Cómo ser deportista de élite y madre sin morir en el intento

Teresa Portela concilia su vida familiar, trabajo y estudios mientras busca sus séptimos Juegos

La pequeña Naira con sus  padres, la piragüista Teresa  Portela y David Mascato

La pequeña Naira con sus padres, la piragüista Teresa Portela y David Mascato / ECG

La kayakista guipuzcoana Maialen Chourraut fue madre y después se proclamó campeona olímpica en slalom K-1 en los Juegos de Río. La regatista sevillana Marina Alabau alumbró a Marta y después conseguía el subcampeonato del mundo quedando a las puertas de la medalla en Río. La atleta madrileña Nuria Fernández tuvo a su hija en 2008 y dos años más tarde se coronó campeona de Europa de 1.500 metros en Barcelona. Más llamativo es el caso de la pareja de voley playa formada por la alicantina Liliana Fernández y Elsa Baquerizo, que tras los Juegos de Río rompieron el dúo para que la primera de ellas fuera madre recuperando la unión más tarde para ganar el bronce continental en 2019 y la clasificación para disputar los Juegos de Tokio. La catalana Gemma Mengual, gran referente de la natación sincronizada, volvió a la competición ya con dos hijos participando incluso en las Olimpiadas de Río. Otro caso destacable es el de la atleta británica Paula Radcliffe que dio a luz en enero de 2007 y en noviembre ganó el maratón de Nueva York. En el mundo del tenis la belga Kim Clijsters y la americana Lindsay Davenport volvieron a triunfar después de tener hijos mientras que Serena Williams y la biolerrusa Viktoria Azarenka regresaron a la competición y aunque lograron importantes resultados no igualaron su nivel de juego anterior.

En Galicia también podemos presumir de contar con deportistas de élite que buscan tirar las barreras de la conciliación.

La piragüista Teresa Portela (Cangas, 1982) es todo un ejemplo de superación. El 28 de marzo de 2014 dio a luz a su hija Naira fruto de unión con el también piragüista exolímpico David Mascato. Estuvo un mes parada y ya se metió en la dinámica de los entrenamientos para recuperar el estado de forma cuanto antes y en mayo de 2015 fue sexta en el Europeo y en agosto bronce en el Mundial.

Ahora, con 40 años, y después de ser la mujer española con más presencias olímpicas –un total de seis– busca sus séptimos Juegos. Su palmarés es invidiable. Puede presumir de 16 medallas en mundiales, 17 en Europeos y una plata y cinco diplomas olímpicos, algunas de ellas siendo ya madre.

Siempre supo buscar un hueco entre entrenamientos y competiciones para cursar el grado de Fisoterapia, la diplomatura de Magisterio y últimamente el grado de Nutrición Humana y Dietética al tiempo que atiende el centro de fisioterapia que dirige junto con su marido en O Grove, en donde viven.

En una reflexión muy lógica Teresa Portela reconoce que ser deportista de elite requiere de las 24 horas del día. Desde que se levanta debe entrenarse, comer a horas adecuadas con una alimentación estricta, descansar y hasta concentrarse en lo que es su trabajo, además de conducir cada día entre 80 y 160 kilómetros desde O Grove al embalse de Verducido en donde entrena. Pero al mismo tiempo la laureada piragüista reconoce que ser madre también requiere de las 24 horas del día. El secreto está en conciliar las dos labores, que no es nada sencillo.

Teresa Portela está orgullosa de haber podido “mostrar que la mujer si decide ser madre puede seguir con un carrera profesional. Es difícil pero posible. Pero no me considero excepcional. Estoy segura de que muchas mujeres tienen éxito en su trabajo y lo compaginan con la maternidad. Es duro compatibilizar. Con mucho trabajo se pueden llevar las dos cosa, pero queda mucho por hacer en conciliación, y no solo en el deporte”.

Cuando decidió ser madre “no sabía realmente si podría volver a competir al máximo nivel, y es algo que me producia incertidumbre porque realmente no quería renunciar ni a la maternidad ni al trabajo. Te imaginas embarazada, cogiendo kilos, con once kilos o más encima, y parece mentira que vuelvas a ser la de antes. No sabía cuanto músculo perdería o si sería capaz mentalmente de afrontar este reto cuando tuviera a mi hija en brazos”. Pero es que el deporte de élite no perdona. Un mal año supone la pérdida de ingresos y por ello Teresa Portela buscó la seguridad que le daban cursar dos carreras universitarias. Era su manera de asegurarse el futuro en previsión de que su regreso a la competición no fuera lo exitoso que deseaba.

Pero antes lucharía por su objetivo. Siguió entrenando hasta un mes antes de dar a luz. Y eso no se veía como algo natural. La sensación de la gente es que durante el embarazo se debe guardar reposo. Y es que ella lo tiene claro. “Si quieres puedes ser madre y continuar con la carrera deportiva”.

Está claro que ser madre y al mismo tiempo competir al más alto nivel requiere de un gran sacrificio y la ayuda de toda la familia, pero Teresa Portela no se arrepiente. Fue lo mejor que pudo hacer. Quería ser madre joven y quizá fue una de las mejores decisiones de su vida. “El embarazo, el parto y la vuelta a entrenar con una hija sin renunciar a nada me ha marcado a nivel personal y deportivo. Soy más fuerte. La recompensa a todo el sacrificio fue subirme a un podio y tener a mi hija en la pista”. Y eso no hay dinero ni medalla que lo pague. No tiene precio.