Opinión | POLÍTICAS DE BABEL

Portugal marca tendencia

 ESPAÑA NO ES UNA EXCEPCIÓN, pero es cierto que aquí la fuerza de Vox es relativa, y su impacto en los arcos parlamentarios depende en buena medida de la capacidad del Partido Popular de actualizar programas, discursos y personas que eviten lo anodino y generen ilusiones renovadas. La clave está en demostrar que, para propiciar un cambio de Gobierno y de paradigma político, la derecha necesita consolidar el centro y atraer al sector más ‘moderado’ de la derecha menos ‘extrema’. ¿Es posible? Sí. El Parlamento de Galicia es prueba de ello. Sin embargo, esta mirada atenta al auge de los extremismos, los nacionalismos y los populismos en Europa es algo que inquieta también en las formaciones conservadoras (incluso pese al declive que están experimentando los grupos políticos de la izquierda populista y radical).

El propio Feijóo reconoció el pasado martes que la deriva ultraderechista que está tomando Europa le ocupa y preocupa. También la comisaria europea de Asuntos de Interior Ylva Johansson confesó estos días en Madrid su desasosiego por el devenir político y sociológico que están experimentando numerosos países del entorno europeo debido, entre otras cosas, a los miedos que genera la cuestión migratoria en la ciudadanía (quizá esté pensando la Comisaria en las nuevas formaciones de extrema derecha que se afianzan ya en Francia, Alemania, Austria, Italia, Países Bajos, etc., y que pueden llegar a ocupar cerca de la mitad de la futura Eurocámara).

El caso más reciente ha tenido lugar en Portugal. Las elecciones legislativas del pasado 10 de marzo en nuestro país vecino son fiel reflejo de una tendencia que se detecta en la UE. En el caso luso, ha sido el partido Chega, el que parece haber arribado para romper un bipartidismo que se había consolidado a lo largo de los cincuenta años de democracia que llegaron con la Revolución de los Claveles y tras el fin de la dictadura. En buena parte del sur de Portugal, Chega ya es hoy la segunda fuerza. A nivel general, el partido ultraderechista Chega obtuvo 48 diputados, frente a 8 de Iniciativa Liberal (IL), los 77 del Partido Socialista (PS), y los 79 de Alianza Democrática (AD), coalición de centroderecha a la que se suman sus socios de Madeira. Es decir, Chega ha cuadruplicado los 12 escaños que logró para el Parlamento luso en 2022. Por su parte, los ecosocialistas de Livre no pasaron de los 4 escaños; el animalista PAN obtuvo 1; y el Bloco de Esquerda (BE) con 5 diputados, y la Coalición Democrática Unitaria con 4 aun aunando a comunistas (PCP) y ‘verdes’ (PEV), mantienen su ocaso en la política portuguesa.

Habrá que seguir viendo cómo se va plasmando en Europa esta nueva moda escorada a la derecha más radical que atrae a sectores muy diversos de la sociedad y, lo que es más sorprendente, a un número cada vez más amplio de jóvenes de los más variados contextos geográficos, quienes también sufren la falta de expectativas laborales dignas, los bajos salarios y las carencias detectadas en ámbitos tan sensibles como la vivienda o la educación. Asimismo, y dado que estas formaciones vienen para formar Ejecutivos y ejercer su poder de representación en los países en los que sean decisivas para formar Gobierno, será preciso ver hasta qué punto su presencia en las coaliciones gubernamentales altera o determina los procesos democráticos a los que estábamos acostumbrados, y que pueden llegar incluso a alterar el arco ideológico del Parlamento Europeo tras las elecciones del 9 de junio si se produjese la unión de democristianos, conservadores y ultraderechistas.