la cifra
Santiago debería cuadriplicar el peso industrial en su PIB para alcanzar los retos fijados por Europa
El sector apenas aporta el 5,63 % de la riqueza en la comarca compostelana, muy lejos del 20 % recomendado // La biotecnología, la actividad farmacéutica o la agricultura de cercanía presentan un importante potencial
La Unión Europea tiene muy claro que la industrialización es el mejor camino para avanzar hacia el progreso y obtener un crecimiento económico potente capaz de aportar bienestar social. En este sentido, Bruselas fijaba entre sus grandes retos del Horizonte 2020 que la contribución al Producto Interior Bruto (PIB) del sector llegase al menos al 20% en todos los países. Una meta que sí se alcanza en comarcas gallegas como Vigo, Ferrolterra e incluso el Barbanza, vinculada en este caso a la actividad conservera, pero de la que Santiago está lejos.
Concretamente, según un análisis del sindicato Comisións Obreiras en base a los últimos datos del Instituto Galego de Estatística (IGE) correspondientes a 2020, la industria apenas aporta el 5,63 de la riqueza que se genera en Compostela y su área de influencia –en torno al 7 % si solo se considera la ciudad–, por lo que debería multiplicarse por cuatro para cumplir los retos fijados por Bruselas. Los motivos de esta posición tan baja, según el responsable de Políticas Industriais de CCOO, Francisco Méndez, hay que buscarlos principalmente en la historia de Santiago, “muy vinculada tradicionalmente a la Iglesia, a los servicios y ahora a las instituciones y a la Universidad”. Además, en el entorno “tampoco se ha creado industria”. En su momento, puntualiza, hubo una actividad minera “que se cortó”. “Se consideró que se podría vivir del turismo y la administración y para mí eso es un desequilibrio bestial”, analiza.
A mayores apunta la falta de suelo industrial a precio razonable, un punto en el que coincide con el presidente del Club Financiero de Santiago, Roberto Pereira, quien solicita, además, políticas más intensas que incidan en la atracción de proyectos. Entre las claves para revertir la actual situación cita también una mejora de las comunicaciones, con un aeropuerto Rosalía de Castro que pese a ser líder absoluto en Galicia tanto en movimiento de pasajeros como de mercancías (donde acapara casi el 90 %) “todavía carece de conexión directa con ciudades importantes de Europa” y depende del enlace con Madrid “o de tener que ir a Oporto”. Por último, Pereira apela una vez más a que se agilicen las licencias, tanto de obra como de apertura, para aquellas empresas e industrias que decidan ubicarse en la ciudad. “La burocracia ha matado más de un proyecto, por permisos cuya concesión se prolonga hasta dos años. Esto tiene que resolverse, como se hizo en Portugal”, indica.
¿Limitar la actividad comercial en los polígonos?
Donde no convergen es en la necesidad de habilitar más metros cuadrados para albergar nuevas iniciativas industriales, ya que mientras el presidente del Club Financiero reclama “la construcción de nuevos polígonos”, el representante sindical opina que “suelo industrial hay”, como demuestra que A Sionlla “tiene parcelas vacías de sobra”. Méndez aboga por “dejar de llenar los polígonos industriales de actividad comercial, como está sucediendo”, pues lo que se consigue, a su juicio, es cerrar esas tiendas en el centro y “degradar la zona urbana, dejando una ciudad vacía con los locales desocupados”.
“Cuando hablo de industria no estoy hablando de fabricación pura y dura”, aclara el sindicalista . “Para mi es industria todo el entorno de auxiliares en el segmento de la I+D o consultoras. A modo de ejemplo, opina que el Polo Biotecnológico le parece una idea “muy interesante”, aunque “estaría bien traerse una gran fábrica farmacéutica”, en un momento donde en Europa hay serias carencias de determinados medicamentos, “porque casi todos vienen de Asia”. “Igual hay que plantearse atraer a un gran inversor industrial que actúe como tractor que mueva actividad industrial en la comarca. Y polígono hay”, zanja.
23,74% peso de la industria en el área de Vigo, a la cabeza de Galicia y por encima del objetivo recomendado por Bruselas, impulsado por el naval y el sector del motor. Le sigue de cerca Ferrolterra, con un 22,8%, mientras que en el Barbanza, gracias a las conserveras, tiene un 20,6 %.
Santiago, recuerda Mendez, “tiene un valor añadido muy alto” con respecto al conocimiento en el sector biotecnológico y farmacéutico que es reconocido a nivel mundial y es una localidad “con una buena calidad de vida”. El polo biotech, opina, es un punto de partida. La otra pata para impulsar el desarrollo de la actividad pasaría por conseguir “no sólo tener al personal investigador trabajando aquí, sino también la fábrica, que permitiría asimismo dar empleo a otros perfiles profesionales”. “La actual apuesta por la biotecnología es una manera de cambiar esas bajas cifras de industrialización”, concuerda el presidente del Club Financiero, pues Santiago cuenta con el conocimiento que aportan los investigadores de la USC y con la conexión con las empresas para generar valor añadido. “Las cosas se están haciendo bien, aunque todo lleva su tiempo y nada surge de la noche a la mañana”, indica.
Francisco Méndez, Políticas industriales CCOO
“Hay que dejar de llenar los polígonos industriales de actividad comercial. Eso solo consigue degradar la zona urbana”.
Roberto Pereira, Presidente Club financiero
“La burocracia mató más de un proyecto por permisos que tardaron hasta dos años. Eso tiene que resolverse”
Méndez abunda en que Compostela y su área de influencia tienen “un enorme potencial no explotado en la agricultura avanzada, que podría desarrollarse también a través de la biotecnología, con una base territorial enorme infrautilizada, pues la parte urbana supone un porcentaje pequeño del territorio”. “Hay un ingente terreno rural donde se puede desarrollar una agricultura de cercanía asociada a una industria agroalimentaria de calidad, que se podría vincular a la hostelería”, señala. Por último apunta como otra posibilidad de impulasar más la industria al desarrollo de las comunidades energéticas locales, una forma de autoconsumo colectivo en el que los participantes se benefician de la energía que producen con la posibilidad de importantes ahorros. “Hay potencial”, resume.
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