Futuro

El Obradoiro llega tarde al partido y sufre las inclemencias del vendaval ofensivo vitoriano

El conjunto entrenado por Moncho Fernández solo anotó 9 puntos en el primer cuarto, pero desde el segundo siguió el ritmo ofensivo de los locales // Kassius Robertson fue el jugador que más puntos hizo en pista con 27

La grandísima presión defensiva del Baskonia les sirvió para recuperar nueve balones y forzar trece pérdidas en el conjunto compostelano / ACB

La grandísima presión defensiva del Baskonia les sirvió para recuperar nueve balones y forzar trece pérdidas en el conjunto compostelano / ACB / Ander Zabala / André Couce

Ander Zabala

Se hizo todo lo que se pudo, aunque no fue suficiente. Ese es el resumen, como ya ocurrió hace unos días en Málaga, de la actuación desarrollada ayer por el Obradoiro en su cita contra el líder de la categoría. No tuvo piedad el Baskonia, dispuesto a dejar sentenciado el combate por la vía rápida con un primer asalto que quedará para el recuerdo en el Fernando Buesa. Y es que cualquier otro no hubiese sido capaz de recuperarse de la sucesión de directos a la mandíbula de un conjunto que no hace prisioneros. Pero incluso contra las cuerdas y casi noqueado, el equipo santiagués fue incapaz de tirar la toalla a rebufo de la exhibición de Robertson, serio candidato a jugador más valioso de la jornada con sus 44 puntos. La derrota es la quinta en los seis encuentros más recientes del conjunto compostelano.

Kassius Robertson fue el pegamento del equipo con sus 27 puntos / ACB

Kassius Robertson fue el pegamento del equipo con sus 27 puntos / ACB / Ander Zabala / André Couce

Solo era necesario acudir al apartado de estadísticas acumuladas para conocer el peligro del Cazoo Baskonia. Y pese a la advertencia, el castillo de naipes construido por Moncho Fernández sólo opuso resistencia al primer golpe de viento en forma de vendaval de un rival furibundo. Con Heidegger y Thompson desatados, los muchachos de Joan Peñarroya firmaron un parcial 21-4 que expuso todas las diferencias que separan a uno y otro plantel. Diferencias que se convirtieron en un abismo de proporciones insalvables para un Obradoiro que no encontró respuestas en el banquillo. Ni el tiempo muerto ni las rotaciones planteadas por el entrenador compostelano sirvieron para dar un golpe de efecto que se antojaba imprescindible a la hora de mantenerse con vida en el enfrentamiento.

Ya en el segundo cuarto, el conjunto santiagués quiso enderezar su errático rumbo, aunque mantuviese algunos titubeos en su peregrinar. El buen trabajo de Robertson y Blazevic, cada vez más atrevido, sirvió para acercar a sus compañeros en el tanteador gracias a un parcial 6-11 logrado en poco más de dos minutos (51-32, min. 27). Una dinámica que encontró continuidad en los instantes previos y posteriores al descanso. El intermedio sentó muy bien a un Obradoiro que regresó al parqué muy enchufado, con otro parcial 3-8 que sirvió para quedarse cerca de la barrera mental de los diez tantos (63-51, min. 25).

Moncho Fernández: “Se juntó un primer cuarto terrible en el aspecto ofensivo y defensivo”

El técnico santiagués encontró justificación a la derrota en los primeros minutos realizados por sus jugadores en Vitoria: “Perder por dieciséis puntos con Baskonia puede ocurrir. La pena es que eso ocurra a los cuatro minutos y que a partir de ahí no haya partido. Entramos horriblemente en cosas que queríamos hacer, que no fuimos capaces y ellos nos castigaron”. Moncho Fernández lamentó el bache que dejó el partido sentenciado de inicio porque coincidió además con pérdidas y falta de acierto anotador. “Se juntó un primer cuarto terrible en el aspecto ofensivo y defensivo”, apuntó.

Quizás por no destacar sólo la parte negativa de lo vivido en el Fernando Buesa, reconoció: “A partir de ahí quedaba remar por orgullo y esperar que apareciese el acierto en algún momento. Teníamos problemas defensivos, pero si éramos capaces de anotar en un partido que ya estaba muerto, aunque nos acercásemos en la barrera de los diez puntos”. De igual modo destacó “la capacidad de sacrificio” de sus jugadores para “seguir trabajando” pese a verse fuera de la lucha por el triunfo incluso “por encima del partidazo que ha hecho Robertson”. Una actuación individual que elogió: “Él preferiría haber hecho un partido peor y ganar, pero es verdad que ha hecho una gran actuación como ya lo hizo en el partido de ida contra el Baskonia”.  

RESULTADO

Baskonia (34+24+20+32): Thompson (20), Marinkovic (9), Giedraitis (8), Hommes (5), Kotsar (15) -quinteto inicial-, Howard (4), Heidegger (26), Raieste (2), Diez (14), Costello (7), Kurucs y Savkov.

Obradoiro (9+31+23+31): Westermann (1), Robertson (44), Álvaro Muñoz (6), Álex Suárez (6) y Guerrero (4) -quinteto inicial-, Magnay (5), Vicedo (4), Zurbriggen (3), Blazevic (13), Walker (3), Phil Scrubb (5) y Niang.

Árbitros: Sánchez Mohedas (Colegio vasco), Jiménez Trujillo (Colegio andaluz) y Mendoza Holgado (Colegio extremeño). Sin eliminados.

Incidencias: Fernando Buesa Arena. 6.447 espectadores

Para ello fue necesario que Robertson diese rienda suelta a todo su potencial anotador, con 27 tantos a falta de un cuarto de hora para el final del partido. Una auténtica exhibición de fundamentos y energía que obligó a Joan Peñarroya a parar el encuentro con la idea en mente de ajustar los parámetros de su sistema defensivo. En todo caso, fue un largo espejismo que se esfumó de la vista del Obradoiro con el paso de los minutos. Un oasis en mitad de un desierto que se encargó de imponer la lógica sin prisa pero sin pausa. Las pérdidas de balón en la circulación entre la primera línea regalaron dos canastas muy fáciles a los exteriores baskonistas hasta colocar, de nuevo, la diferencia de 20 puntos (83-63, min. 31).

Con la X del vencedor despejada en la ecuación del partido volvió la mejor versión de un quinteto obradoirista que jugó mejor cuanto más lejos de su adversario se vio. Quizá por aquello de jugar libre de presión, los exteriores de Moncho Fernández fluyeron encontrando ayuda en la buena lectura de juego de su batería de interiores. Un recurso que se vio solapado por la actuación portentosa de Kotsar, absoluto dominador en las dos pinturas. El interminable pívot estonio castigó todas las debilidades defensivas de Blacevic y guió a sus compañeros por el camino más corto hacia el triunfo en un envite al que el Obradoiro llegó demasiado tarde.