{ POLÍTICAS DE BABEL }

Los nuevosinmigrantes

José Manuel Estévez-Saá

José Manuel Estévez-Saá

LA ESPAÑA ABIERTA Y ACOGEDORA de la que formamos parte, debe prepararse para recibir a las nuevas remesas de extranjeros que aumentarán nuestra población en los próximos años. Según la Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal (AIReF), los extranjeros aumentarán en nuestro país de forma significativa. Hasta aquí, nada novedoso en un país que pasó de ser una sociedad premoderna que generaba emigración, a constituir un contexto capaz de atraer una inmigración cada vez más necesaria y provechosa desde un punto de vista tanto demográfico, como económico y, sobre todo, laboral. Algunos países como Alemania lo tienen claro. Otros, como Reino Unido, quizá debido a su descontrol político y a las falsas promesas derivadas del Brexit, no tanto. Pero la realidad está ahí. Y cada vez resulta más difícil ocultarla.

Los extranjeros, especialmente los llegados de países frágiles o necesitados, se han vuelto fundamentales para sostener e incluso optimizar el progreso de regiones avanzadas. Lo sabe bien Estados Unidos, que, pese a esas políticas migratorias cada vez más restrictivas y vergonzantes independientemente de que sean los demócratas de Biden, o los republicanos de Trump quienes gobiernen, nunca hubiese llegado a ser lo que es sin la presencia de aquellos a los que, todavía hoy, se considera a veces ciudadanos de segunda clase. Como país de destino que siempre ha sido, ha llegado a discriminar a nivel político y social a inmigrantes, asilados y refugiados de Latinoamérica, Asia, Oriente Medio y África. Pues bien; hoy son ellos quienes deciden la presidencia del país, o el gobierno de sus estados.

España, que ha sido estos últimos años país de destino sobre todo de venezolanos, colombianos, argentinos y peruanos, debe prepararse para integrar a marroquíes, senegaleses y nigerianos, además de a grandes flujos de otros contextos subsaharianos. Atendiendo a los cálculos la AIReF y a los datos del INE, representarán un 20% de la población en cuatro o cinco décadas. Por eso nuestros gobiernos tendrán que ser eficaces en la gestión migratoria; pues, además de los vínculos históricos, el idioma, o los valores comunes, otros factores como las políticas de acogida, los salarios y el ingreso mínimo vital, la educación y la sanidad públicas, o los derechos laborales, resultarán decisivos. Debemos prepararnos; y saber gestionar la llegada tanto de aquellos que habrán de ocupar cargos de decisión, como de quienes nos ayudarán a mantener empleos que hoy son tan denostados como esenciales en el ámbito del transporte; la hostelería y el turismo; la asistencia doméstica, a mayores y a dependientes; o el sector agroalimentario e industrial. Seguro que muchas de las labores que hoy nuestros jóvenes subestiman, ellos sabrán cómo preservarlas y dignificarlas.