La ilustradora Sandra Lodi, o el humor como mensajero amable de la tragedia

Afincada en Santiago, Sandra Lodi lleva años transmitiendo la dura realidad por medio de inquietantes y divertidas ilustraciones

Sandra Lodi en su estudio

Sandra Lodi en su estudio / Cedida

Adriana Quesada

Lluvias de ideas. Palabras que por separado no tienen un sentido, pero que juntas conforman una familia. Es ahí donde se esconden las ideas, aunque también afloran en los instantes de conversaciones absurdas, paseos por la sombra y momentos de risas entre amigos. En cada instante de la cotidianidad hay una buena idea, una buena ilustración y, es así, como Sandra Lodi encuentra sus temas.

Afincada en Santiago desde 2017, llegó a la capital compostelana para empezar a trabajar como diseñadora gráfica. Sin embargo, la llegada de la pandemia supuso el cierre de bares y buenas ideas, por lo que cuando la empresa donde trabajaba tuvo que cerrar se encontró ante un punto de inflexión: “Vamos a intentar vivir de esto”.

Poniendo empeño en sacar adelante su trabajo, admite que “los comienzos son duros”. Hay una mezcla de factores a tener en cuenta para poder salir adelante en esta disciplina: “mucho trabajo, suerte y saber diversificar”. Admite que al inicio tuvo que hacer “un poco de todo” sin dejar de lado nada, lo que la ha llevado a hacer trabajos de diseño, ilustración, murales, pintura... Una serie de trabajos que tienen todos el nexo común de las artes plásticas.

Party is over/sandra lodi

Party is over / sandra lodi

Aferrada a lo atemporal, a todo aquello que no caduca, basa sus ilustraciones únicamente en imágenes. “En las redes sociales estamos muy expuestos a contenido visual y, cuando la gente ve texto, se concentra más en el contenido. Por eso sé que lo mío tal vez no sea la mejor opción para ganar repercusión en redes, pero no es algo que me obsesione”, explica.

Humor de serie

Su trabajo se centra en transmitir lo que opina sobre determinados temas y problemáticas sociales por medio de imágenes que resulten inquietantes para el espectador, pero que también lo hagan reír. “Hay que saber llevar lo que sucede con humor, sea lo que sea. Cada uno es responsable de lo que transmite con su trabajo, de si hiere a alguien, pero reírse de los problemas es la mejor forma de reflexionar”, explica.

Y es que el humor no es una forma de restarle relevancia a algo, sino que es una forma de darle peso ante los ojos de la gente. “Las imágenes de este tipo entran fácil, hacen que la gente pueda reflexionar sobre cosas en las que, a lo mejor, no había pensado”, comenta. Su propio trabajo lo demuestra: en O camiño a ningures muestra un futuro distópico en Santiago de Compostela causado por los problemas de la peregrinación. “Es algo que sucede, que existe”, insiste.

A veces, el hecho de tratar determinados temas desde un punto de vista humorístico y, además, expresando un punto de vista concreto puede resultar en polémica. “Hice una ilustración donde mostraba el problema de la pederastia en la Iglesia y, digamos, que se enfadaron un poco”, recuerda. Sin embargo, para ella eso no tiene por qué ser algo negativo: “El hecho de que alguien se tome la molestia de mandarte odio por algo que has hecho significa que no lo ha dejado indiferente. Yo, cuando algo no me gusta, lo ignoro, por lo que si he despertado el rechazo de esa forma es que algo estoy haciendo sentir”, comenta.