Un 20 por ciento de las refugiadas ucranianas llegadas a Galicia ya ha retornado a su país

La Asociación Gallega de Ayuda a Ucrania cifra en 2.800 el número de exiliadas que continúan en la comunidad y tiene en marcha un plan de inserción laboral para que puedan vivir aquí por su cuenta

Myroslava Tatarchuk con su hija y su marido en Ucrania

Myroslava Tatarchuk con su hija y su marido en Ucrania / cedida

No es sencillo llevar un conteo de las refugiadas ucranianas llegadas a Galicia –prácticamente la totalidad son mujeres con sus niños– a lo largo del último año y medio, desde el inicio de la invasión rusa de su país, que han decidido regresar a su tierra. Los motivos son diversos. Por un lado, no todas cancelan su permiso de residencia y, por otro, para algunas de ellas no se trata de un regreso definitivo. Sin embargo Masha Pavlenko, vicepresidenta de la Asociación Galega de Axuda a Ucrania (AGA), calcula que se trata del 20% de todas las mujeres que llegaron. “Quienes llegaron a Galicia fueron prácticamente el 100% mujeres con sus niños. En la gran mayoría de los casos el motivo de que regresen a su país es el reencuentro con sus familias. Algunas lograron mudarse dentro de Ucrania a una zona más segura y en otras tienen a sus padres mayores allí y tuvieron que volver para cuidar de ellos”, explica Pavlenko.

Este regreso a su tierra deja en 2.800 el número de ucranianos que todavía encuentran cobijo en la comunidad, según los registros de AGA. El reto al que se enfrenta la asociación en este momento es el de proporcionarles la oportunidad de lograr una mayor independencia a través de un empleo.

Un 20 por ciento de las refugiadas ucranianas llegadas a Galicia ya ha retornado a su país

Un 20 por ciento de las refugiadas ucranianas llegadas a Galicia ya ha retornado a su país / Mateo G. Triñanes

“Como no podíamos prestarles ninguna ayuda en el acceso a una vivienda, pusimos en marcha un programa de inserción laboral para ayudarles a tener cierta independencia y que, así, puedan vivir por su cuenta”, explica la vicepresidenta de AGA. Sin embargo, no es una tarea fácil. Y, según AGA, ni las instituciones locales ni las autonómicas están poniendo de su parte.

“Todo lo estamos moviendo en base a nuestro trabajo, contactando con las empresas que conocemos, o incluso algunas que nos contactan directamente a nosotros diciendo: tenemos esta oferta laboral. Nosotros tenemos una base de datos de los refugiados con sus currículums y les ponemos en contacto con las empresas”, explica Pavlenko.

Gracias a este programa, no son pocos los refugiados que ya han encontrado un empleo, ya sea indefinido o temporal, sobre todo en la ciudad de A Coruña, donde AGA fue fundada y ejerce gran parte de su actividad. No obstante, la labor de otorgarle una mayor independencia a estas personas no termina de completarse por un problema que también está sufriendo la población gallega que vive en un ámbito urbano y que no tiene vivienda propia.

La mayoría de las familias ucranianas viven en albergues o viviendas de gallegos que las acogen. Y es que alquilar un piso es tremendamente difícil sobre todo en ciudades como A Coruña, Santiago o Vigo, que, además, es donde están la mayoría de las ofertas laborales”, expone.

A la baja oferta y la alta demanda de viviendas en régimen de alquiler se suman otra serie de dificultades, como la solicitud por parte de los arrendadores de avales, seguros o las nóminas de los seis últimos meses. Peticiones que imposibilitan a todas luces el acceso al mercado de alquiler para estas refugiadas, cuyo historial de trabajo es muy reducido y en muchos casos ni siquiera han llegado a cotizar en Galicia.

A pesar de no ser este el motivo principal ni siquiera secundario, sí que tiene una pequeña influencia en que la inmensa mayoría de ellas miren al futuro con la esperanza de poder volver cuanto antes a Ucrania. “Hay madres que no quieren que sus hijos vuelvan a pasar por todo aquello y piensan en establecerse aquí. Pero la inmensa mayoría quiere volver en cuanto sea posible y seguro”, declara la directiva de la asociación.

Agradecimiento infinito con Galicia

Masha Pavlenko quiso aprovechar sus declaraciones en EL CORREO GALLEGO para destacar el agradecimiento de los refugiados ucranianos con los gallegos, que desde el primer momento mostraron su solidaridad con el pueblo ucraniano.

La propia asociación en la que Pavlenko ejerce la Vicepresidencia es un claro ejemplo de ello, ya que en la mayoría de organizaciones creadas para colaborar con Ucrania en el resto de comunidades autónomas una parte muy importante de los voluntarios son ciudadanos del propio país eslavo. No ocurre así en Galicia. En el caso de AGA, casi todos los voluntarios son gallegos.

Una solidaridad que va más allá de la colaboración con una asociación que logró enviar esta misma semana el trigésimo primer tráiler cargado de ayuda humanitaria con destino a Ucrania, ya que supuso también la apertura de las puertas de sus propias casas para alojar y convivir con los refugiados.

“Solo con aquellas personas que accedieron a acoger a los refugiados ucranianos en sus propias viviendas, conseguimos poder traer a cuatrocientas personas que querían escapar de la guerra. Estoy infinitamente agradecida al pueblo gallego por toda esa ayuda”, sentencia Pavlenko.

”Tenemos ganas de ver a nuestra familia, pero volver ahora es muy peligroso”

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Myroslava Tatarchuk vino a vivir a Santiago con su hija de 18 años, estudiante de Diseño Gráfico, un tiempo después de que empezase la guerra en Ucrania, su país de origen. Ellas pudieron salir, pero su marido, sus suegros y muchos de sus amigos continúan allí. “Tenemos muchas ganas de ver a nuestra familia, pero volver ahora es muy peligroso”, señala.

Llegaron a España a través de una amiga que conocía porque se habían dedicado a cantar juntas y que vivía en A Coruña. Fue a través del programa de refuegiados que lleva a cabo la ONG Aceem cómo terminaron viviendo en la capital gallega. “Nos dirigieron hasta aquí. A mi hija, que pinta cuadros, le gustó mucho. Ahora tenemos pinturas de la ciudad en casa”, comenta. Con todo, reconoce que a pesar de “estar contenta, tiene muchas ganas de estar con sus amigos en Ucrania, ya que ahora solo hablan a través de internet y muchos de ellos ahora están en otros países”.

Tatarchuk se siente unida a Galicia a través de los elementos de la cultura tradicional, ya que, según explica “tienen cosas en común”. Reconoce, además, que le sorprende que “aquí participa mucha gente joven”, algo que “no ocurre tanto en Ucrania”.

“Cuando llegué a Santiago no sabía nada sobre la vida aquí. En Ucrania también tenemos una región que se llama Galicia y ahora estoy investigando para escribir una comparativa sobre la ropa, las tradiciones o la música. También quiero contarle a mi país lo que se hace aquí”, explica. La importancia de esto radica, para ella, en que “cuando termine la guerra necesitaremos cuidar más nuestra cultura para que siga existiendo.

“Aquí ya tenemos amigos”, indica Tatarchuk . Esto se debe, en parte, a que ambas estudian español desde que aterrizaron en la ciudad, algo que define como “muy importante”, puesto que les permite “conocer gente”. “En las clases hablamos con otros estudiantes”, relata.