Entrevista | Myriam Garabito Presidenta de UNICEF Comité Galicia

“Llegan niños huérfanos, sin registrar ni identificar, que nadie reclama”

UNICEF Comité Galicia y la Xunta se han unido, por cuarto año consecutivo, con la idea de reforzar el sistema de protección en los asentamientos de refugiados y comunidades de acogida en Uganda

Myriam Garabito, presidenta de UNICEF Comité Galicia

Myriam Garabito, presidenta de UNICEF Comité Galicia / CEDIDA

Desde el estallido de la guerra en Sudán del Sur en 2013 han llegado a Uganda cientos de miles de personas refugiadas y la mayor parte, el 61%, son niños y adolescentes. UNICEF Comité Galicia y la Xunta se han unido, por cuarto año consecutivo, con la idea de reforzar el sistema de protección en los asentamientos de refugiados y comunidades de acogida en Uganda. La intervención contribuye al alcance de la medida 37 del Pacto de Estado contra la violencia de género del Ministerio de Igualdad del Gobierno de España.

UNICEF Comité Galicia y la Xunta se unen para velar por los derechos de los niños refugiados en Uganda. ¿Por qué Uganda?

Trabajamos siempre con indicadores y Uganda ahora mismo está recibiendo muchos desplazados que llegan para protegerse de la guerra que hay en Sudán desde hace años. Hay cerca de millón y medio de personas que solicitan asilo y Uganda es uno de los países de mayor acogida de africanos. Buena parte, el 61% de los que llegan, son niños y adolescentes y UNICEF tiene que estar ahí.

¿Qué derechos están viendo anulados los niños y niñas que llegan a Uganda, principalmente desde Sudán del Sur?

Todos, pero con este programa principalmente intentamos paliar las formas de abuso, explotación y abandono. Al estar huyendo de un conflicto muchos niños llegan solos, sin sus padres, sin identificar y sin capacidad de protección. Intentamos, en primer lugar, formar a las personas que están en los campamentos de refugiados para que sepan acoger a estos niños correctamente. También hacemos gestión de casos de protección infantil, lo que implica una atención individualizada con la que intentamos cubrir las necesidades y dar respuesta a las distintas formas de violencia.

"Hay cerca de millón y medio de personas que solicitan asilo y Uganda es uno de los países de mayor acogida de africanos"

Junto a la Xunta ponen en marcha en este país un manual de crianza. ¿En qué consiste y cuál es el objetivo?

Un poco lo que decía antes. Intentamos que esas personas que estarán encargadas de atender a los niños que llegan como refugiados y a los de las comunidades de acogida, estén capacitadas para ello. Por eso les damos una herramienta en la que les indicamos como llevar a cabo la crianza, basándonos en la Convención sobre los Derechos del Niño. Estamos hablando de salud, alimentación, educación, protección y atención general de todas sus necesidades básicas.

En el marco de la campaña aplicarán medidas específicas contra la violencia de género en mujeres y niñas. ¿Cuáles serán?

Son las que normalmente se aplican en estas situaciones. Primero tratamos de identificar los casos que haya y atenderlos, y también se hacen campañas de sensibilización y de formación para que ellas mismas se den cuenta de que están siendo agredidas. Eso sí, se aplican una serie de medidas siempre adaptadas al lugar donde están porque hay que pensar que son campos de refugiados, por lo que hay mucha masificación, mucha mezcla de edades y están todos juntos, sin privacidad. Por ello la labor es muy distinta a la que se hace en un caso de violencia de género aquí.

¿La violencia de género es la que más urge erradicar en Uganda?

La violencia en general. Los niños y niñas llegan allí sin ninguna protección porque son huérfanos, llegan sin identificar y sin registrar, por lo que muchas veces si les pasa algo nadie se entera, porque nadie los reclama. Con todo, es cierto que suele coincidir que la violencia contra las niñas y mujeres es más frecuente también en estos países. Y al final tenemos que incidir más en ellas porque son la población más vulnerable.

"Muchos niños llegan sin identificar y sin registrar, por lo que muchas veces si les pasa algo nadie se entera porque nadie los reclama"

La Guerra de Ucrania ha aumentado sobremanera el número de niños refugiados. ¿Esto hace más urgente si cabe garantizar la protección de la infancia?

Por supuesto. Nosotros tenemos unos puntos azules, que son sitios donde contamos con psicólogos, médicos o educadores, miembros de UNICEF, y que están repartidos tanto en los campos de refugiados como en el tránsito hacia estos sitios. Ahí en cuanto vemos llegar a los niños, los identificamos, comprobamos si hay algún familiar con ellos, tratamos de obtener un identificador para saber de dónde vienen, si tienen la cartilla de vacunas... la idea es hacerles una pequeña ficha para cubrir sus primeras necesidades. Les proporcionamos ese espacio en el que ya están con adultos y se les puede poner algún tutor hasta que se les traslade a otro sitio. Desde que ha empezado la Guerra de Ucrania se ha invertido mucho de la recaudado en que estos puntos sigan en marcha para atender a los niños y a las familias.

Que los niños sean solo niños. Ese es su objetivo. Después de tantos años al frente de UNICEF Galicia, ¿lo ve más cerca o hay mucho que superar todavía?

Estábamos en una situación muy buena hace 3 o 4 años porque se habían conseguido logros increíbles, pero luego han aparecido factores que han perjudicado mucho nuestro trabajo: la pandemia, el cambio climático, conflictos y guerras. En todas estas situaciones los niños y niñas son los peor parados y a nosotros nos cuesta muchísimo continuar aplicando nuestros programas en estos países. Y cada vez se encuentran más en esta circunstancia: Ucrania, Siria, y distintos países en África que viven crisis sobre crisis. Las nuevas tecnologías nos han ayudado a hacer nuestro trabajo, pero a pesar de todo, llegan estos golpes que nos obligan a abordar de nuevo situaciones que ya estaban superadas.

"Estábamos en una situación muy buena pero luego han aparecido factores que han perjudicado mucho nuestro trabajo: la pandemia, el cambio climático, conflictos y guerras"

Decía hace poco que hay 14.000 niños que mueren por causas prevenibles. ¿De qué forma UNICEF trata de paliar la mortalidad infantil?

Con una buena política de agua y saneamiento, que nosotros tratamos de aplicar en todos los programas y en todos los países en los que estamos. Con eso ya nos evitaríamos muchas muertes. No obstante hay muchas dificultades porque estamos viviendo muchas sequías debido al cambio climático. Hay un montón de niñas que se ven obligadas a ir a buscar agua a otras zonas y dejan de estudiar. Somos también los mayores vacunadores de niños y niñas en el mundo y la educación es para nosotros una prioridad, sobre todo la de las niñas porque sabemos que eso es el fin del círculo vicioso de la pobreza.

También algo que ha indicado recientemente es que tras la pandemia UNICEF ha puesto el foco en la salud mental de los niños. ¿Hasta entonces no se le había dado tanta importancia?

Hace ya tiempo que tenemos el foco en la salud mental de los niños porque todos los indicadores marcan que nuestros niños no gozan de bienestar mental. Hicimos un informe con más de 50.000 pequeños de toda España centrado en el impacto de las nuevas tecnologías sobre la salud de los niños y los resultados indicaron que hay un índice de suicidios preocupante y muchos con depresión y ansiedad.

Para terminar y cambiando de tema. Hay un asunto muy preocupante que está saliendo continuamente en los medios y es el abuso que están sufriendo muchos niños por parte, sobre todo, de familiares. Un informe de Save de Children indica que los abusos sexuales en niños han crecido un 70%. ¿Qué está pasando?

Hay una preocupación muy grande en lo que respecta a la pornografía, abuso y violencia porque las nuevas tecnologías son muy difíciles de controlar. La mayoría de padres y tutores se encuentran muy desbordados por la falta de información tecnológica.Hay un grado de violencia y abuso muy serio y hay que poner muchos recursos para atajar esto. Ahora ha salido la figura del coordinador de bienestar en los colegios. Es una persona en la que los niños pueden depositar su confianza ante conflictos o algún indicio de violencia dentro del ámbito escolar.