sindo guinarte

“De todos los sitios en los que monto la noria, las mejores vistas son las de Santiago”

El padre de Francisco Rodríguez inició la tradición de la Ascensión hace más de 20 años // Nueve trailers llegan de Úbeda para instalar el gigante de 52 metros que abrirá el sábado

Montaje de la noria de 52 metros de alto, ayer en la Alameda/ jesús prieto

Montaje de la noria de 52 metros de alto, ayer en la Alameda/ jesús prieto / natalia sequeiro

A Francisco Rodríguez nunca le dieron miedo las alturas. Afortunadamente. “La noria fue mi herencia y es un orgullo”, señala ante el imponente amasijo metálico que estos días monta en la Alameda compostelana. Si nada falla durante el proceso, la noria abrirá al público el próximo sábado. Su padre fue el primero en traer la atracción a Santiago hace algo más de 20 años. Hoy se ha convertido en un icono de las fiestas de la Ascensión que empiezan el próximo martes.

Sindo Guinarte: “Es el icono más reconocible” 

··· El concejal de Fiestas, Sindo Guinarte, considera que la noria es uno de “los iconos más reconocibles de las fiestas de la Ascensión”. El Concello licitó recientemente el contrato para cobrar por la instalación de las atracciones. Deben pagar al Concello 120.000 euros anuales, incluyendo también el Apóstol.

El montaje comenzó el pasado domingo por la mañana. Antes el equipo de Francisco Rodríguez salió de Úbeda (Jaén) donde su abuelo o “puede que incluso el bisabuelo”, explica, creó la empresa. En toda España, asegura, “se cuentan con los dedos de una mano” el número de compañías que se dedican a la instalación de norias. La comitiva se compone de nueve tráilers. En ellos llegan las piezas de la atracción estrella de la Ascensión. “¿Cuántas?, en total no sabría decir. Radios son 48 y cada uno viene en dos partes”, señala. El equipamiento incluye una grúa con capacidad para mover hasta 1.150 kilos, que a primera hora de la tarde de ayer levantaba la caseta en la que se comprarán las entradas. Los trabajos comenzaron el domingo y desde la mañana ya se había completado la circunferencia. Pero ahora “aún queda lo más complicado”, aclara Rodríguez. “La parte de abajo es lo peor, y además ahora empieza a pasar gente”, asegura.

Una parte de la flota de nueve camiones que viaja desde Andalucía está compuesta también por las viviviendas en las que tanto Rodríguez como los trabajadores pasarán las próximas semanas. Desde San Lázaro, donde residen temporalmente, cada mañana al levantarse ya contemplan la noria. Con sus 52 metros de altura empata, junto a la que instala otra empresa, como la más grande de España, dentro de las que no son fijas. Rodríguez recuerda que cuando se construyó, allá por el año 92, “no existía noria tan grande en el mundo”. El diseño partió de su padre y para realizarla acudió a la empresa Cons Metal, una firma de estructuras metálicas de Úbeda sin experiencia en este tipo de atracciones de feria. Rodríguez quita importancia al linaje familiar y asegura no conocer la historia de cómo su familia empezó a dedicarse a un negocio que tiene ya tres generaciones. “Lo mismo que un día te da por montar una ferretería y te vuelves ferretero toda tu vida”, afirma.

Aunque el programa oficial de la Ascensión terminará el próximo 21 de mayo, la noria estará en total unas tres semanas en Santiago. “Más si me deja el concejal de Fiestas”, bromea Rodríguez. Cada jornada pueden subirse a la atracción unas mil personas y hasta “3.000 en los días muy buenos”. Después volverá a Santiago para las fiestas del Apóstol. A lo largo del año se instala también durante la Navidad en Vigo, en Sevilla, en Málaga, en Gijón —para la Semana Negra— y en Albacete. Pero Francisco Rodríguez no tiene dudas. “Yo siempre digo que de todos los sitios en los que monto la noria, las mejores vistas son las de Santiago. Tienes la Catedral enfrente, se ve todo, hasta donde están las viviendas nuestras en San Lázaro”, asevera.

Creadas gracias a la inspiración de las norias de agua para regar los huertos, entre las preferidas de Rodríguez está la famosa London Eye que se levanta 120 metros a orillas del Támesis. Tras dos años sin venir por la pandemia, la Giant Whell recaló nuevamente en el punto más alto de la Alameda el año pasado. Los años del covid fueron duros para la empresa de Rodríguez. “Tenía hipoteca, tenía los coches y boom, llegó el coronavirus, menos mal que salió lo de los ERTE y por lo menos pudieron cobrar y comer”, recuerda.