Un nuevo estudio del CSIC rebela que ingerimos unos 262 microgramos de plástico al año a través del agua embotellada. Lo sorprendente es que esa cantidad de residuos plásticos es similar a la que se encuentra en la que bebemos del grifo.

Se ha comprobado que esos nano microplásticos pueden atravesar las barreras biológicas y llegar a los tejidos y células. Un peligro real que, gracias a esta investigación, se podrá detectar con mayor precisión. Hasta que la normativa llegue, los expertos sugieren tomar algunas precauciones como, por ejemplo, consumir menos alimentos envasados. Medidas para evitar que, estos diminutos pero nocivos trocitos de plástico, dañen nuestra salud.