Santiago, pionero en España al realizar la primera cirugía percutánea renal a una embarazada

La compleja sintomatología de la paciente llevó a Endourología a una opción de la que solo se conocen 16 casos en el mundo y en la que, según el doctor Fentes, fue clave la experiencia del equipo

El doctor Daniel Pérez Fentes, en el centro, junto a parte del equipo del CHUSque intervino en la operación

El doctor Daniel Pérez Fentes, en el centro, junto a parte del equipo del CHUSque intervino en la operación / Cedida

Koro Martínez

La primera cirugía percutánea renal a una embarazada realizada con éxito en España fue llevada a cabo a mediados del pasado mes de diciembre por profesionales de la Unidad de Endourología del Complexo Hospitalario Universitario de Santiago, lo que la convierten también en pionera a nivel internacional, al tratarse de una técnica muy poco usual y de la que solo se conocen 16 casos en todo el mundo, a los que se hace referencia en siete artículos publicados. 

La paciente, una joven de 21 años de edad perteneciente al área sanitaria de Pontevedra y con 28 semanas de gestación el día de la intervención en el hospital de Conxo, el pasado 12 de diciembre, “se encuentra bien, sin ningún tipo de síntomas, sin sangrados y sin dolores; el niño está perfectamente y, si todo va bien, la paciente tendrá al que será su segundo hijo a finales de febrero”, según explica en una conversación con este periódico el doctor Daniel Pérez Fentes, responsable de la Unidad de Endourología del CHUS, quien señala que fue dada de alta a las 48 horas.

Sobre esta novedosa e inusual operación, destaca que también se diferencia de gran parte de las otras 16 realizadas en que “la mayoría utilizan rayos X para poder controlar la técnica, pero con nuestra experiencia sin usarlos, pudimos intervenir utilizando únicamente la ecografía para guiar el proceso, lo que supone que el feto no recibe ninguna radiación y representa un beneficio adicional a todo lo que evitamos a la joven al extraerle el cálculo”.

En cuanto a los motivos que llevaron a su equipo a apostar por esta opción, asegura que cuando la paciente tenía un mes de embarazo sufrió un cólico renal, una dolencia que “se suele manejar de forma conservadora, con analgesia, pero en este caso le pusieron también un catéter interno para desobstruir el riñón y lo que sucedió, como pasa en muchas embarazadas, es que ese catéter se calcificó de una forma dramática, masiva, bloqueando todo el riñón y el uréter, provocándole sangrados, dolor y muchísimas infecciones, además de la obstrucción del riñón”.

Toda esa sintomatología continua provocaba que la joven estuviera continuamente en el médico, en urgencias, con hospitalizaciones recurrentes, y con “unas infecciones que ponían en riesgo la vida del feto y también de la madre, lógicamente, pero es que además se podía perder el riñón afectado”, según indica.

Insiste en que es una intervención excepcional, que “debe llevarse a cabo en unidades de referencia porque no va a haber muchas a lo largo de nuestra vida, ya que la mayoría de casos se seguirán tratando de forma conservadora, puesto que al valorar el posible riesgo beneficio de la cirugía, normalmente no compensa”. No obstante, y aunque aclara que “yo diría que en el 95% de los casos la actitud va a seguir siendo conservadora, como hemos hecho hasta ahora para proteger a la madre y al feto, en este caso sí compensaba”.

La operación, que duró 106 minutos, se llevó a cabo mediante la técnica de nefrolitotomía percutánea combinada con ureteroscopia, se hizo bajo anestesia general realizando un orificio miniaturizado de 5.33 milímetros en el costado de la paciente, a través del que se introdujo una cámara de 4 mm para poder fragmentar con láser la litiasis que ocupaba la pelvis y los cálculos renales. 

Con una segunda cámara y láser se destruyó el cálculo que tenía a nivel vesical, y se procedió a extraer el catéter que se le había colocado anteriormente. Se comprobó con una cámara flexible introducida desde la uretra que toda la vía urinaria alta estaba indemne y sin ningún resto litiásico.

El riñón quedó, como apunta el responsable de la unidad, “completamente limpio de piedras y sin catéter ni ningún tipo de drenaje”, en una actuación “de algo más de hora y media, tiempo razonable considerando que era la primera vez que se hacía y que al no guiarnos por rayos X sino por ecografía, requiere ir más despacio y ser mucho más preciso, y el tamaño, todo el volumen de cálculo que tenía adherido al catéter para poder extraerlo y dejar todo lo que es el riñón útil y limpio de cálculos”. 

El resultado, una gran satisfacción que les ha permitido “demostrar que se puede plantear algo así y que se puede hacer si es imprescindible porque la paciente lo estaba pasando mal y el riesgo de fallecer ella, el bebé o de perder el riñón era considerable”. Recalca que lo habitual seguirá siendo el “tratamiento conservador, intentar manejarlo con analgesia hasta el parto y una vez el niño esté en buenas condiciones, operar a la madre”, pero destaca la importancia de “poder ofrecer este tipo de intervención como una opción viable y segura como hemos demostrado, siempre que lo realice un equipo con experiencia, como así ha sido, ante un caso tan complejo y que provocaba tanta sintomatología a la paciente, faltando además tanto tiempo para el parto”.  

Un reto para cuya consecución Daniel Pérez Fentes considera fundamentales tres pilares básicos y menciona como primero de ellos la experiencia, ya que “somos un centro de referencia internacional, al que viene a formarse gente de otros países para aprender este tipo de técnicas y de modificaciones que nos sitúan en la vanguardia, como cuando fuimos pioneros en cirugía ambulatoria de litiasis, con pacientes intervenidos sin ingreso hospitalario”.

Otorga asimismo un papel importante a la dotación tecnológica, puesto que “sin la dotación de la que disponemos en el hospital de Conxo para estas operaciones no sería posible acometer este tipo de desafíos”. Y a todo ello se suma el equipo, “del que yo soy la cabeza visible, pero que cuenta con unas urólogas de la unidad de Endourología que son excepcionalmente buenas en su trabajo, y en este caso concreto, al tratarse de una chica embarazada, la coordinación con el servicio de Obstetricia de Santiago para poder ver el mejor momento de intervenir, para poder madurar opciones si se desencadenase un parto prematuro, ya que el niño tendría seis meses y para poder darle alguna opción de viabilidad”. A todo este personal añade el papel del “servicio de Anestesiología del hospital de Conxo, con el que siempre hemos trabajado codo con codo, y con el que además hemos compartido otras iniciativas pioneras”, y el de Enfermería, al que además de explicársele todo lo que iba a ser necesario en la intervención, se les indicó todos los problemas que podrían surgir para tener todo previsto ante cualquier incidencia”.

Remitida la paciente desde el área sanitaria de Pontevedra “con buen criterio al ser nosotros centro de referencia y con toda la experiencia acumulada, en mi caso de más de 1.500 intervenciones”, señala que “aquí hablamos con la madre y le ofrecimos esta posibilidad”.

Un nuevo avance ante el que recuerda cómo “cuando yo era residente se decía que la cirugía percutánea de la que estamos hablando estaba contraindicada en el embarazo, entre otras cosas porque se colocaba al paciente durante la intervención boca abajo, y es algo que con una gestante no puedes hacer porque comprimes el feto, y tampoco se aconsejaba por el uso de los rayos X”.

Inconvenientes que en la capital gallega han conseguido resolver con solvencia porque “nosotros la cirugía la practicamos con el paciente de cúbito supino y sin rayos X, por lo que no nos limita el tener un niño en el abdomen”.