{ Políticas de Babel }

Los mensajes del Papa

José Manuel Estévez-Saá

José Manuel Estévez-Saá

El PAPA FRANCISCO aprovechó la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) celebrada en Portugal para dejar un buen número de mensajes cargados de simbolismo. Como suele hacer el Pontífice, especialmente si son los jóvenes los destinatarios de sus palabras, se saltó parte de los discursos oficiales facilitados a la prensa. Quien dirige la Cátedra de San Pedro sabe que las grandes audiencias premian la espontaneidad y la sencillez de las “ideas fuerza”; ésas que se afianzan en la mente de las personas y perviven en la memoria. Por eso habló de una Iglesia con “las puertas bien abiertas”, para que “todos puedan entrar”, independientemente de su clase, credo o condición. Y asoció esta imagen al “corazón siempre abierto” de la Virgen María, personificada en las madres, con capacidad para acoger y amar a todos sus hijos, “todos; todos, sin distinción”.

También habló Francisco de la importancia de superar las caídas, los errores que uno pueda cometer en un momento de su vida. “Lo importante no es caer, sino no permanecer caído”, comentó. Esta idea de superación, de levantarse tras fracasar o cometer un error, la asoció también al papel de los católicos; a su labor a la hora de conmoverse y ayudar a los demás, sin despreciar ni abandonar a nadie. Afirma el Papa que “el único momento en que es lícito mirar a una persona de arriba abajo es para ayudar a levantarla”. Consciente como es de las amenazas del mundo superficial y virtual del que tantas veces se rodean los jóvenes, el Papa habló de “apasionarse por la vida real”, olvidando las apariencias y “los retoques fotográficos”. Se trata de abandonar “la prepotencia”, “la comodidad” y “las falsas idolatrías virtuales”.

Asimismo, la idea del “perdón” ha estado presente en Lisboa, tanto a la hora de aceptar al que se equivoca, como en el momento de reconocer la gravedad de los errores cometidos. Por eso supo pedir perdón también el Obispo de Roma por los casos de abusos sexuales sufridos por menores en instituciones y centros religiosos portugueses; admitiendo la gravedad de los casos y el dolor que estos “escándalos” han infligido a las víctimas y a sus familias. Hasta para ello es necesario no sentirse atemorizados. “No tengan miedo”, gritó Francisco en su misa de despedida en Lisboa. Todo un mensaje de esperanza de alguien que sabe lo que es soportar la presión y las críticas de los sectores católicos más conservadores debido a su perfil reformista y aperturista; y que ha visto también cómo “el cansancio” y “el desánimo” están afectando a países de tradición católica debido al “secularismo” y a la “indiferencia hacia Dios y hacia la práctica de la fe”. De ahí que el Pontífice no quisiese abandonar Portugal sin animar a los peregrinos y a todos los colectivos a “sumarse a la Iglesia y trabajar para cambiar el mundo”.