OPINIÓN

No atacar: undécimo mandato

Pilar Alén

Pilar Alén

No pienso en un ataque bélico, aunque están a la orden del día, sino en uno de carácter dialéctico. Si yo ataco, el supuesto enemigo se defiende. Poner la otra mejilla es lo complicado. Saltar con un exabrupto, una frase hiriente, una palabra malsonante, despectiva, ‘é doado’ y también a veces lo más efectivo, en un primer momento, pero en sí mismo destructivo y negativo.

Sin embargo, nos estamos acostumbrando de mala manera a ver cómo en respuesta (no requerida) a una afirmación –sea o no acertada– se le contesta ‘al aire’, algo que ni a cuento viene. Qué hay que me opongo. Qué dices que difiero. Qué piensas que no estoy de acuerdo. ¡Qué mal! Antes de empezar a hablar ya a otros hacemos callar. 

El 30 de enero se ha celebrado en los centros educativos, al menos eso quiero pensar, el día de la educación en y para la tolerancia, la solidaridad, la concordia, el respeto a los Derechos Humanos, la No-violencia y la Paz. Seis décadas hace que lo ha instituido en España el profesor y poeta Llorenç Vidal. Hago memoria y no recuerdo haberlo conmemorado en mis años de escolar. Ni en el colegio, ni en el instituto, ni en la universidad. ¿Alguien me lo puede explicar?

Se ha señalado ese día porque coincide con el asesinato de Mohandas K. Gandhi, político pacifista, activista y asceta al que no hay que presentar. Rabindranath Tagore le bautizó con mejor nombre (Mahatma: ‘alma grande’) y el modesto dirigente de cabeza rasa y blanco manto, no en troque sino más bien por pleno convencimiento, tomó parte de su pensamiento: «La no-violencia no es una virtud monacal destinada a procurar la paz interior y a garantizar la salvación individual, sino una regla en sociedad, ya que asegura el respeto a la dignidad humana y permite que progrese la causa de la paz, según los anhelos más fervientes de la humanidad». 

El diálogo entre culturas es necesario. El intercambio de pareceres es obligado. Exponer sin insultar es para uno y para el prójimo un regalo. Y que nadie se deje llevar por lo que expresa en uno de sus aforismos el poeta hindú que he citado: «Parece que la última palabra en llegar es la verdadera, pero esa palabra última da lugar a la siguiente». Así suele pasar cuando impera el egoísmo, fruto en ocasiones de tantos individualismos o ‘yoismos’ y búsqueda de protagonismos. 

Caretas hay ya por muchas partes. Disfraces no faltan con atuendos tradicionales y actuales, aunque no estemos de lleno en carnavales. Así suele suceder, siendo difícil de creer: «La no-violencia no es una prenda que uno se pueda poner o sacar a voluntad. Se asienta en el corazón, y debe ser una parte inseparable de nuestro propio ser». 

¿Qué esperar? ¿Vamos a cambiar mucho de parecer? Perlas y promesas han dejado ya en este –para mí– largo caminar. ¿Nuevo debate en la CRTVG y en la TVE? ¿De qué? ¿Vuelta a empezar para conocer a estas alturas qué más pueden ofrecer? 

Tomen en precaución la recomendación de nuestro poeta, no vaya a ser: «Hinchada por su orgullo, la burbuja duda de la verdad del mar; se ríe y revienta en el vacío». Hablar sin atacar, dejarse entender: ese es el mandato que se debería emprender. El que a todos nos gustaría ver. Una nueva legislatura con palabras cumplidas y sin trampas ni cartón.