Opinión | On-Off

¡Menos mal que nos queda… Galicia!

HOY TOCARÍA HABLAR DE LA AMNISTÍA. O de Inditex, por motivos bien diferentes. Pero la actualidad camina tan deprisa que un día después ya son historia. En un caso historia lamentable mientras que en el segundo de éxito empresarial y orgullo social. Si Sánchez hubiera dicho la verdad, hasta se le podría comprender. Si en vez de proclamar que con la amnistía hacía de la necesidad virtud hubiera reconocido que, más allá de su dudosa legalidad -a la postre, qué más le da- sólo es pura necesidad, la de los siete votos de Puigdemont para mantenerse en el poder. Su legitimidad la determinarán los tribunales, los europeos en última instancia. Es probable que el Constitucional español, dada su composición proveniente del poder político de cada momento, dé su visto bueno. Con un TC nombrado por la hoy oposición el fallo sería otro. Urge cambiar el modelo.

Dado que la amnistía es un hecho desde el 23 de julio, tal como desveló Junqueras a los pocos días con motivo de la elección de la Mesa del Congreso y que los resultados de Inditex son el reflejo de una gestión acertada desde que Ortega abrió su primer Zara en 1975 las preocupaciones del momento se centran en otras cuestiones sobrevenidas, que generan notable incertidumbre. No voy a citar Ucrania, Gaza, la inestabilidad iberoamericana, la pobreza africana ni el riesgo Trump para la democracia en el mundo por ser inabarcables para la política española y más todavía para la gallega. La amenaza a Israel -como tal se plantea- del Gobierno con reconocer a Palestina como estado no deja de ser otra más de Sánchez. Eso sí, en diferido por si las moscas.

En estas, Aragonés -que a pesar del apellido, a su pesar supongo, no es maño pero tiene maña- convoca elecciones en Cataluña y, pásmense de sus habilidades: prorroga los presupuestos del Estado Español. El resultado, entre otros muchos, es que perjudica a Galicia. Un dato anecdótico: Por una serie de circunstancias que no vienen al caso viajé este mes desde Santiago a Chantada, ida y vuelta, por la AP-53 hasta Lalín, en la que te sablean como si fueras a Ourense. Ningún descuento, de lo que presumía el Bloque, y ya veremos si en ausencia de presupuestos se cumple lo firmado. Los precedentes no ayudan.

La causa del adelanto y, por ende la ausencia de los presupuestos en España, no es por la falta de apoyo a un megacasino en Tarragona de nombre y capital extranjero, Hard Rock, con cientos de tragaperras, ruletas, crupiers y parafernalia adjunta, nada acorde con los principios teóricos de la izquierda, representada aquí por ERC y PSC, sino que se trata de ponerle freno a Puigdemont en su intento de recuperar el título de Honorable President. Tenemos lío en Cataluña y en toda España. La pregunta es: ¿Por qué no pueden tramitarse unos presupuestos en Congreso y Senado si quienes los debaten son los mismos diputados de siempre, y que al menos deberían sumar los 178 que dieron el sí ayer a la amnistía? Sea cual fuere la respuesta, a Galicia le perjudica.

Y junto a la esperpéntica deriva política española sumemos la de nuestros hermanos portugueses. Casi uno de cada cinco se inclinan por la derecha populista de Chega! La excepción ya no es ibérica, es galaica. No somos pues el peor país del mundo, como se deja caer en las campañas electorales. Con escasa fortuna, por ciento. Tenemos agua, viento, Inditex y el Camino de Santiago. Somos el territorio español con menos delitos de odio y la mejor equidad educativa. Y muchos activos y virtudes más. O sea, ¡menos mal que nos queda… Galicia!