Escaladores en las Torres de Catoira y pintadas en el faro de Corrubedo: SOS por el patrimonio

Apatrigal pide medidas para que no se repita el maltrato a la milenaria construcción en la Romería Vikinga

El colectivo gallego alza la voz junto a otros veinte en toda España exigiendo políticas de protección efectivas

Pintadas en el faro ribeirense de Corrubedo

Pintadas en el faro ribeirense de Corrubedo / apatrigal

Las Torres del Oeste de Catoira vigilan aún hoy majestuosamente la entrada desde la ría de Arousa al río Ulla más de mil años después de las incursiones de los vikingos, que atacaban Galicia para saquear el oro de Jakobsland, como denominaban a Santiago.

Las ruinas de esta pieza defensiva volverán a ser el primer domingo de agosto el escenario de la recreación del desembarco de los guerreros nórdicos. La fiesta, de Interés Turístico Internacional, atraerá como cada año a más de 50.000 personas. Y, de nuevo, si nadie lo evita, volverá a producirse una bochornosa estampa: la de numerosas personas escalando por las Torres en busca del asiento con mejores vistas.

Pintadas en el muro de la iglesia de Santa Columba de Rianxo / apatrigal

Pintadas en el muro de la iglesia de Santa Columba de Rianxo / APATRIGAL

Un maltrato al patrimonio del que, curiosamente, quedó constancia en una fotografía publicada en la página web de Turismo Rías Baixas y del que la Asociación para a Defensa do Patrimonio Cultural Galego alertará al Concello de Catoira y a la Administración autonómica para que esta vez se evite.

Pero el colectivo denuncia otros importantes ataques al patrimonio en el Área de Santiago. Recientemente aparecieron pintadas en el faro de Corrubedo (Ribeira) y en los muros de la iglesia de Santa Columna (Rianxo), y Apatrigal investiga también el origen de unas marcas en forma de pez en una de las piedras del dolmen ribeirense de Axeitos, aunque no se descarta que se trate de un antiguo símbolo religioso relacionado con la cristianización.

Pintadas en muro de la iglesia de Santa Columba de Rianxo.

Pintadas en muro de la iglesia de Santa Columba de Rianxo / Apatrigal

El maltrato al patrimonio tuvo otros ejemplos recientemente en Galicia. Los más sangrantes fueron las pintadas en las paredes de la Catedral de Santiago o la escalada que protagonizaron varias personas en la cambadesa Torre de San Sadurniño (siglo XVI).

Para poner coto a este tipo de ataques y proteger el patrimonio cultural, los 21 colectivos de España que forman la Unión de Asociaciones para la Defensa y Promoción del Patrimonio Cultural y Natural (entre ellos el de Galicia, Apatrigal), han formulado una serie de demandas para la salvaguarda del patrimonio a diferentes formaciones políticas, entre las que se encuentran PP, PSOE, Sumar, VOX y BNG. Lo que se conoce, se protege; lo que se protege, se difunde; lo que se difunde, se conoce, es el lema de la circular con la que les instan a movilizarse con contundencia en defensa del patrimonio.

Consideran fundamental el “cumplimiento y respeto a la legislación vigente”, puesto que las administraciones “siempre utilizan el silencio administrativo como instrumento de ninguneo ante las denuncias ciudadanas y de asociaciones”. Además, subrayan que “la implicación ciudadana es vital”, debiendo articularse a través de “la participación de las asociaciones de patrimonio, con voz y con voto, en las comisiones u órganos similares que valoren las intervenciones en el patrimonio en cada uno de los territorios”. La Unión ve necesario también potenciar “la educación patrimonial como un elemento básico para la formación de la ciudadanía”, puesto que si se conciencia “de la importancia de su herencia cultural será una ciudadanía activa en su protección y promoción”.

En palabras de José Manuel Baena, su presidente, “el futuro Gobierno debería considerar que la protección y promoción del patrimonio debe ser un eje en las políticas de Estado, aprovechando su capacidad para convertirse en vector de identidad e integración social y motor económico”. Resulta urgente, añade, “un plan de Estado para salvar el patrimonio en peligro” y “la coordinación en las actuaciones”.

“Es un cóctel explosivo que se nos puede ir de las manos”

En referencia a los cada vez más frecuentes ataques al patrimonio cultural, el presidente de la Asociación para a Defensa do Patrimonio Cultural Galego, el arquitecto rianxeiro Carlos Henrique Fernández-Coto, considera que “gran parte de la sociedad actual carece de valores como la educación, el esfuerzo o el sacrificio. Vivimos en las redes sociales, y nuestros hijos e hijas se están educando sin ningún apego ni vinculación con el entorno, también sin autoridad y sin respeto”.

En su opinión, “esto hace que, cada vez más, aparezcan agresiones al patrimonio cultural y a todo lo público. Si a eso unimos la masificación turística, la promoción de un turismo de alpargata, sin el más mínimo conocimiento de los valores culturales, y la ausencia de autoridades que velen por el cumplimiento de las normas básicas, tenemos un cóctel explosivo que, de no atajarlo a tiempo, se nos va a ir de las manos”.

Respecto a las consecuencias de la vandalización y el maltrato al patrimonio, Fernández Coto señala que “cambiar una papelera o un banco vandalizados nos cuesta entre 200 y 1.000 euros, que pagamos con nuestros impuestos. Pero cambiar partes de un monumento, no es posible”.