PROGRAMA CIENTÍFICO CELERA

Dos alumnos de la USC, entre los “10 jóvenes españoles con más talento”

Ana Simoneta Rubido, graduada en Derecho, y Manuel Rico Fernández San Silvestre, estudiante de Medicina, hablan con EL CORREO tras el reconocimiento del programa científico Celera

Los alumnos de la USC, Ana Simoneta y Manuel Rico

Los alumnos de la USC, Ana Simoneta y Manuel Rico / Cedida

Ana Simoneta Rubido (Cedeira, 1993) terminó el grado en Derecho en la Universidad de Santiagoen el año 2015. En el tercer curso se fue de Erasmus y al regresar comenzó a involucrarse en el mundo del asociacionismo juvenil, en proyectos de promoción de la juventud, lo que la llevó a conocer AIESEC, la asociación de jóvenes más grande del mundo, con más de 70 años de experiencia y con presencia en 193 países, dedicada al desarrollo de liderazgo en los jóvenes.

Al regresar del Erasmus, decidió impulsar una delegación de esta asociación en Santiago, “convirtiéndola en una de las mejores a nivel nacional”. A posteriori formó parte del comité de AIESEC en España, en Madrid. Allí estuvo un año como directora de programas sociales, impulsando también programas relacionados con la educación y con la juventud llegando a ser la presidenta nacional de esta asociación en el año 2017-2018. 

“Siempre tuve interés en promocionar el talento joven”

Su interés por la promoción del talento joven hizo que durante la pandemia formase parte de un grupo de personas que impulsaron Talento para el Futuro, una especie de lobby de defensa de los intereses de los jóvenes en la política. También se dedicó a codirigir un proyecto titulado Pacto Intergeneracional por el Futuro y que involucró a más de 2.000 estudiantes y jóvenes en diferentes sesiones para “co-crear como nos gustaría ver España en el año 2030”. 

Su otra pata ha sido siempre el mundo de las administraciones y las políticas públicas, lo que le llevó a preparar las oposiciones al Cuerpo Superior de Técnicos de la Administración (A1), un tema que compaginó con el mundo de la cooperación al desarrollo en un organismo internacional OEI. Aprobó las oposiciones el año pasado y ahora está a punto de comenzar a trabajar en la Comunidad de Madrid. 

“Si nos han elegido es porque ven potencial en nosotros; tengo la responsabilidad de aprovecharlo al máximo”

“Siempre tuve algo dentro de mí que me hizo involucrarme en crear una sociedad mejor, centrándome en la gente joven porque yo era una estudiante más, había pasado por la universidad y veía el gap que hay con el mercado laboral”, comenta a EL CORREO GALLEGO Ana Simoneta Rubido, asegurando que siempre se centró en “intentar promocionar el talento joven y dar herramientas para formarse y para desarrollarse”.

Ahora va a centrarse en el proyecto de Celera, de tres años años de duración, con el fin de “aprovecharlo al máximo”.

Celera es un programa que escoge diez jóvenes al año que destaquen de alguna manera en sus campos y que demuestren que tienen claro cómo quieren impactar en la sociedad con un proyecto en marcha. Un programa que oferta en Madrid una o dos sesiones al mes con un equipo de psicólogas y mentores. “El primer año estarán más centradas en el desarrollo personal, el segundo año se pondrá el foco en la forma de relacionarnos y comunicarnos con los demás, y el tercer año se trata de un programa de mentoría para que cada uno se desarrolle en el ámbito en el que quiere impactar, contando con el apoyo de profesionales de ese ámbito”, explica en detalle Ana Simoneta.

No se esperaba recibir este reconocimiento. “Era la primera vez que me presentaba y lo recibí con mucha ilusión y alegría. Sabemos que si nos han elegido es porque ven cierto potencial en nosotros y en nuestro proyecto”, apunta. Asegura Simoneta que tiene “la responsabilidad de aprovecharlo al máximo y después devolverlo a la sociedad de alguna forma”. 

“Para tener un impacto en los pacientes es necesario emprender”

Manuel Rico Fernández San Silvestre (Ferrol, 2001) es estudiante de quinto curso de Medicina de la USC. “Escogí Medicina teniendo claro que lo que me hacía feliz era la investigación biomédica y poco a poco me fui dando cuenta de que lo que más me atraía era la neurociencia”, comenta Manuel Rico, destacando su interés por el Párkinson y unas células del sistema nervioso central que se llaman glias, “que interactúan con las neuronas para afectar a los procesos fisiológicos de la enfermedad”.

En el año 2021 consiguió una beca de la Fundación Barrié que le permitió adentrarse durante el verano en la Universidad Estatal de Luisiana. Un año más tarde consiguió ser el único estudiante europeo seleccionado por el Instituto de Células Madre de Harvard para trabajar en el Centro de Medicina Regenerativa de Massachusetts General Hospital, también en verano. “Fueron dos experiencias muy enriquecedoras, y de la primera de ellas incluso publiqué un artículo científico en una prestigiosa revista de Suiza”, manifiesta.

El año pasado, coincidiendo con el cuarto curso de la carrera, estuvo en la unidad de trastornos de movimiento del servicio de Neurología de la Charité - Universitätsmedizin Berlin. 

Al regresar a Santiago solicitó la beca del programa científico Celera “porque me pareció muy atractivo y es una formación integral que pone el foco en la persona antes que el talento a nivel profesional”.

Su reacción al conocer la noticia fue de felicidad. “Lo principal que me va a permitir el programa es manejar mis inquietudes porque cuando quieres hacer un camino no tan habitual en la investigación seguro que se traduce en tener que irme fuera”, asegura. El encuentro con mentores le ayudará así a “saber llevar bien el talento que uno tiene”, un aspecto que considera necesario.

“Celera es una formación integral que pone el foco en la persona antes que el talento a nivel profesional”

Para Manuel Rico, el hecho de “estar rodeado de gente con experiencia, con sus éxitos y fracasos, te hace acelerar el proceso”. Define el proceso como de autoaprendizaje. 

Hace dos semanas estuvo en la primera sesión del programa Celera, en Madrid. Trató sobre inteligencia emocional y se centró en “descubrir lo que ellos llaman inercia. Cada uno tiene una serie de fortalezas y de debilidades y hay una emoción que te domina más que las otras. Se trata de saber de qué pie cojeas uno para saber autocorregirte”.

Cuando termine la carrera de Medicina espera hacer la residencia en un equipo potente de trastornos del movimiento. Tiene claro que se irá fuera de España pero por ahora no tiene decidido el país. Sus primeras opciones son Estados Unidos, Alemania o Reino Unido. “Quiero que sea un sitio competitivo y con un buen equilibrio entre la parte clínica y la investigadora”, apunta.

Cuando termine la residencia médica su idea es compatibilizar la clínica con dirigir su propio grupo de investigación, con un pie en el sector biotecnológico y del emprendimiento “para tener un impacto real en la vida de los pacientes”. 

El futuro médico tiene una idea muy clara: “Estar en contacto con los pacientes y ponerle cara a la enfermedad está bien, pero si no lo llevas al mercado y no consigues que tu producto sea llamativo y te compren la idea finalmente no va a repercutir en la salud de los pacientes”. 

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