Justicia
Ganarse a su señoría también tiene su técnica: "Las mujeres son las mejores testigos"
Avogados Novos organiza un curso de oratoria procesal para mejorar la comunicación de los letrados en los juicios | Enseñaron cómo interrogar a los testigos o actuar en sala
Elena Villanueva
Tan importante es conocer la ley como interpretarla. Y no nos referimos a buscar un determinado sentido a las normas jurídicas que forman el Derecho, sino a exponerlas, a comunicarlas de la manera más eficaz posible para los intereses del letrado y los de su representado. Ya lo decía el psicólogo alemán Albert Mehrabian: solo el 7% del contenido comunicativo se centra en las palabras; el 93% restante recae en el lenguaje no verbal –gestos, postura corporal, expresiones faciales– y en el paraverbal, el cómo se dicen las cosas (entonación, volumen...).
Conclusiones o conformidades
Estos conocimientos no se explican en los manuales de la carrera o máster de la abogacía pero sí son fundamentales a la hora de defender un pleito, de exponer unas conclusiones o incluso de negociar un acuerdo de conformidad. Porque saber ganarse a su señoría también tiene su técnica, y por ello los letrados Daniel Formoso (ICA Vigo) y Jaime Ferreira (ICA Jaén) organizaron a instancias del colectivo Avogados Novos un curso sobre oratoria procesal para el dominio de habilidades en el ejercicio de la abogacía, que tuvo lugar este fin de semana en el Hotel Miramar, Nigrán.
Interrogatorios
Durante dos jornadas, los abogados y ponentes –participaron también los letrados de Vigo, Carlos Borrás, Manuel Silveira y el procurador José Antonio Fandiño– abordaron la preparación de un caso desde varios prismas: el control del espacio en sala, la gestión del miedo, el dominio del cuerpo y los gestos, la exposición del alegato, la práctica del interrogatorio o la preparación de los testigos.
"Las mujeres son las mejores testigos porque ofrecen más detalles; el hombre es más monosilábico"
Preguntas abiertas o cerradas
Sobre estos dos últimos ítems versó la el programa matinal del sábado. Y es que no es lo mismo preguntar a los testigos de la acusación que a los de la defensa, atendiendo qué cargo ocupes. “Es muy importante que al testigo o perito que tú propongas sepas lo que van a contestar; en caso de duda, nunca preguntar”, verbalizó Ferreira, quien explicó que es muy importante “saber el móvil” del testigo contrario a la hora de declarar. “Tenemos que saber porqué la otra parte ha decidido proponerlo. Podemos o bien preguntarle a nuestro cliente, averiguarlo por redes sociales, etc., pero debemos saber por dónde nos va a salir. Sino, no preguntemos. Y siempre cuestiones cerradas”, precisó el colegiado de Jaén.
"Hasta para las conformidades hay que saber negociar; saber usar el lenguaje no verbal o corporal"
Orientar al testigo
Estas preguntas son las que se responden con un simple “sí” o “no”, todo lo contrario de lo que deben hacer con los testigos propuestos por uno mismo. “Aquí, lo primero es formular preguntar abiertas y luego persuadirlo con preguntas cerradas”, señala Daniel Formoso. Esto se debe a la relevancia de que, a su criterio, los testigos deben siempre conocer el caso. “Nunca debemos decirle al testigo lo que tiene que declarar, por eso existe el delito de falso testimonio, pero sí prepararlo para su declaración. Y ya luego, en la misma sala de vistas, orientarlo con preguntas sugestivas si ves que hay un nerviosismo por su parte o que se ha dejado un detalle importante. Saber llevarlo”, amplía el abogado de Vigo.
La mujer, el mejor testigo
Esta preparación se enmarca dentro de unas técnicas de litigios procesales muy concretas. Así, se deben realizar dos reuniones previas con los potenciales testigos, una al inicio del pleito y otra 24/48 horas antes del juicio. Si hay algo fundamental a la hora de proponerlo es su credibilidad. “Por ejemplo, las mujeres son mucho mejor testigos que los hombres porque son más detallistas, se quedan más con lo periférico frente a los hombres que suelen tirar más a lo monosilábico”, explica Ferreira.
Renunciar a las testificales
Independientemente de esta cuestión, es vital distinguir si se tratan de testigos directos o de referencia, qué pueden aportar la caso, su motivación, sus limitaciones a la hora de comunicar y, sobre todo, qué pasaría si no declarasen. “Si tenemos otra prueba, no se interroga. No nos la podemos jugar con un interrogatorio porque podría salirnos mal, que se ponga nervioso, que diga algo que nos perjudique... En caso de duda o si contamos con otra prueba, no se pregunta”, concluye el letrado Jaime Ferreira.
Al término de las aportaciones teóricas, la veintena de participantes realizaron una serie de ejercicios prácticos como juicios simulados para ejecutar lo aprendido.
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