{ EL RUIDO DE LA CALLE }

El problema de la vivienda, del crecimiento en habitantes y la economía en la ciudad

Ramón Quiroga

Ramón Quiroga

DECÍA EINSTEIN, en su faceta de pensador, lógicamente menos conocida que la de científico, pero no por ello menos sugestiva, que en la dificultad también hay una oportunidad.

Y así es como se debe ver desde el poder local la importante problemática de la vivienda en Compostela y sus efectos colaterales –no ya sólo a nivel personas o familia que es lo más importante– sino también en cuanto a la falta de crecimiento en número de habitantes, y por ende de la potenciación de la economía local, en clara desventaja estratégica con otras ciudades y concellos limítrofes, que no sólo crecen en habitantes sino que colateralmente en importantes asentamientos empresariales.

Con datos de 2021, Compostela es la ciudad gallega de más de 30.000 habitantes que menos vivienda vacía tiene, en un porcentaje en torno al 10%, frente a una media autonómica que rozaría el 30%.

Independiente de los datos, su método de cálculo, y del número real de viviendas disponibles, todos sabemos que en el Concello encontrar vivienda en propiedad o alquiler es cada vez más difícil, y más todavía a precio asequible, que el precio en general es alto, y que incluso algunas de sus calles aparecen como de las más caras de Galicia.

Pero todo ello no ha surgido de la nada, ni es relativo, sino real, y deviene de años de inmovilismo municipal, porque aunque las causas son muchas, y no se trata aquí de un análisis de tesis, sí podemos estratificar algunas de las principales.

Dejando de un lado cuestiones que exceden del municipio y pertenecen al ámbito competencial estatal, como las reformas de las leyes de arrendamientos, vivienda, o las famosas recargas del IBI nunca aplicadas.

En primer lugar, la falta de los desarrollos urbanísticos municipales programados en el plan general, donde a título de ejemplo –existen otros– sólo entre la zona de Mallou, Amio Norte y A Pulleira se rozaría el millón de metros cuadrados con un uso de residencial denso y un porcentaje medio del 75% de vivienda de protección, de los que desde hace años o décadas nada se sabe de la iniciativa municipal. Por contra, sí el Gobierno Autonómico actúa con el anuncio de construcción de 36 viviendas de protección en Lamas de Abade en régimen de alquiler.

En segundo lugar, la clamorosa falta de un nuevo Plan Especial del Casco Histórico, donde manteniendo la total idiosincrasia y protecciones de la ciudad Patrimonio de la Humanidad, se actualice una ocupación a vivienda residencial (también comercial) con los servicios necesarios, incluido un parking. De todos es conocido los problemas de despoblación residencial y comercial, y lo que es posible en otras ciudades patrimonio lo sea también en Compostela.

Y finalmente, amén de los denominados pisos turísticos cuyo análisis precisaría un gran debate, la excesiva burocracia que no juega precisamente un papel incentivador solucionador.

Todo ello supone claramente la inexistencia de una adecuada oferta en inmuebles y precio de vivienda en régimen de alquiler o de propiedad, y como efecto colateral un menoscabo de crecimiento en número de habitantes y la pérdida de los flujos económicos que conlleva.

El Concello, después de décadas en las que han existido acontecimientos de gran magnitud como la sede e implantación de la Xunta de Galicia, el Parlamento Autonómico, el Xacobeo, la declaración de ciudad Patrimonio de la Humanidad etc. no ha conseguido rebasar la horquilla de los 95.000 a los 100.000 habitantes, ni tampoco existe más plan que no hay ningún plan.

En contrario, y principalmente, por la falta de vivienda y precios asequibles, el Concello vecino ha duplicado su población desde el año dos mil, pasando (en números redondos) de los 16.000 a los 32.000, y ese fenómeno migratorio también se esparce por otros limítrofes. Sólo con ese aumento, Santiago pasaría a ser la tercera ciu dad de Galicia, lo que también conllevaría mejor posicionamiento, más y nuevos ingresos, y que el uso de los servicios también se vean compensados tributariamente.

De eso se trata, como decíamos al inicio, en la dificultad también puede haber una oportunidad.