Ley de Bienestar Animal

El presupuesto del refugio de Bando se queda corto para la exigencia de que los gatos lleven microchip

La directora se muestra satisfecha con la ley de Bienestar Animal, pero teme que se rebajen las adopciones ante los nuevos requisitos

Gatos en el refugio de Bando que da servicio a Santiago y a otros nueve ayuntamientos de la comarca / | JESÚS PRIETO

Gatos en el refugio de Bando que da servicio a Santiago y a otros nueve ayuntamientos de la comarca / | JESÚS PRIETO / natalia sequeiro

La nueva Ley de Bienestar Animal, en vigor desde el pasado 29 de septiembre, extiende a los gatos la obligación de llevar un microchip. La medida obligará a buscar más fondos al refugio de animales de Bando, que hasta ahora sólo colocaba estos dispositivos electrónicos a los perros, antes de ser entregados a un nuevo dueño. “Hay que revisar los presupuestos para el año que viene para que se puedan cubrir todos los gastos imprescindibles del refugio. Es algo que tememos que tratar en breve”, explica la directora, Olalla García.

Entre enero y septiembre de este año entraron 373 gatos en las instalaciones de Bando. García indica que la mayor parte de refugios están desbordados porque cada vez llegan más y el número de los que son recuperados por sus familias es testimonial. En lo que va de año tan sólo 16. En el caso de los perros entraron 402, aunque no todos llevaban microchip pese a que es obligatorio, el dispositivo permite devolver muchos animales a sus dueños. “193 perros fueron recuperados”, explica la directora.

La nueva ley extiende a los gatos la obligación de llevar microchip

La nueva ley extiende a los gatos la obligación de llevar microchip / Jesús Prieto

Actualmente sólo hay una veterinaria para atender a todos los animales y a sus múltiples tareas tendrá ahora que sumar la de colocar el microchip a todos los gatos que entren para poder después entregarlos a sus futuros propietarios. Cada microchip le cuesta al refugio unos 15 euros, por lo que sólo por este concepto entre enero y septiembre sumaría casi 5.600 euros de gasto. “Va a suponer sobre todo una inversión de tiempo muy grande porque para todo el volumen de animales que movemos solo tenemos una veterinaria. Ya hay mucho trabajo y ahora tendremos más”, indica García.

El refugio de Bando presta servicio a Santiago y también a los concellos de Teo, Vedra, Boqueixón, Val do Dubra, Touro, Brión, Trazo, Dodro y Padrón. Todos ellos financian parte de su actividad. La capital gallega aportó en 2022 (último ejercicio cerrado) 200.000 euros y el resto de ayuntamientos sumaron 166.424. Cada uno de ellos aporta en base a su población y también al número de animales que envían a Bando. Además, la Fundación recibe aportaciones de sus socios y una parte de los gastos se sufragan con las tasas que pagan las personas que adoptan animales. “Por la adopción de perros cobramos 98 euros. Va incluido el microchip, la estilización, y la desparasitación interna y externa. En el caso de los gatos estamos cobrando 65 euros y van esterilizados, desparasitados interna y externamente y a mayores les hacemos también un test de inmunodeficiencia y leucemia felina que son enfermedades propias de los gatos. Pero no estaba incluido el microchip”, explica Olalla García. En total el refugio contó en 2022 con un presupuesto total de 563.875 euros. Con este dinero, además de pagar al personal, la alimentación de los animales (sólo los perros consumen 100 kilos de pienso al mes) también se sufragan los gastos de mantenimiento e intervenciones en clínicas veterinarias privadas que no es posible asumir dentro de las instalaciones. “Hay cosas que no tenemos ni medios, ni tiempo para hacerlas, como operaciones de traumatología, ecografías, radiografías... Para todo eso tenemos que bajarlos a clínicas veterinarias. Es también un gasto añadido”, apunta la directora del refugio.

Un perro en el refugio de Bando

Un perro en el refugio de Bando / Jesús Prieto

Pese a las dificultades que supone para el refugio la entrada en vigor de la Ley de Bienestar Animal, Olalla García considera que, ante el volumen de animales que les llegan cada año, “está claro que es una ley que es necesario que la gente cumpla”. Con el Gobierno en funciones, algunos de los aspectos más polémicos de la nueva norma aún no han entrado en vigor. Es el caso del seguro de responsabilidad civil obligatorio, que antes sólo se exigía para los perros peligrosos, o el curso para poder ser propietario de una mascota. La directora del refugio de Bando considera importante que la gente sea consciente de lo que supone hacerse cargo de un perro para evitar que lo acaben abandonando. “Ahora mismo hay bastante desinformación y bastante miedo también, pero entiendo que será un curso sencillo, en el que se les haga reflexionar sobre lo que conlleva tener un animal, qué va a pasar en las vacaciones si no lo puedes llevar, qué pasará si se pone enfermo, dónde va a vivir”, explica García. Espera que el curso sea sencillo y sirva para evitar situaciones que desgraciadamente se siguen produciendo, como animales encadenados las 24 horas, o que viven en fincas donde los dueños pasan apenas un momento a la semana o que subsisten encerrados en un balcón. “Se ven auténticas barbaridades”, subraya.

Menos adopciones

En el refugio de Bando temen que ante los nuevos requisitos disminuyan las adopciones. “Me parece que igual hay alguna gente que puede pensar, ahora tengo que hacer un curso, un seguro, pues ya no me complico y no adopto”, lamenta García. De hecho, en las instalaciones de Santiago tienen la impresión de que detrás del aumento en el número de animales que están sufriendo en los últimos meses puede tener algo que ver la entrada en vigor de la nueva ley. “La gente ahora dice tengo un perro sin microchip, pues lo voy a abandonar cuando es obligatorio desde hace 20 años, indica”.

Otra de las novedades de la ley es la prohibición de sacrificar animales en los refugios de animales. En este caso el de Bando no se verá afectado, porque hace años que está práctica está prohibida ya en Galicia, a diferencia de otras comunidades autónomas donde se seguía permitiendo.