{ POLÍTICAS DE BABEL }

Reuniones de primavera

José Manuel Estévez-Saá

José Manuel Estévez-Saá

DESDE EL PASADO LUNES 10 de abril, y hasta ayer domingo, se han celebrado en Washington las Reuniones de Primavera 2023 del Grupo Banco Mundial (GBM) y el Fondo Monetario Internacional (FMI). Posteriormente, en las reuniones de otoño, vendrán sus Juntas de Gobernadores, que este año acogerá Marrakech en octubre. La prensa tiene acceso a las sesiones en las que se da cuenta de las perspectivas globales y de los objetivos planteados en los seminarios que llevan a cabo personalidades del sector privado y la sociedad civil, del ámbito académico, y de los Estados a través de autoridades de bancos centrales y ministerios relacionados con las Finanzas, el Desarrollo, Economía y Hacienda.

Estos foros permiten plantear dudas a los expertos sobre el rumbo de las economías, los mercados financieros y las iniciativas de desarrollo. También los retos que deben asumir los contextos geográficos. Así, por ejemplo, yo he prestado atención a América Latina, pues es evidente que, tras su crecimiento del 4% en 2022, este año parece que sufrirá hasta caer al 1,3% de media (inferior al 2.2% previsto por el FMI a principios de año) debido a factores como la guerra en Ucrania, que ha repercutido en la región, pese a la paulatina caída de los precios de la energía, y a que las materias primas exportadas y el precio de sus cosechas se han mantenido incluso al alza.

En Latinoamérica la estabilidad financiera debe priorizarse, aunque las crisis del Silicon Valley Bank o del Credit Suisse apenas le afecten. Las reservas de divisas y los tipos de cambio en los mercados oficiales y paralelos tendrán que controlarse. La inflación del 13,3% (dejando aparte a Argentina, Venezuela, Cuba o Haití), puede frenar la recuperación, generar desviaciones de cálculo, aumentar la deuda, e incrementar los tipos de interés; lo cual ralentizará la recuperación de los 25 millones de empleos perdidos debido a la pandemia; a lo que debemos añadir la precariedad e informalidad laboral, y el encarecimiento de la cesta de la compra, que ha generado 15 millones más de pobres (el 32,1% de la población).

Una política fiscal eficiente, un gasto sostenido, y un sistema tributario redistributivo devienen esenciales; incluso para favorecer la asistencia social, y combatir las desigualdades y la pobreza. La apuesta por la sanidad, la educación, la ciencia y la innovación debe ser firme. Y la inversión en infraestructuras mejorará la integración, el transporte y las exportaciones, así como la eficiencia energética, las energías renovables (el subcontinente atesora el 70% de las reservas de litio y el 40% de las de cobre a nivel mundial), el control del agua, y la lucha contra el cambio climático, los desastres naturales y las sequías. Finalmente, conviene evitar la inestabilidad política y reducir la inseguridad jurídica.