Ruido de la calle

Presupuestos de Santiago: la gran reforma pendiente y el ilusionismo

Ramón Quiroga

Ramón Quiroga

Decía Adam Smith, autor de la famosa obra The Wealth of Nations (La riqueza de las naciones ) y considerado el padre de la economía moderna, que “el único «presupuesto bueno es el presupuesto equilibrado”, a lo que si se aplicase en Santiago de Compostela habría que añadirse “y ejecutado”, y ahí es donde es necesaria una gran reforma administrativa, pendiente, en el Concello.

Después de años estudiando, observado y en ocasiones elaborando los denominados “orzamentos” de la ciudad, se puede decir que la historia se repite una y otra vez.

La gran problemática de las cuentas es entender que lo importante no es la cifra total final, por el que mandato tras mandato municipal cada Gobierno Local lucha políticamente por quien da la más alta y comercializa el mayor calado político, sino si realmente se ejecutan y se transforman en consecuencia en mejoras para los vecinos y la ciudad.

Porque si los presupuestos no se ejecutan o medio se ejecutan, lo que tenemos es un documento (o un PowerPoint) a camino entre el ilusionismo y el truco final , como arte de lo escénico, subjetivo, narrativo y espectáculo de habilidad e ingenio, que consiste en producir artificialmente efectos en apariencia maravillosos, sin que finalmente sean reales.

Por tanto, lo importante no es que el presupuesto programado para este año alcance los 142 millones de euros, aumentando considerablemente con respecto al anterior que sumaba 129 (- que por cierto es del año 2022, ya que el 2023 no lo hubo-), sino que cuanto es lo que realmente es capaz de ejecutar el Gobierno Local, considerando que si se aprueba en febrero no entrará en vigor, en el mejor de los casos hasta marzo, cuando una ejecución normal es el año natural.

Porque si no, en lo que realmente se entra es en una dinámica ilusionista que se transforma en realidad cuando se liquidan anualmente los presupuestos con abultados superávits, en los que los ingresos recaudados de los impuestos que pagan los vecinos acaban en depósitos bancarios municipales con múltiples usos que no son los inicialmente previstos.

Prueba de todo ello es que en los últimos años se ha llegado a tener un volumen de casi 90 millones de euros en superávits, derivados principalmente de inejecuciones, con medias de depósitos bancarios de hasta 62 millones, lo que lleva más bien a pensar que el equilibrio, sino se ejecuta, está más bien en rebajar los impuestos.

Y la gran pregunta es ¿y por qué no se ejecutan los presupuestos?, pues por dos motivos principales, uno, los plazos en los que se aprueba, considerando que lo normal y legal es con el año natural, y dos, porque el Concello carece de una estructura económica descentralizada en cada Concellería que gestione los asuntos económicos, generando que lo temporal se convierta en eterno.

De ahí, también, que incluso las ratios de impago de facturas a proveedores de lo que se ejecuta alcance cifras astronómicas como las más recientes que superan los 10 millones de euros, y si los proveedores no cobran, las empresas y autónomos tienen dificultades para afrontar sus obligaciones.

En series históricas recientes las ratios de ejecución de inversiones se han movido en el 15 al 20%, lo cual da idea de la imperiosa necesidad de centrase en una profunda reforma administrativa que posibilite la gestión de los fondos de manera gradual, gestión de los fondos, qué de no realizarse dicha reforma, se transformarán en nuevos superávits que aumentarán con la posible recuperación de las reglas fiscales. 

En definitiva, sin la necesitada reforma administrativa, el presupuesto municipal se puede convertir en una derivada de la paradoja del ahorro keynesiana, en el que después del ilusionismo inicial, a mayor gasto presupuestado, mayor ahorro y superávits y mayor recesión por inejecución.