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De romería vamos

CASI TODAS las gentes de los barrios confluyen por unos días en el centro de Santiago. No para participar en las fiestas de los ‘maios’, que no los vemos ni de soslayo. Por el contrario, al programa de la Ascensión 2024 observo que no le falta detalle. Es para sentirse un tanto abrumado: verbenas, ferias, festivales, comparsa de cabezudos, bailes tradicionales y hasta algo de tango y exhibiciones de caballos en Amio. 

A muchos kilómetros, en Malmö, Eurovisión. Si con lo referido lo comparamos, vaya tostón. Perdió el encanto de los años de iniciación; aquello que propiciaba que las familias se juntasen entorno a un solo televisor. Todo ahora es luz, mucho ruido y excesiva exhibición. Dejémoslo estar y que gane el -fácilmente- mejor rival del dúo español.

Volviendo a las fiestas que acaparan nuestras calles, paseos y plazas, es de resaltar el circuito ‘CorreSan’, una apuesta que viene de atrás pero que cobra más vida con el añadido de ‘A Ruta da Prata’, un nuevo tramo inicial. Por fortuna, en Angrois tiene salida y meta final. Así no cabe rendirse a lo que algunos llamarían el paraíso ‘ComeMal’, un mundo de rosquillas, almendras garrapiñadas, churros, manzanas caramelizadas y golosos dulces con azúcares de muchos colores y sabores, demasiado tentadores. 

Vacío estaba ese pulmón natural que da respiro a la ciudad una fría mañana en la que allí concurrimos escolares de los colegios compostelanos. No sé si fue algo puntual o nueva edición de algo ya rodado. Llevábamos dorsal para competir en una prueba de corto recorrido, a medida de aquel tropel bullicioso y animado, aunque en absoluto entrenado. Yo también corría como podía cuando, a mitad de camino, escuché una voz a mis espaldas que ya sin aliento me decía: “¡Espérame: contigo quiero llegar a la meta!”. Parecía una burda treta, pero no: era la petición ingenua de Marina, una colega que nunca logró ser atleta ¿Qué será de ella? Pese a todo, era buena compañera. 

En ese Parque da Alameda hay historia y arte a raudales. Las estatuas, árboles, bancos de verde pintados y los que ahora traen de cabeza a las autoridades: los de piedra con respaldos de la fábrica de Sargadelos, llenos de representaciones de ardillas y niños con instrumentos musicales. Primer crowdfunding gallego que habrá que volver a convocar si no se zanja esa moda de poner candados en lugares tan singulares. Sobran sitios para inmortalizar viajes y amores que quieren verse de este modo mejor sellados.

Muy bien compuestas, pero sin apuestos novios, en este itinerario vemos cómo quedaron esculpidas para la posteridad Maruxa y Coralia. Son memoria de las atrocidades de aquellas décadas aciagas de nuestra historia. Algunos las recordamos vivas y coleando. Que nadie las interprete mal al observarlas jovialmente vestidas y cogidas del brazo, pues son todo un símbolo de resistencia ante infames humillaciones sufridas a causa de la filiación política de sus hermanos.

Algo me faltaría si en esta ruta, en medio de tanta música, no mencionase el bello palco. No acoge ya melodías tocadas por las bandas. Está un poco abandonado. Quizás si viviera José López Calo -fallecido hace exactamente ahora cuatro años- nos hablaría sobre su glorioso pasado y puede que, de resultas, volviese a ser ocupado. 

¡Cómo corre el tiempo! ¡Y yo distrayéndoles con estos comentarios en lugar de darles cancha para ir de romería -como creo que procede- o a menearse con la Orquesta Panorama! Disculpándome, les dejo. Hasta la próxima semana.