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El debate sobre el debate

Luis Pérez Fernández

Luis Pérez Fernández

HAY CASUALIDADES QUE NO LO PARECEN. Ayer encontré en el buzón dos cartas. Como si de una pareja bien avenida se tratara, junto a la tarjeta censal en la que implícitamente se me recordaba que el 23-J hay elecciones, cogida de ganchete venía acompañada de otra del Gobierno sobre la nueva temporada del programa de Turismo del Imserso (2023-2024), que comenzará a partir de octubre. Aprovecha el firmante, señor Barriga Martín, para recordarnos en el segundo párrafo, aunque no haría falta pues el mismo empieza diciendo “Como sabe”, que el programa “va dirigido a mejorar la calidad de vida de las personas mayores, contribuye a un envejecimiento activo, previene la dependencia y la soledad y sostiene el empleo y la actividad económica ligada al turismo en nuestro país”. O sea, ni el bálsamo de Fierabrás. Cura todos los males físicos y mentales de nuestros mayores y salva la economía del país. Insisto, si no es propaganda electoral encubierta, pagada con fondos públicos, lo parece. Y ya sabemos lo de la mujer del César.

Con la felicidad de los mayores asegurada por el Imserso, la economía que se sale gracias a Calviño, el independentismo catalán domeñado, ETA derrotada por Zapatero, los servicios sociales y el feminismo en máximos y el PP metido en líos con Vox no debería Sánchez preocuparse tanto por los debates ni acudir a programas de televisión que tanto detesta. Le bastaría con esperar al día de las votaciones para alzarse con una victoria rotunda, inapelable. Si no lo hace es porque ni el mismo se lo cree o bien por el convencimiento de que sus compatriotas no están capacitados para apreciar tanta maravilla. Me inclino, mirando las encuestas, por la primera opción. Después de cinco años bajo su batuta perdiendo poder adquisitivo y cuando los jóvenes a lo máximo que pueden aspirar para emanciparse es alquilar una habitación, poco consuelan los fríos datos estadísticos que sostienen, cual espejismo, que nuestro país avanza a toda máquina, más que ningún otro de Europa.

Pero el 28-M nos enseñó que los ciudadanos también votan según sus valores, y en este momento el mundo occidental al que pertenecemos se inclina hacia los del conservadurismo. Desde Finlandia a Grecia, pasando por Italia, votaron a la derecha. También España, sociológicamente de izquierdas, escoró en las municipales y autonómicas a diestra. Muchos votantes socialistas optaron por Feijóo y castigaron a Sánchez. El presidente quiere, a menos de un mes, revertir la situación presentándose como moderado. Los debates son una herramienta.

Lo natural es que en cualquier campaña electoral haya debates, aunque solo sea para descartar su influencia. Importa más el predebate, o sea, el debate sobre los debates que el acto en si. Y en este momento va ganando Feijóo, por el simple hecho de marcar unas pautas formales a las que Sánchez dócilmente de somete. Con esta insistente actitud desprende sensación de perdedor (electoral).

En el debate sobre los debates entró también Pontón. La líder del BNG sabía la respuesta, pero logró unos titulares. Los socialistas, todavía sin candidato en Galicia, es el menos interesado. De ahí su agria reacción. El problema sobrevenido para el nacionalismo gallego será no alcanzar los elevados objetivos que se propone: Cinco actas para constituir grupo parlamentario. Aunque mejores, si no cumples las expectativas es como si perdieras. La prudencia es una gran virtud.