Opinión | Notas de actualidad

Hacia el Xacobeo 2027

NO ES cuestión menor que el Parlamento de Galicia, por unanimidad, apoye la solicitud al Gobierno de España para que se declare al Xacobeo 2027 como acontecimiento de interés excepcional y con efectos desde el año 2025. Tal concesión, que tiene precedentes en otras convocatorias jacobeas anteriores, conlleva la posibilidad de generar la colaboración público-privada en objetivos de interés para ambas partes. 

Hay por delante, pues, un camino a recorrer que debe de estar bien secuenciado para que, llegado el año 2027, nos encontremos con una Galicia más fuerte y capaz, aprovechando todo aquello que cabe programar, al respecto, para los años 2025-2027 en la búsqueda de la consecución de tal fin. Planificar adecuadamente en este año 2024 resulta, por lo tanto, imprescindible.

La cuestión no es, en una coyuntura como la prevista, que se administren bien los recursos públicos, algo que cabe esperar, sino que se incentive, al tiempo, el compromiso del sector privado quien debe de visualizar, en una abierta relación con las administraciones públicas, esas posibilidades de colaboración – a ser posible sostenidas en varias anualidades- en materias de muy diversa índole. No son ajenas, por ejemplo, las cuestiones relativas a una buena planificación en la mejora del medioambiente y al estado de conservación, y mantenimiento, de distintos tipos de infraestructuras, incluidos los caminos propiamente dichos. Y no solo los reconocidos como jacobeos sino también otros que contribuyan al conocimiento y disfrute de nuestro territorio. 

No se trata, únicamente, de recibir a los peregrinos, y a los turistas, en el Xacobeo 2027. Galicia lleva ya muchos años disfrutando de los beneficios resultantes de los anteriormente celebrados y se puede decir que, en este orden de cosas, se parte de unas condiciones suficientes aunque, claro está, mejorables.

Dos de los temas que debieran de ser relevantes tienen que ver con el cuidado de nuestro medio natural y, en otro orden de cosas, con llevar a cabo una inteligente apuesta por la mejora de nuestro patrimonio cultural - particularmente del que tenga una mayor relevancia histórica y artística-. Hay, por ejemplo, una gran cantidad de bienes que precisan una restauración urgente; hay, también, otros en los que con una inversión reducida se podrían poner en valor, a la altura de lo que el momento actual aconseja. También los hay que tienen un gran interés artístico e histórico, hoy olvidados, que podrían engrandecer el repertorio de excelencias de nuestro acerbo cultural si se hiciesen, en ellos, mínimas inversiones, pero sumamente efectivas. Y todo ello planificándolo en colaboración las distintas administraciones – autonómica, local y, en su caso, estatal-, siempre abiertos y propiciando, como decía, la implicación de lo privado en su desarrollo.