Un estudio del Cimus demuestra que personas con tauopatía no siempre desarrollan alzhéimer

Se trata de una investigación internacional en la que se observa que el tau no se expande al resto del cerebro si no hay amiloide

Los investigadores del Cimus de la Universidade de Santiago Alejandro Costoya Sánchez y Pablo Aguiar/cedida

Los investigadores del Cimus de la Universidade de Santiago Alejandro Costoya Sánchez y Pablo Aguiar/cedida / koro martínez

Un estudio científico internacional coordinado desde el Cimus y el IDIS por Pablo Aguiar acaba de demostrar que quienes tienen tauopatía primaria asociada a la edad no siempre desarrollan alzhéimer, como hasta ahora se venía pensando. Un estudio del que, en palabras de este investigador, “la información útil que se puede derivar para un neurólogo es que les puede decir a sus pacientes que si tienen tau pero no tienen amiloide, es probable que su evolución sea buena”.

En conversación con este periódico, Aguiar explica que el alzhéimer “se caracteriza por el depósito de dos proteínas tóxicas en el cerebro, el amiloide y el tau, y que ésta última está directamente relacionada con la sintomatología”, e insiste en que puede darse el caso de que una persona tenga amiloide pero “mientras no tenga tau puede estar tranquila, ya que es el tau el que genera algún tipo de deterioro en el cerebro”.

Con este estudio publicado en JAMA Neurology y en el que también han participado Michael Schöll, de la Universidad de Gotemburgo, y Michel Grothe, del Instituto de Biomedicina de Sevilla, lo que han hecho es preguntarse qué sucede con quienes sí tienen tau pero no amiloide, una situación sobre la que “no se sabía muy bien qué pasaba porque el tau es la proteína que realmente produce los síntomas, y hemos visto que como no tienen amiloide, al cabo de unos años el tau no se expande al resto del cerebro y, por tanto, no desarrollan una demencia y se quedan con una sintomatología leve”. El investigador subraya que “el camino que siguen es completamente diferente al de los que presentan amiloide y tau, que seguramente serán dependientes en un plazo de cinco años”.

Haciendo uso de la tomografía por emisión de positrones (PET) con un trazador sensible al tau patológico para confirmar que una cantidad significativa de personas con deterioro cognitivo padece tauopatía, los coautores principales del trabajo, Alejandro Costoya Sánchez de la USC y Alexis Moscoso de la Universidad de Gotemburgo, analizaron imágenes PET de amiloide y tau, imágenes de resonancia magnética nuclear, biomarcadores de líquido cefalorraquídeo, y resultados de pruebas neuropsicológicas de 965 personas de las bases de datos de la Alzheimer’s Disease Neuroimaging Initiative (ADNI), el Harvard Aging Brain Study (HABS) y el estudio AVID-A05. La mitad eran mujeres, su edad media era de 74 años y el 93% eran caucásicos.

De todos ellos, 264 tuvieron PET de tau positivo y de amiloide negativo, siendo clasificados como individuos con tauopatía. A su vez, 451 tuvieron PET de tau positivo y de amiloide positivo y fueron clasificados como pacientes con alzhéimer. El resto mostraron biomarcadores negativos y estaban clínicamente sanos a nivel cognitivo, y fueron clasificados como controles.

Los resultados sugieren que la tautopatía primaria relacionada con la edad es una entidad patológica distinta al alzhéimer, con lo que requerirá también de un enfoque terapéutico diferente. Algo en lo que incide Pablo Aguiar, quien asegura que “el objetivo de las terapias actuales es precisamente empezar a tratar a los pacientes cuando el tau no está expandido en todo el cerebro”.

Sobre la investigación, señala que pretenden continuar con ella para “saber qué les pasa a esas personas dentro de siete o de diez años, ya que “nosotros con este trabajo lo que garantizamos es que en tres o cinco caminan en una dirección muy distinta a la de los que tienen alzhéimer”.