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Elegir Galicia o Galiza

Luis Pérez

Luis Pérez

¿PEDIRÁ SÁNCHEZ EL VOTO PARA PONTÓN? Si de ello dependiera su supervivencia no lo dudaría. Pero el BNG, con su único diputado en Madrid, no le es necesario en el Congreso o bien recibe su apoyo sin mediar chantaje. O sea, sin nada a cambio para Galicia. El caso es que superado el ecuador de la campaña, la tendencia de las encuestas torna cada día más hostil a las posibilidades del PSdeG. Incluida la de Tezanos, siempre tendenciosa a favor del PSOE. Tal vez a Besteiro, el mejor candidato de su partido y de reconocida gestión en la Diputación lucense, le iría mejor cortando el cordón umbilical con Moncloa. Es tarde.

Todas las citas electorales son diferentes. Sin duda, pero esta mucho más. Por vez primera en las cuatro décadas largas de autonomía existe la posibilidad – no confundir con probabilidad- de que un partido soberanista tome el mando. Lo más parecido, el bipartido 2005-2009, era bien diferente. Su presidente Touriño, férreo defensor del federalismo-autonomismo, mantuvo a raya a la versión minoritaria de su gobierno en cuestiones identitarias. Aun resuenan los sonoros incidentes entre socios, que en nada favorecieron la continuidad de la coalición. 

Si lo posible se haciera real, el nuevo bipartito, -tripartito si Sumar no se sume- la correlación de fuerzas, que se decía antes, será a la inversa. Los socialistas, convidados de piedra en San Caetano, apartados de los departamentos más políticos para encargarse de asuntos administrativos o marrones como las lista de espera sanitarias o la falta de vivienda para jóvenes, y no tan jóvenes.

Doy por hecho que los actuales referentes socialistas gallegos (Besteiro, Formoso, Caballero, ...) todavía transitan por la senda de la Galicia autonómica, que la Constitución alzó a rango de nacionalidad histórica, aunque puedan respaldar gobiernos locales y, seguramente, a una Xunta nacionalista. De convicción autonomista también es el PPdeG. Hablamos de Albor, Fraga y Feijóo. Los tres integraron al galleguismo del centroderecha. Rueda viene a ser lo mismo, por lo que junto a sus 15 años de gestión gubernamental son un capital político que no genera dudas ad futurum si recunca.

El BNG es cosa distinta. No sabemos si para bien o para mal. Por razones empíricas. Su experiencia en el bipartito fue muy limitada y la administración local carece de competencias legislativas. A falta de vivencias en que basarnos, hemos de mirar a modelos similares en el exterior y a su programa. Por sus relaciones, lo más parecido es Bildu y ERC. Sobre el programa, que no deja de ser una declaración de intenciones, a nadie sorprende que un partido nacionalista trate de que Galicia se convierta en nación y, no lo dice expresamente porque no es necesario, con su propio estado independiente. 

Para superar el sistema autonómico, que en su día votó en contra, reclama el reconocimiento del derecho a la autodeterminación, la eliminación de las provincias y las diputaciones, un poder judicial propio, que el Tribunal Constitucional no tenga competencias en Galicia y una banca pública gallega, entre otras cuestiones de gran calado que transformarían profundamente la arquitectura institucional de Galicia. Herramienta fundamental para lograr el objetivo es la lengua. Para ello, junto a otras medidas a favor de obra, promete “elaborar un modelo de inmersión lingüística co obxecto de conseguir a plena normalización lingüística e un ensino totalmente en galego”. No les arriendo la ganancia si van a las bravas.

En fin, los modelos de país que se votan se resumen en dos: Elegir entre Galicia y Galiza. Sin descartar el híbrido Galiza/Galicia sustitutivo del Galicia/Galiza imperante en los ya lejanos tiempos del dúo Touriño-Quintana.