Entrevista | Antonio Murado Pintor

Antonio Murado: “El arte es de las pocas cosas que hacemos, que los animales no”

Uno de los creadores gallegos más internacionales de su generación, expone en Santiago

Afincado en Nueva York desde 1997, muestra su obra más reciente e la galería Trinta

Antonio Murado, pintor, en la galería Trinta, Santiago, ante obras de su nueva exposición.

Antonio Murado, pintor, en la galería Trinta, Santiago, ante obras de su nueva exposición. / Antonio Hernández

El pintor Antonio Murado (Lugo, 1964) acaba de inaugurar en la galería Trinta de Santiago una exposición titulada Exvotos vacantes. Es una muestra basada “en obra reciente”, parte de las razones que le traen de vuelta (temporal) a Galicia desde ese Nueva York donde vive y trabaja. Licenciado en Bellas Artes por la Universidad de Salamanca en 1988, multipremiado y con obra en diversos países, cumple ya 27 años en la ciudad de los grandes rascacielos pero aún valora otras alturas: “La arquitectura de Santiago es impresionante”, dice al preguntarle por Compostela, donde aprecia de forma especial el acto social que corresponde a toda inauguración y esta vez, atendió al EL CORREO GALLEGO antes de hacerla gracias a que Fabiola Barreiro, asistente de la directora de la galería, Asunta Rodríguez, fue a abrirnos para una charla alrededor de su arte, expuesto en el citado local de la Rúa da Virxe da Cerca, 24 (de lunes a viernes: 12:30 h.-14,30 h. y de 17:30 h. a 21 h.; y los sábados y demás horarios, con previa cita : 981 58 46 23).

Cuadros que conectan con Thoreau y Waldo Emerson

“Aquí hay muchas piezas influidas por un estudio que hice sobre los iconos bizantinos y como después eso se reprodujo en la fotografía de moda de grandes maestros como Irving Penn (1917 - 2019). Y hay otra parte de la muestra, unos paisajes que, como los animales, los hice inspirado en el Tonalismo, la primera escuela americana autóctona de pintores, que se formaron en Europa pero que regresaron a América con la idea de representar el país nuevo, no ese regalo de dios que encontraron los primeros, que era como totalmente exagerado, si no, con una conciencia del paso del tiempo, del sufrimiento de la guerra que había ocurrido, y que estaban muy relacionados con el movimiento de Thoreau y Waldo Emerson, de vuelta a la naturaleza porque las ciudades, ya de aquella, en 1886, estaban destrozando el espíritu del hombre en esa época de la revolución industrial… Y de toda esa escuela tonalista que luego derivó en la escuela paisajística del suroeste y la idea de frontera, de ahí vienen todos estos cuadros que expongo con animales, cuadros que tratan de representar el valor simbólico del animal que es, probablemente, uno de los primeros dibujos de la pintura rupestre, aparte de las huellas...”.

Antonio Murado viste botas marrones de caminar sin contar los pasos, pantalón negro, jersey azul marino, uñas cuidadas, reloj de oro y barba cana de quien lleva pintando más de media vida y es considerado uno de los creadores gallegos más internacionales de su generación. Habla despacio. Se explaya con la calma de esas líneas del horizonte que pinta, donde cabe todo menos la prisa.

Ideas a partir de los exvotos mexicanos

“En esta exposición también hay otros cuadros pequeños, con una banda blanca debajo, que son paisajes que creé después de que empezase a mirar unos exvotos mexicanos, que son cuadros que se encargan a gente amateur cuando ocurre algún tipo de cosa o acontecimiento por el que tienes que dar gracias, y tienen todos el mismo esquema: describen la acción, pero luego también lo explican con caligrafía en la parte inferior. Esa idea me gusta mucho pero yo quería dejar ese espacio blanco abierto por si alguna vez tienes que dar gracias por algo, invocar esa idea abstracta de que hay un espacio blanco en tú futuro y en el futuro”, explica Murado evocando las libertades creativas y contemplativas, antes de subrayar la faceta social de las exposiciones y su brindis de charla compartida.

El arte es una manera de juntar a la gente, de intercambiar no solo opiniones sobre lo que se ve y el mundo del arte, si no de participar de algo que une, la capacidad de pensamiento abstracto y de ser subyugado por ideas y por sentimientos que es necesario compartir con los demás... Eso es algo que nos une y es de las pocas cosas que hacemos que los animales no hacen, que son básicamente dos: arte y religión. Muchas de las condiciones que nos hacen admirar el arte son muy similares a las que provocan la fe, es decir, no te pueden decir: ‘Esto es bueno, esto es malo’. Alguien te lo sugiere y lo tienes que creer y ese mecanismo de proyectar tu creencia en algo es muy bonito".