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Ovnis de verano

José Miguel Giráldez

José Miguel Giráldez

HOY, en el espinazo de agosto, en este corazón azul del ferragosto, uno de los temas en auge es el espacio: no sólo el espacio de las playas, acosadas por las tumbonas de pago, sino el espacio cósmico. Ha vuelto la carrera espacial, quizás a lomos de una nueva Guerra Fría que ya empieza a librarse en las alturas. Y sí, han vuelto los ovnis, casi con tanta fuerza como hace muchos años. Los norteamericanos, como todo, los están poniendo de moda.

Ya no hay serpientes de verano, aquella vieja expresión ya caducada, sino ovnis de verano (bueno, y tinto de verano). No es algo que dependa de los caprichos mediáticos de Iker Jiménez, sino más bien del morbo popular. Los ovnis aparecieron en las noticias hace décadas, por oleadas. Y puede que también tengamos la necesidad de encontrar interlocutores extraterrestres, no tanto para hablar un rato, sino para intentar arreglar con su supuesta tecnología punta las graves averías planetarias. No es seguro que los visitantes alienígenas vayan a venir con buenas intenciones. Basta con recordar aquellos tipos de Mars Attacks, de gatillo fácil y cabeza caliente. Pero si nos han estado observando desde fuera todo este tiempo no creo que tengan muy buena opinión de nosotros.

De pronto los ovnis han sido rescatados por algunos exmilitares de los USA, también exoficiales de inteligencia, como David Grush, que llegó al Capitolio para pedir que los gobiernos terminen de una vez con el secretismo sobre los ovnis, ahora llamados fanis (fenómenos anómalos no identificados). Declaró en la Cámara de Representantes el tal Grush que, por supuesto, hay extraterrestres, seres alienígenas con sus restos biológicos, y en este plan, pero que todo ello ha permanecido rigurosamente oculto, por no alarmar, o por guardarse un as en la manga en medio de la competencia global. Nunca han faltado los rumores, esa pasta mediática gelatinosa, pero las evidencias se han tapado, o disimulado, o así.

Las declaraciones de Grush, entre otros, han levantado una polémica muy veraniega, ya digo, que supera incluso el suspense y el debate sobre el nuevo gobierno de nuestro país. ¿Hay alguna razón por la que los ovnis vuelvan a estar de moda? ¿Es necesario calmar nuestro inmenso horror al vacío, rellenando el paisaje agosteño con lo que sea, aunque para alivio de algunos ha vuelto La Liga de fútbol, que siempre ocupa un buen trozo de realidad?

Nunca se fue del todo la pasión extraterrestre, pero parecía mitigada. Nos suceden tantas cosas extrañas que quizás los ovnis no pueden competir. Pero de pronto ha resurgido el furor por el espacio. No sólo Grush ha pedido que se desvelen los secretos oficialmente, que se saque a los aliens del congelador (mediático, se entiende), sino que las grandes potencias han iniciado una gran carrera por volver a la Luna, por llevar astronautas a Marte, y otras maravillas del futuro. Hay una Guerra Fría en marcha que parece disputarse en el espacio exterior. Elon Musk ya lo vio venir: él, que está en todo, ya saben. Quizás le saque más partido que a Twitter. Pero Rusia, India y China ya lanzan cohetes sin cesar, especialmente a la búsqueda de agua. La minería espacial va a ser el próximo gran negocio. Estados Unidos también está en la carrera, y quizás hay ciertas dudas con respecto a Europa.

En medio de este agosto feroz, mientras las temperaturas se disparan, la batalla por conquistar el espacio se acelera. Sin duda, las condiciones climáticas del planeta, la necesidad de recursos, especialmente minerales raros y, por supuesto, agua, contribuyen a esta nueva fiebre. Pero es también una cuestión de poder. Los ovnis nos han visitado siempre, dicen los ex de la inteligencia norteamericana, y nosotros estamos locos por pisar Marte y extraer sus riquezas. Cada día aparecen exoplanetas potencialmente habitables, que albergan quizás océanos helados. Los documentales llevan años repitiendo que nosotros mismos podemos ser seres de procedencia extraterrestre… O estamos en el umbral de algo o es que estamos, sin más, bajo el sueño incandescente de las noches de verano.