Entrevista | Aitor Martínez Artesano de la madera y Premio Joven Promesa de Maestro Artesano

Aitor Martínez: “Que tus piezas se vendan en el Thyssen es una buena carta de presentación”

El Círculo Fortuny, una asociación española que engloba empresas del sector de la alta gama, lo galardonó ayer como Joven Promesa de los Premios Maestro Artesano

Aitor Martínez, en su taller de Tomiño, con algunas de las piezas elaboradas por él

Aitor Martínez, en su taller de Tomiño, con algunas de las piezas elaboradas por él / ECG

De madre vasca y padre gallego, desde muy joven tuvo trabajos relacionados con la carpintería. Fue el primer español en formarse en Francia en la prestigiosa escuela J.F. Escoulen y a la vuelta decidió profesionalizarse y dedicarse por entero a la artesanía de madera con su propio taller, en Tomiño. El Círculo Fortuny, una asociación española que engloba empresas del sector de la alta gama, lo galardonó ayer como Joven Promesa de los Premios Maestro Artesano.

¿Siempre trabajó en madera?

Al acabar de estudiar tuve diferentes trabajos, pero siempre relacionados con la carpintería.

¿No fue una vocación tardía? Porque abrió su taller en 2021.

No. Yo empecé de aprendiz de carpintero con unos 23 años, de aprendiz. Viviendo ya en Galicia hice interiores de yates porque en el sector naval había bastante trabajo. Y fue en esa época cuando pensé en hacer juguetes de madera. En vez de comprar las piezas torneadas, decidí aprender a tornear para tener más libertad. Y aunque tornero no es lo mismo que carpintero, tienes mucho ganado porque conoces el material.

¿Cómo ve la continuidad del oficio de carpintero o artesano de la madera?

Lo veo complicado, pero no imposible. Antes siempre veías al carpintero o fontanero, este tipo de oficios, con un aprendiz al lado. Era la forma de asegurar el relevo. Ahora no se ve, y, de hecho, la gente me dice que si me quedo sin trabajo que vuelva a la carpintería porque no hay carpinteros. Parece que estos oficios se han quedado un poco relegados y todo el mundo quiere ser administrativo o influencer, tener trabajos de turnos...

¿Qué papel cree que ocupa la artesanía en España?

Yo creo que hay un camino por hacer. Curiosamente, salvo la gente que ya tiene sensibilidad y está un poco pendiente de lo que se hace, siempre se saca el tema del precio y es que la artesanía es cara. Yo, por ejemplo, en el taller tengo piezas desde 30 euros hasta 3.000. Es decir, no necesariamente es cara. Yo creo que hay artesanía para todos los bolsillos. El caso es saber darle el valor y, al final, la mejor ayuda para el artesano es que le compren piezas.

¿Cree que tiene futuro?

También es una salida estupenda para la gente joven, pero hay que hacérselo ver. Luego, ¿sabes qué ocurre? Que en España, en Galicia en concreto, donde yo estoy, parece que nadie es profeta en su tierra y que todo lo de fuera siempre es mejor, pero yo estoy orgullosísimo de estar en España porque, dentro de la pluralidad, hay un montón de gente haciendo cosas diferentes, cosas bonitas, y es importante darle un poco de visibilidad y estar orgullosos de todo lo que se hace aquí y defenderlo.

Premios como el que acaban de entregarle ayudan...

Sí. De repente sacan a la luz cosas que no saldrían de otra manera.

Además, lo otorga una asociación de productos de lujo.

Sí. Es que hay una parte de este trabajo que está destinado a eso. Pero también hay mobiliario que es de lujo, también hay iluminación que es de lujo... Sus integrantes están muy acostumbrados a ver muchas cosas y que pongan el ojo en tu trabajo es un privilegio para mí, pero eso no quiere decir que mi trabajo esté restringido única y exclusivamente al mundo del lujo.

El premio incluye 6 meses de mentoring por parte de una empresa. ¿En qué campo le gustaría que le guiasen?

Yo lo que hago bien es estar en el taller; me encierro en el taller, cierro la puerta y es mi mundo, mi santuario. Ahí es donde estoy a gusto trabajando. Cuando se rompe mi comodidad es cuando tengo que abrir esa puerta y salir al mundo. Entonces el consejo que les pediría es un estudio de qué obras que hago son más vendibles, porque al final hay que adaptarse al mercado, y dónde puedo llegar a la gente, acceder a esos sitios en los que puedo vender mis piezas. Lo que quiero es que me ayuden a abrir la puerta de mi taller. Lo que busco al final, y estoy empezando a hacerlo, es vivir de mi trabajo y poder compartir tiempo con mis hijas y ser feliz. Y que ellas me vean feliz.

Trabaja usted con el Museo Nacional Thyssen-Bornemisza. ¿Cómo comenzó la colaboración?

Sí. Hice unas piezas para la tienda del Museo Thyssen. Contactaron conmigo y me propusieron tener piezas en la tienda con la condición de que tenían que estar inspiradas en alguna obra del museo. Me invitaron a visitarlo y, después de verlo, llegué a un cuadro que parecía que me estaba esperando. Les hice varias propuestas y aceptaron una de ellas. Y, claro, decir que tus piezas se venden en el Thyssen es una muy buena carta de presentación.

¿Cómo define su trabajo actual?

Es un trabajo de autor. Mi intención es hacer lo que me gusta y poder estar con mis hijas. Quiero que mis hijas vean que se pueden hacer cosas bonitas para que ellas piensen en buscar cosas que les gusten para vivir, y vivir mejor.