{ POLÍTICAS DE BABEL }

Brexit: freno o marcha atrás

José Manuel Estévez-Saá

José Manuel Estévez-Saá

HACE DOS LUNES decíamos aquí que todo seguía igual o peor entre Madrid, Londres y Bruselas en lo relativo al Acuerdo sobre Gibraltar; una relación tensa que este verano se vio jalonada de desencuentros medioambientes, marítimos, pesqueros y de seguridad. Las iniciativas tanto de Rishi Sunak como de Pedro Sánchez para retomar las rondas de negociación entre Gibraltar y España, que ahora deben aguardar a la formación de un nuevo Gobierno en nuestro país, se han topado con denuncias y acusaciones mutuas entre el ministro de Exteriores español, José Manuel Albares, y el todavía ministro Principal de Gibraltar, Fabian Picardo. Digo ‘todavía’ porque esta semana habrá elecciones en el Peñón; unos comicios que los sondeos han llenado de incertidumbre y que, curiosamente, coincidirán con la celebración del día de la Hispanidad, el próximo jueves 12 de octubre.

Y mientras aguardamos a ver qué deparan las urnas, nos vienen a la mente dos cuestiones principales: un deseo y un dato objetivo. El deseo va dirigido al nuevo Ejecutivo que pueda hacerse cargo del Peñón, al que le pediríamos que suavizase la vehemencia con la que reivindica como propias las aguas que rodean Gibraltar, ignorando el artículo X del Tratado de Utrecht, las resoluciones de la ONU, e incluso la situación de debilidad en la que ha quedado el Peñón tras el Brexit. El dato objetivo alude al hecho de que conviene no olvidar que, en el referéndum de 2016, nuestros hermanos ‘llanitos’ votaron en un 95,91% a favor de permanecer en la UE. Este dato es relevante, pues estas semanas hemos visto cómo los sondeos realizados en Reino Unido reflejan, al menos, otros dos datos significativos.

Por un lado, la desafección de los británicos hacia el Brexit y sus fatídicas consecuencias. Por otro, el auge de un Partido Laborista que muchas encuestas ya dan como vencedor en las elecciones del próximo año (con hasta 21 puntos de ventaja). Además, esta realidad se vuelve más compleja no sólo por apuntar a la potencial caída del Partido Conservador, sino también porque el laborista Keir Starmer (que votó por la permanencia en la UE) no oculta su inclinación a revisar el Pacto de Salida, abriéndose a renegociar hasta cuatro fórmulas (incluida la de “miembro asociado”) para mantener al máximo nivel posible los vínculos económicos, comerciales, diplomáticos y hasta jurídicos con los veintisiete antiguos socios de la Unión. Y mientras Starmer prepara su travesía hacia el 10 de Downing Street, Rishi Sunak trata de revitalizar un Partido Conservador en horas bajas, ocultando sus siglas, y echando mano de promesas relativas a reformas sociales, educativas y sanitarias. También con iniciativas destinadas a frenar la inmigración y las solicitudes de asilo, nuevos proyectos locales de transporte, y acciones para impulsar su batalla cultural.