Investigadores del Ciqus crean un método para analizar la composición de colores de manera poco invasiva

Aplicando silicona sobre la superficie de obras de arte sólo se retiran cantidades nanoscópicas de material, previo al análisis

Massimo Lazzari, investigador del Ciqus en un laboratorio

Massimo Lazzari, investigador del Ciqus en un laboratorio / Jesús prieto

Un equipo del Centro Singular de Investigación en Química Biolóxica e Materiais Moleculares da USC (CiQUS) desarrolló un método que permite analizar la composición química de los colores en obras de arte de manera poco invasiva, evitando tener que retirar demasiado material del propio objecto artístico. “La técnica en sí comenzó hace bastantes años. El problema que tienen las obras de arte es que para saber los componentes que hay en cada una, colorantes o pigmentos, no puedes llevarte un trozo de la obra como tal, sino que tienen que ser análisis no destructivos”, explicó a este medio Masimo Lazzari, investigador principal del Ciqus y coautor del estudio junto a Daniela Reggio, que acabó su doctorado el año pasado y el conservador francés Antonio Mirabile, encargado de la parte artística.

En concreto, se trata de un método de muestreo para llevarse algo de la superficie de la obra que definimos como “nano destructivo”, ya que sólo extraen una cantidad muy pequeña de la muestra que se traduce en “un millón de veces menos que un gramo”. Lo que hacen es apoyar una muestra de silicona sobre la superficie, que al retirarse se quedan en las mismas cantidades nanoscópicas de material y se hace un análisis que recibe el nombre de SERS (Espectroscopía Raman de Superficie) que luego se examina y se identifica el colorante.

En la actualidad tratan de identificar los colorantes que se usan en rotuladores sobre obras del CGAC

La estrategia se desarrolló entre el año 2016 y el 2020, y después se comenzó a aplicar en estudios más teóricos.

En un primer momento, los investigadores aplicaron el nuevo método sobre la superficie de una obra del artista japonés Kokunimasa Utagawa. Sus hallazgos dan cuenta de la transición en las técnicas empleadas para mezclar colores durante este periodo: el uso de pigmentos lacados que se encontraron principalmente en las áreas de color rojo presentes en la obra de Utagawa. La mezcla del Azul de Prusia con sulfuros de arsénicos u óxido de hierro para formar nuevos colores. Y también el análisis de otros colores reveló el uso de ciertos pigmentos orgánicos e inorgánicos tradicionales, como el bermellón y el negro de carbón, combinados con colorantes sintéticos introducidos en esta época.

Este nuevo protocolo tiene múltiples aplicaciones para su uso en materiales de patrimonio cultural y puede ser validado para patrimonio arquitectónico. En la actualidad, siguen trabajando en la línea de identificar los colorantes que se usan en los rotuladores sobre algunas obras de la colección permanente del CGAC (Centro Galego de Arte Contemporánea).

Esta nueva estrategia para la toma de muestras permitió llegar a niveles de detección que no era posible alcanzar con otros instrumentos espectroscópicos y cromatográficos. “No existía nada con unos límites de sensibilidad tan bajos, es una metodología completamente nueva que no deja marcas en la obra”, aseguró Massimo Lazzari.