Las Festas da Ascensión fueron en origen una importante feria llena de animales y mercaderías

Hoy triunfa la parte festiva, pero sus raíces siguen vivas en los puestos de la Alameda y Santa Susana o en el Recinto Ferial de Amio

Varias familias disfrutan del día de ayer / ANTONIO HERNÁNDEZ

Varias familias disfrutan del día de ayer / ANTONIO HERNÁNDEZ / A. PRADA

Las Festas da Ascensión son a día de hoy los festejos más esperados por los compostelanos junto a los del Apóstol. Pero, tal y como explica el equipo de especialistas de la empresa dehistoria, a pesar de que hoy es sobre todo una celebración festiva, originalmente nació como una importante feria. Este mercado de ganado duraba dos días y atraía a millones de personas. La gente acudía a comprar y a vender y la ciudad se llenaba de personas, animales y mercaderías. La carballeira y elcampo de Santa Susana acogían la feria y las calles compostelanas se convertían en escenario de los actos festivos que se desarrollaban junto a la actividad mercantil.

La Alameda compostelana llena de gente ayer / antonio hernández

La Alameda compostelana llena de gente / ANTONIO HERNÁNDEZ

Con todo, la Feira da Ascensión no fue el festejo que hoy conocemos hasta la década de 1950, cuando los cambios en el sector ganadero implicaron una gran caída de las grandes ferias anuales. Hasta entonces, las ferias compostelanas eran un referente en el panorama gallego y convocaban a cientos de ganaderos y tratantes. El ambiente de la feria se hacía patente desde días antes, ya que el comercio se engalanaba, anunciaba sus ventas especiales, las funciones religiosas y las actividades festivas, y sobre todo los bailes. En la víspera montones de animales recorrían la ciudad, los feriantes armaban sus vivas en la carballeira y empezaban a trabajar los puestos de comida. Esa tarde-noche era el punto de partida del evento pues vecinos y visitantes se aproximaban a curiosear y a probar la comida. De hecho, hubo un tiempo en que esa jornada era apodada como “a proba dos churros”. Era un evento tan popular, que incluso llegó a celebrarse un concurso no solo para optar a los churros más ricos sino también a los puestos mejor arreglados. Además, la música, el baile y el alumbrado de la Alameda completaban el ambiente festeiro. El día grande tenía también su sobrenombre gastronómico, “a proba do polbo”, pues era el momento de acudir a la carballeira y al campo de Santa Susana, de visitar los puestos, entre ellos, los de pulpo.

Actualmente la parte festiva es la que triunfa, a pesar de que la feria sigue presente en las barracas y puestos de la Alameda y Santa Susana o en el Recinto Ferial de Amio. Los puestos ambulantes, la inmensa noria, las orquestas, los pulperos... son los mejores vestigios de los tiempos en los que la Alameda fue un gran recinto ferial.