todo porque realmente tenemos hambre. Mucha gente dice que le entra la ansiedad de noche, pero no es eso, la realidad es que tienen hambre por haber limitado tanto las ingestas”, señala.

“Queremos controlar mucho la alimentación a lo largo del día, y luego claro, llega la noche y comemos de todo porque realmente tenemos hambre"

Almudena Seijido

— Dietista nutricionista

Un tip que indica la nutricionista para evitar comer tantos dulces de noche es “comprar onzas de chocolate envasadas de forma individual y no una tableta porque siempre tenemos la excusa de que como rompió mal hay que igualarla”. Y es que si eres de los que suele optar por el dulce para calmar las emociones, debes saber que estos alimentos generan endorfinas y estimulan la dopamina, la hormona de la felicidad. “Pero el momento de placer dura poco y el cuerpo absorbe muy rápido el dulce por lo que vuelve a bajar el azúcar en sangre y necesitaremos comer de nuevo”, indica.

Comer por aburrimiento

Comer por aburrimiento también es muy habitual, al igual que hacerlo por estrés y ansiedad, sobre todo en los fines de semana cuando estamos tirados en el sofá. “La forma de evitar esto es buscar actividades que nos distraigan, tener a mano comida saludable e intentar tener en la despensa la mínima comida basura posible porque si no la tienes es más difícil que te la comas”, considera la nutricionista.

Cuando se recurre de forma frecuente a los alimentos para gestionar nuestras emociones ambas expertas recomiendan acudir tanto a un psicólogo como a un nutricionista. “Ambos trabajarán en equipo para que puedas aprender a gestionar tus emociones con otras herramientas diferentes a la comida y, también, mejorar tu relación con la misma”, apunta la psicóloga.