Asociacionismo

Pósits para complementar la memoria perdida por un ictus

Marco Pérez tiene daño cerebral adquirido desde que un accidente cerebrovascular le dejó afectada la memoria ejecutiva y a corto plazo// Es uno de los protagonistas de la muestra que, organizada por Fegadace, abre hoy en Medicina

Marco Pérez, miembro de Sarela, en la que hoy es voluntario. Foto: Jesús Prieto

Marco Pérez, miembro de Sarela, en la que hoy es voluntario. Foto: Jesús Prieto / nome

Incapaz de “recordar siquiera el texto de un pequeño menú de hostelería” desde que en 2013 sufrió un ictus, el compostelano Marco Pérez (49 años) sustituye esa afectación en la memoria ejecutiva y a corto plazo por los pósits que cada día le van indicando los pasos que debe ir dando , desde llevar a su hijo al colegio hasta hacer la compra o regresar a casa, todo lo ha de llevar escrito. Marco Pérez es uno de los protagonistas de la exposición que, bajo el lema Punto e seguido. A vida despois do dano cerebral adquirido, permanecerá abierta desde hoy y hasta el próximo 28 de febrero en la Facultade de Medicina de la USC.

En ella, la Federación Galega de Dano Cerebral y sus cinco asociaciones muestran el día a día de las personas con esta discapacidad a través de 38 fotografías del compostelano Aigi Boga, en las que se muestra la vida cotidiana de sus pacientes.

Un día a día que, tal y como reconoce Marco en conversación con este periódico, ha cambiado radicalmente desde el ictus en todos los ámbitos de su vida, incluyendo el profesional. “Yo era orfebre, pero con mis lagunas de memoria no puedo recordar en lo que trabajaba, y al tener afectada la memoria a corto plazo y en el plano ejecutivo, no soy capaz de volver a aprender lo que era mi profesión”.

Con la invalidez permanente, y tras un largo proceso de aceptación y adaptación a su nueva vida, reconoce que “siempre había sido muy ordenado y concienzudo, y ahora intento suplir mi falta de memoria dando pequeños pasos, intentando ejercitar la memoria visual en la medida de lo posible, y dejando por ejemplo el teléfono móvil en sitios por los que sé que voy a pasar muchas veces, porque al final vas al sitio de siempre y ahí está”.

Admite que hay momentos en los que todavía siente cierta frustración, pero está convencido de que “empecé a ser feliz de nuevo una vez que acepté que nunca volvería a ser el de antes y, de hecho, creo que a nivel global soy incluso más feliz que antes, no sé si es porque aprecio más la vida o porque lo valoro todo mucho más de lo que lo hacía antes”. El recorrido no ha sido fácil, ni para él ni para su familia, puesto que “a pesar de que tengo clarísimo que he tenido mucha suerte en la vida, de que hay gente con secuelas mucho peores que las mías tal y como se me señalaba, aceptar lo que me estaba pasando fue algo muy difícil”. Sobre cómo ha evolucionado su proceso, explica que al principio “no conocía ni a mi mujer ni a mi hijo, y cuando él llegaba al hospital y caminaba hacia mí, me decían quién era, pero yo insistía en que no había sido padre, era un situación muy complicada y frustrante”.

Subraya que no era consciente de lo que le pasaba y de que no lograba entenderlo, “cuando ya estaba mejor, intentaba enseñar a mi hijo a sumar pensando que yo sabía hacerlo y, cuando me ponía, veía que era incapaz, y eso me desorientaba muchísimo y frustraba aún más”.

PASO POR EL HOSPITAL.

De su paso por el hospital recuerda que acudió al PAC con un fuerte dolor de cabeza y ojo en octubre de 2013, que inmediatamente se le aplicó el protocolo contra el ictus y que cuando se lo llevaban a urgencias, “protesté a mi mujer porque creía que perderíamos horas allí, y luego hay un mes entero del que no sé absolutamente nada y en el que, además, cuando ya empezaba a mejorar del ictus, sufrí también una meningitis”.

Hoy en día “soy autónomo, puedo conducir y puedo llevar a mi hijo al colegio, pero si después tengo que hacer la compra, debo apuntarlo en un pósit, y también que después de todo eso he de volver a casa porque no tengo memoria ejecutiva”. Es por ello por lo que “miro en mi cartera todo lo que tengo apuntado, son métodos y trucos que me ayudan a organizarme o a encontrar las cosas”.

Recuperado prácticamente en lo que a movilidad se refiere tras un período en el que apenas si podía caminar y que venció con mucho tesón hasta lograr participar incluso en una carrera de diez kilómetros, en la actualidad colabora como voluntario con la asociación Sarela, “sobre todo en manualidades y en salidas que se organizan a museos o bibliotecas”. “Es mi forma de sentirme útil ya que no puedo reincorporarme a mi trabajo, y de ayudar en algo que vi de primera mano que era tan importante para los afectados como yo”.

Importante labor de apoyo

···Voluntario de la asociación compostelana Sarela tras haber sido usuario como paciente, Marco Pérez destaca la “importantísima labor que prestan una vez que sales del hospital, son un apoyo imprescindible, te dicen los pasos que debes dar y te ayudan muchísimo en la fase de recuperación en todo lo que pueden; para nosotros fueron algo fundamental, y eso que mi mujer se enteró casi por casualidad al ver un papelito de la asociación en el hospital”.

Es por esa gratitud por la que asegura que, pese a ya no seguir siendo usuario al quedarse su evolución estancada, “continuaré siendo socio siempre por la deuda que tengo con ellos”. Él es uno de los setencientos socios con los que cuenta Sarela, según la trabajadora social de Fegadace Carla Miranda, encargada junto a la educadora social Andrea Cabarcos de mover la exposición por todo el país.