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Precaución inútil

Pilar Alén

Pilar Alén

HABRÁN DICHO alguna vez: “El que fue a Sevilla, perdió su silla” y también: “La lluvia en Sevilla es una maravilla”. Más ahora que todo nos habla de Sevilla.

Son refranes altamente difundidos, aunque no significan lo que creemos. Ni la “silla” de Sevilla es el asiento con patas y respaldo en que nos aposentamos, ni es “maravilla” que caiga pinga de agua en la Feria de Abril, por mucho que haga falta llenar el cauce de los ríos, incluyendo el del Guadalquivir.

En lugar de “silla”, hablando con propiedad y remontándonos al origen del dicho popular, tendríamos que decir “ciudad”, disputada por dos “Fonseca” en el S. XV: tío y sobrino, parientes de los que fundaron la Universidad de Santiago.

A porfía que tampoco sería de buen grado que lloviese ahora, mientras no se termine la manzanilla, ni el rebujito ni el “pescaíto”, ni se guarden los trajes de faralaes. Que espere este año un poco, pues la fiesta se prolonga hasta pasar el 1 de mayo.

Sevilla, donde la luz del día deslumbra como ninguna y la rumba todo lo inunda. ¿Recuerdan cómo cantan pop-ulacheramente Los del Río?: “Sevilla tiene un color especial / Sevilla sigue teniendo su duende / Me sigue oliendo a azahar / Me gusta estar con su gente”.

Les hago una contraoferta a los que no vayan a la fiesta: la ópera El barbero de Sevilla, cuyas arias se me cuelan de tanto mirar a esa ciudad, hoy de bulla sin fin y mañana con actividad febril.

En esta ópera bufa, G. Rossini (1792-1868), perezoso y vago de solemnidad, perfila al rapabarbas Fígaro como un pícaro desenvuelto, que tanto sirve para un roto como para un “descosío”. El mismo canta apurada y autocomplacientemente: “Fígaro aquí / Fígaro allá / Fígaro arriba / Fígaro abajo / Rápido, rapidísimo / Soy como el rayo / Soy el factotum / de la ciudad”.

Esta obra, tras estrepitoso estreno, se convirtió en talismán del músico de Pésaro. En principio se titulaba Almaviva, o la precaución inútil. Rosina, la protagonista, se sale con la suya y se casa con el conde Almaviva, pese a los intentos fracasados de su viejo tutor Bartolo, que también la pretendía. Inútil precaución querer disuadir cuando la decisión es firme e inamovible. De “na” o de poco sirve.

Sevilla tiene otro protagonista que también está de fiesta, aunque no haya cantado arias ni bailado sevillanas. Es S. Isidoro, desde 2001 patrón de internet y de la comunicación.

Los cauces actuales de información son arma de doble filo. A su antojo controlan y manipulan, aunque, con precaución inútil, se intente lo contrario. Que no se ofendan los internautas, periodistas e informáticos. Si conocieran las Etimologías, verdadera base de datos y compendio del saber de su tiempo y del mundo antiguo, ante él se rendirían.

Eso hago, siendo como es también patrono de los estudios de Letras. Y, sí: me sumo a la celebración sin ninguna precaución.