Casi 120 ‘sin techo’ consiguieron en 2022 una plaza en alojamientos tutelados por el Concello

Raxoi y entidades como Cáritas, Cruz Roja y Feafes gestionan cinco pisos y hospedajes en pensiones para personas sin hogar // “No siempre es fácil que comprendan su situación y acepten ayuda”, manifiesta una trabajadora social

Varias personas sin hogar durmiendo en el acceso a la dársena de Xoán XXIII, en Santiago /antonio hernández

Varias personas sin hogar durmiendo en el acceso a la dársena de Xoán XXIII, en Santiago /antonio hernández / ARTURO REBOYRASA.R.

Un total de 117 personas sin hogar, que vivían en las calles de Santiago, consiguieron en 2022 una plaza en alguno de los alojamientos que ofrece el Concello de la mano de entidades sociales como Cáritas, Cruz Roja o Feafes. Son datos que manejan los servicios sociales de Raxoi, que en la actualidad coordinan cinco pisos tutelados donde conviven personas que algún día se vieron en la calle. Dos están gestionados por Cáritas y otros dos por Feafes, mientras que el quinto lo autogestionan los propios usuarios, aunque con la supervisión de los técnicos de servicios sociales.

Eva, una de las funcionarias que trabajan en este departamento, explica que el Concello cuenta con varios programas de apoyo a las personas sin hogar. Relata que la administración local tiene “por primera vez una trabajadora social dedicada exclusivamente a las personas sin techo”, aunque reconoce que, aún así, no siempre es fácil alcanzar los objetivos marcados, sobre todo por la singularidad de los usuarios del servicio. “No es fácil que acepten la ayuda que se les ofrece, antes hay que ganarse su confianza”, explica.

El SEMUS, el servicio municipal de atención a urgencias sociales, que gestiona la Cruz Roja con el Ayuntamiento, hace rondas tres días a la semana para saber cuál es la situación de los sin techo. “El protocolo consiste en una primera visita a la zona donde duerme el posible usuario para que nos conozca. El primer contacto suele ser distante, no nos ganamos su confianza de buenas a primeras: antes de nada hay que crear un vínculo, una relación en la que te acepte y confíe en lo que le propones... solo a partir de ahí puedes empezar a hacer gestiones para ayudarle”, señala Eva a EL CORREO.

Según el último informe facilitado por el SEMUS al Concello, actualmente viven en las calles de Santiago unas 10 personas. “Hay que tener en cuenta que algunas personas no quieren cambiar de vida. Hay quien tiene serios problemas de salud o de adicciones y se niega a recibir ayuda o a integrarse en un programa de servicios sociales; y luego también están los que viven en la calle por elección propia: gente que se ha adaptado a ese tipo de vida y que se mueve de una ciudad a otra”, afirma.

Para quienes están dispuestos a dar un paso adelante, se ofrecen básicamente dos programas de alojamiento: uno de pensiones, gestionado por la Cruz Roja; y otro denominado de pisos de transición, que coordinan Cáritas y Feafes. “En ambos casos son alojamientos temporales, pero en los que el usuario puede permanecer hasta que consigue algún tipo de prestación que le permita vivir por cuenta propia”, explica, al tiempo que matiza que, aunque existe supervisión municipal, “se promueve un tipo de alojamiento normalizado, es decir, aquel en el que el usuario no tiene la sensación de vivir al amparo de una institución”.

En el caso de los pisos, que actualmente son cuatro, acogen hasta cuatro ocupantes por unidad. “La persona puede pasar en la vivienda dos meses o más, hasta que obtiene una prestación con la que pueda pagar un alquiler u otro tipo de ayuda que le permita ser autosuficiente”. Quienes optan por alojarse en un hostal o pensión también pueden quedarse con los gastos todos pagados hasta que consiguen alguna prestación que les posibilite hacer un planteamiento de vida y seguir adelante.

Como datos, Eva revela que, además de las 117 personas que se acogieron a alojamiento en 2022, desde los servicios sociales municipales también 161 prestaciones socioeconómicas para cubrir necesidades básicas de personas sin hogar. El 85 % son varones y el promedio de edad es de 46 años. Las estadísticas también revelan que el 63 % de los sin techo que viven en las calles de Santiago son de nacionalidad española. Por otro lado, en 2022 fue necesario judicializar el 3 % de los casos. “Son personas que se encuentran en una situación muy mala, con problemas patológicos, mentales, de adicciones, y que se niegan a recibir ningún tipo de ayuda. En estos casos recurrimos al juzgado para que se dictamine su ingreso en un centro residencial o bien su traslado a un centro sanitario para que reciba asistencia sanitaria”, explican desde Raxoi.

Centro de inclusión en Belvís. Compostela Aberta denunciaba en el pleno del pasado jueves que “Bugallo e Mila Castro r

enunciaron ao proxecto do Centro Municipal de Atención Integral ás Persoas sen Fogar para facer no seu lugar un edificio administrativo”. Se refería de esta manera María Rozas a la instalación municipal situada en el parque de Belvís que el actual gobierno local prevé convertir en un Centro de Inclusión, a lo que Compostela Aberta se ha referido como un “edificio de despachos”.

En conversación con este periódico, Mila Castro defiende el proyecto que impulsa el gobierno local, porque “este centro permitirá solucionar un montón de problemas, de diferente naturaleza, a personas que viven en riesgo de exclusión”. Además, sostiene que “la experiencia nos dice que lo que menos necesitamos en Santiago es otro albergue para personas sin hogar, porque hemos comprobado que este tipo de alojamientos es el lugar al que menos quieren ir”. En este sentido, la concejala de Políticas Sociais mantiene su apuesta por la “incorporación normalizada de las personas sin techo a la vida normal, rechazando totalmente el fomento de una situación crónica de la marginalidad”.

Los residentes del casco histórico piden una solución digna para quienes duermen en la calle

Los residentes del casco histórico de Santiago no perciben la efectividad de las políticas que impulsa el Concello para ayudar a las personas sin hogar. El presidente de la Asociación de Veciños Fonseca, Roberto Almuíña, lamenta las condiciones en las que se encuentran los sin techo que a diario duermen en la zona monumental. “Pedimos unha solución digna para estas persoas.Non é de recibo que vendo esta situación o Concello non faga nada para darlles un teito alomenos para durmir”, afirma en relación al grupo de personas que se cobijan en los soportales del edificio de Correos y en la puerta de la Sala Yago. “É un tema que leva moito tempo sen resolverse. Hai unha experiencia previa positiva, que no foi na pandemia, cando se habilitou oSeminario Menor para as persoassen fogar, e todas foron para alí, conseguindo incluso que despois algunhas se reincorporaran á vida normal.Por que non se convirte aCasa da Xuventude nun albergue para elas?”, se pregunta el representante vecinal.

“De nada nos sirve contar con un centro de nueve o diez habitaciones al que no quiere ir nadie”, asegura Castro, a la vez que apunta que desde servicios sociales se trabaja “por la dignidad de estas personas y en defensa de sus derechos, también el de contar con un alojamiento propio”. Por lo tanto, el centro que propone Compostela Aberta “no sería útil para la realidad que se vive en las calles de Santiago”. En este argumento también coincide Eva, la técnico del departamento: “Pueden aceptar ir a un albergue en un momento puntual, pero no lo ven como una opción para vivir a largo plazo”, concluye.

Los residentes del casco histórico de Santiago no perciben la efectividad de las políticas que impulsa el Concello para ayudar a las personas sin hogar. El presidente de la Asociación de Veciños Fonseca, Roberto Almuíña, lamenta las condiciones en las que se encuentran los sin techo que a diario duermen en la zona monumental. “Pedimos unha solución digna para estas persoas. Non é de recibo que vendo esta situación o Concello non faga nada para darlles un teito alomenos para durmir”, afirma en relación al grupo de personas que se cobijan en los soportales del edificio de Correos y en la puerta de la Sala Yago. “É un tema que leva moito tempo sen resolverse. Hai unha experiencia previa positiva, que no foi na pandemia, cando se habilitou o Seminario Menor para as persoas sen fogar, e todas foron para alí, conseguindo incluso que despois algunhas se reincorporaran á vida normal. Por que non se convirte a Casa da Xuventude nun albergue para elas?”, se pregunta el representante vecinal.