Los que prefieren que decidan otros

La propensión abstencionista ha caracterizado siempre al electorado gallego con respecto al del conjunto estatal, más todavía cuando lo que está en juego es la Presidencia de la Xunta y no la del Gobierno central

Tres personas que ya han decidido no votar en unos comicios en los que la participación será determinante explican el porqué

Una persona deposita su voto en la urna

Una persona deposita su voto en la urna / EFE

El abstencionismo, la decisión de no acudir a votar en un proceso electoral, es un fenómeno que se produce incluso en aquellos países donde emitir sufragio en sus elecciones es obligatorio –como Argentina, Bélgica, Luxemburgo o Uruguay– conllevando, incluso, sanciones económicas en algunos de los casos. Más allá de ciertos mantras de tono paternalista como el “si no votas, después no te quejes”, abstenerse en unas elecciones es una opción tan legítima como decidirse por alguno de los candidatos o votar en blanco y bastante más que introducir una rodaja de chorizo en el sobre –llegados a este momento debería existir ya consenso en que este no es un buen método para emitir un voto nulo–.

Sin embargo, a pesar de ser una posibilidad común en los procesos electorales de todo el mundo, existen lugares en los que por motivos sociales, económicos o demográficos, entre otros muchos, se da una mayor tendencia a ‘dejar plantada’ a la urna el día de la cita. Galicia es, sin lugar a dudas, uno de esos lugares. 

Ya en 1992, el catedrático de Ciencia Política Xosé Vilas Nogueira apuntaba precisamente a esta “propensión abstencionista” del electorado gallego como una de las características que diferenciaban su comportamiento del de los electores del conjunto de España. Muchos procesos electorales se han sucedido desde que el profesor Vilas escribiera esas líneas en su estudio ‘Las elecciones autonómicas de Galicia (1981-1990)’. Sin embargo, la menor tendencia de los gallegos a emitir sufragio continúa inalterable. 

Para prueba un botón: Galicia es, junto a las ciudades autónomas de Ceuta y Melilla, la comunidad que menor participación media registra en las elecciones generales desde 1977, un 62,86% frente al 72,2% del conjunto de España. Una pulsión abstencionista que se realza todavía con más fuerza cuando lo que se eligen son representantes para la designación del presidente de la Xunta y no del Gobierno central. De los once procesos electorales autonómicos que la comunidad ha celebrado desde la aprobación del Estatuto, tan solo se alcanzó una participación por encima del 60% en cinco ocasiones.

Evolución de la participación electoral

Evolución de la participación electoral / ECG

Los motivos son muy diversos, desde el hartazgo con la clase política y la polarización existente hasta la consideración de los comicios autonómicos como de poca importancia o la falta de información sobre la política gallega en el electorado del Censo Electoral de Residentes Ausentes (CERA). A escasos días de unas elecciones en las que todos los expertos apuntan que la participación será determinante, EL CORREO GALLEGO se pone en contacto con tres ciudadanos que ya han decidido no participar de la selección del rumbo político que la comunidad tomará tras el próximo 18-F.

“La política es individualista”

Isabel Pascual, vecina del concello pontevedrés de Nigrán, no recuerda cuál fue la última ocasión en la que acudió a ejercer su derecho al sufragio. Da igual el carácter de los comicios: “soy completamente apolítica”. Los cambios surgidos durante la última década en los sistemas políticos español y gallego, con la aparición de nuevos partidos, lejos de hacerle recuperar la ilusión, ha hecho que la pierda definitivamente, porque, en su opinión, “hoy en día existe una variedad de partidos exagerada, pero ya han demostrado que son todos iguales”.

Para esta ciudadana del Val Miñor, la política se ha convertido en “puro individualismo”. A su juicio, lo que está en juego no es mejorar el bienestar de la población a través de los servicios públicos, “avanzar” en definitiva. “Los políticos hace tiempo que ya no piensan en cómo mejorar nuestra vida, solo se tiran los trastos unos a la cabeza de los otros. Existen muchas mentiras y muy poquita sensatez”, apunta. 

Evolución de la participación en las elecciones

Evolución de la participación en las elecciones / ECG

A pesar de haber decidido ya que el próximo 18-F sean otros quienes decidan el futuro político de la comunidad, es consciente de que el resultado de las urnas le afectará en su día a día: “soy consciente de que el resultado, sea cual sea, me afectará en muchos aspectos, como en todas las elecciones anteriores. No obstante, me pesa mucho más esa impresión de abandono por parte de la clase política”.

“Es necesario vivir en Galicia”

La historia de João Fernandes Darriba es una más de los 476.514 inscritos en el CERA, de los que apenas el 29% nació en la comunidad. Este estudiante de Psicología en la Universidad Veiga da Almeida, en Río de Janeiro (Brasil), nieto de un pontevedrés que emigró al país carioca, nunca ha vivido en Galicia. Son precisamente ese desconocimiento de la vida en la comunidad y la tumultuosa situación política del país en el que vive los que hacen que renuncie a un derecho que, en su caso, le viene heredado.

 “No voy a votar porque, realmente, no conozco mucho la política de allí. La actualidad política de Brasil ya es lo suficientemente complicada, como para dedicar energías a informarme sobre lo que está pasando en otro sitio”, explica. 

En su opinión, es “injusto” que ciudadanos como él, que no conocen los problemas cotidianos que se viven en la comunidad, tengan la posibilidad de votar. “No tenemos un conocimiento real de la política gallega. Creo que es necesario vivir allí para saberlo de verdad. Podría ir a votar y hacer una mala elección, pero mi casa no se va a ver perjudicada. Serán las personas que sí hacen su vida allí las que sufran las consecuencias”, justifica.

“Solo me informo por redes”

Laura Veiga, compostelana y estudiante de un FP de Turismo, ya ha decidido también que no votará el próximo domingo, a pesar de ser las primeras elecciones autonómicas en las que contaba con la capacidad de poder hacerlo. Su testimonio es el de uno de esos jóvenes que creen que la red publica no va a mejorar sus condiciones de vida.

No va a cambiar nada. Hay un montón de problemas con los alquileres y con la sanidad, pero tenemos un gobierno de unos en Galicia y de los otros en España y tampoco veo que estén haciendo nada por nosotros”, explica con amarga frustración. Su percepción, como la de muchos de sus coetáneos, viene indudablemente asociada a un modo de adquirir información en el que las redes sociales e internet son la fuente principal de consulta.

Lo único que miro es por redes, normalmente Instagram y Twitter (ahora X). Hace tiempo que no veo la tele, salvo algún fin de semana que como con mis padres, y la verdad es que no tengo mucho tiempo para leer periódicos”, explica esta estudiante, que apunta que, por lo que ve entre sus allegados, “también se informan por redes, después te puede interesar más o menos...”.