Entrevista | Concepción González-Bello Catedrática de Química orgánica de la USC

“Buscamos desarrollar antibióticos precisos contra las superbacterias”

Concepción González-Bello, catedrática de Química orgánica de la USC, está al frente del grupo de investigación del CIQUS en antibacterianos / ECG

Concepción González-Bello, catedrática de Química orgánica de la USC, está al frente del grupo de investigación del CIQUS en antibacterianos / ECG

Las superbacterias, o bacterias multirresistentes, son un problema para todo el mundo, pero resultan especialmente graves cuando atacan sistemas inmunológicos débiles o debilitados. “Pacientes con cáncer o personas ancianas y recién nacidas son especialmente vulnerables a estos patógenos. También aquellas que han sufrido lesiones graves, cirugías o trasplantes, ya que a menudo necesitan tratamientos con antibióticos para prevenir o tratar infecciones”, explica la catedrática de Química orgánica de la USC, Concepción González-Bello, al frente del grupo de investigación en antibacterianos del Centro Singular de Investigación en Química Biolóxica e Materiais Moleculares (CIQUS) de la USC.

Cuando ya no se pueden tratar las infecciones con los antibióticos de primera línea es necesario emplear fármacos más caros. La mayor duración de la enfermedad y del tratamiento, a menudo en el medio hospitalario, incrementa los costes de la atención sanitaria y la carga económica para las familias y la sociedad. Con el objetivo de encontrar nuevos agentes antibacterianos efectivos para tratar las infecciones mortales causadas por bacterias resistentes, el grupo de González-Bello está explorando tres estrategias principales: la viabilidad bacteriana, la resistencia bacteriana y la comunicación entre bacterias. “En primer lugar”, apunta González-Bello, “lo que estamos intentando desarrollar son antibióticos precisos que incidan sobre las bacterias más resistentes, las del ámbito hospitalario. Para ello, tratamos de buscar detalles especiales en el funcionamiento de estas bacterias, qué cosas no poseen otras. Conociendo mejor su comportamiento conseguiremos una mayor efectividad al enfrentarnos a ellas”.

La segunda de las áreas de trabajo de este grupo investiga acerca de los antibióticos denominados “adyuvantes”, una especie de “ayudante” del antibiótico, traduce González-Bello, “para que así el compuesto (antibiótico), del que disponemos hace más de cincuenta años, sea más eficaz. Lo que hace dicho ayudante es bloquear aquellos mecanismos que la bacteria ha desarrollado para destruir el antibiótico”.

Para avanzar en la lucha contra estas superbacterias, la tercera línea de investigación se centra en “no usar antibióticos, sino en debilitar a los patógenos con un compuesto parecido al suyo y evitar así que se comuniquen o que trabajen en equipo. Se trataría de mantener las bacterias aisladas para que nuestro sistema se deshaga más fácilmente de ellas”, indica González-Bello.

La estrategia de la industria farmacéutica en el descubrimiento de fármacos para el tratamiento de enfermedades infecciosas no ha cambiado de manera significativa en los últimos 60 años. “Esta estrategia no es otra que hacer modificaciones a los medicamentos ya existentes”, señala González-Bello.

El año pasado, la ONU lanzaba la siguiente alerta: el desarrollo de nuevos antibióticos está “estancado” y es insuficiente para hacer frente a la creciente amenaza de la resistencia microbiana. Desde 2017, solo se han aprobado doce antibióticos, diez de ellos de clases que ya enfrentan resistencias. Según los análisis anuales de la Organización Mundial de la Salud (OMS), en 2021 solo había 27 nuevos antibióticos en desarrollo clínico contra patógenos que se consideran prioritarios, frente a los 31 de 2017.

Entre los obstáculos para la aparición de nuevos productos, González-Bello señala el largo camino hasta la aprobación, el alto coste y las bajas tasas de éxito. En la actualidad, según la OMS, se tarda entre 10 y 15 años en conseguir que un candidato a antibiótico pase de la fase preclínica a la clínica. En el caso de los más innovadores, la cifra se reduce a uno de cada treinta candidatos.

En el grupo de González-Bello se abordan también otras patologías, como la tuberculosis, causada por la bacteria Mycobacterium tuberculosis. “Tenemos mucho interés en la bacteria que la provoca, porque es muy especial y se escapa a la acción de los antibióticos”. González-Bello afirma que no existe en Europa una alarma por la transmisión de esta enfermedad, pero sí en América del Sur, África o la India. “Es una bacteria muy inteligente y persistente, y hay un interés por buscar fármacos alternativos, porque el tratamiento que existe tiene ya más de 40 años y es muy prolongado”.

También han hecho su incursión en el desarrollo de agentes antivirales contra el covid: “se ha avanzado mucho en vacunas, pero no en antivirales porque es más difícil. Estamos buscando financiación para poder continuar y desarrollar un tratamiento eficaz”.

Las consecuencias del abuso de antibióticos

La resistencia a los antibióticos es un fenómeno natural, aunque el uso indebido de estos fármacos en el ser humano y los animales está acelerando el proceso. Por eso, autoridades sanitarias y expertos no se cansan de repetirlo, también González-Bello: “el abuso de los antibióticos ha contribuido a que las bacterias muten y se hagan más y más resistentes al medicamento”. Su recomendación es “utilizarlos siempre en la dosis y el tiempo justos indicados por el médico, y no tomarlos como algo banal”.

Cada vez es mayor el número de infecciones, avisa la OMS —por ejemplo, neumonía, tuberculosis, gonorrea y salmonelosis—, cuyo tratamiento se vuelve más difícil debido a la pérdida de eficacia de los antibióticos. Esta resistencia está poniendo en riesgo los logros de la medicina moderna. Si no disponemos de antibióticos eficaces para prevenir y tratar las infecciones, los trasplantes de órganos, la quimioterapia y las intervenciones quirúrgicas se volverán más peligrosas. Por término medio, la resistencia a la mayoría de los nuevos fármacos se registra dos o tres años después de su entrada en el mercado. La ONU prevé 10 millones de muertes por superbacterias en 2050, tantas como por cáncer en 2020.