ARTE

Byluka, talento de la Mestre Mateo

Premiado por la escuela compostelana por una escultura titulada 'Reencarnación', que se expone ahora en Portugal, logró antes otro galardón en Badajoz, cerca de su Zafra natal

"Trato de inculcar en mi trabajo los valores referentes a la relación entre lo humano y la naturaleza", explica el artista Luka García

Byluka en el taller de escultura de la Mestre Mateo con una de sus obras

Byluka en el taller de escultura de la Mestre Mateo con una de sus obras / Jesús Prieto

La Escuela de Arte y Superior de Diseño (EASD) Mestre Mateo ha premiado a Byluka, alias de Luka García, por una obra llamada 'Reencarnación'. El joven cumple tres años estudiando escultura en ese centro. Natural de Zafra (Extremadura, donde tiene taller propio), ganó antes el premio Jaba 2023 convocado por el Ayuntamiento de Badajoz y ahora expone la citada pieza galardonada en Compostela en una muestra del Museo Nacional de Portugal Frei Manuel do Cenáculo (Évora). En el taller de su escuela, Byluka recibe a EL CORREO GALLEGO con su profesor de Proyectos, Óscar Aldonza.

“Todo el ámbito histórico del arte es algo que me interesa pero soy un ignorante, tengo mucho que aprender... Mis referentes los he conocido casi todos por redes sociales. En España, por ejemplo, me gusta mucho Fernando Suárez Reguera, un escultor de Madrid cuyas piezas son una inspiración para mí. Y de Londres, hay una artista que se llama Anastassia Zamaraeva, que trabaja con cerámica y tiene un uso muy original del material, sacando la expresividad innata que tiene el barro”, detalla antes de explicar su viaje a Compostela.

“Salí muy desmotivado del instituto, muy descontento, sin ganas de seguir estudiando. Me planteé hacer Bellas Artes y al descubrir la escuela Mestre Mateo y ver que está planteada de un modo muy práctico, vine a hacer la prueba de acceso un verano y me encantó el sitio, la ciudad y los estudios. Desde pequeño he dibujado y he sentido interés por hacer cosas artísticas. No me considero una persona con talento pero sí tengo algo son ganas de aprender y hacer trabajos. Como mis padres trabajan en la naturaleza, hacen deportes al aire libre y fotografía en la naturaleza, siempre he estado rodeado de un ambiente con esos valores en torno a lo natural e inconscientemente, desde pequeño, a través del arte, he tratado de transmitir esos valores referentes a la relación entre lo humano y la naturaleza. Hoy día, ya de una forma intencionada, trato de transmitir eso con una actitud crítica buscando una serie de resultados”, dice quien empezó a esculpir con chatarra por una razón práctica.

‘Reencarnación’, premiada escultura de Byluka / CEDIDA

‘Reencarnación’, premiada escultura de Byluka / CEDIDA / XABI SANMARTÍN

Comencé de pequeño con la chatarra por una cuestión de dinero, al ser algo que está considerado basura o un desecho. Siempre me ha gustado recolectar cosas que encuentro en el campo, cosas abandonadas, para darles un uso e iniciar mi viaje artístico. Eso tiene un elemento muy interesante: al trabajar con basura, el error queda descartado. Si hago una escultura y no me gusta o no me convence, se tira, porque está hecha con basura. Si hubiera empezado con mármol o con materiales mucho más caros, hubiera tenido un resultado totalmente distinto, por ese miedo al fallo, a la pérdida. Y todo eso creo que ha desembocado en una serie de cualidades que trato, de forma intencionada, de resaltar pero que empezaron porque así lo trajo el material. Es un flujo de trabajo muy rápido, muy loco, sin miedo a estar equivocándome o a estar corrigiendo. Si algo no funciona, se quita... es lo que permite la chatarra”, señala Luka.

Byluka, Óscar Aldonza Torres (profesor) y Diego, en el taller

Byluka, Óscar Aldonza Torres (profesor) y Diego, en el taller / Jesús Prieto

La formación reglada de Escultura es de dos años, tres en su caso porque decidió dejar un año más para preparar el proyecto, según cuenta su profesor, Óscar Aldonza. “Trabajamos con 20 rapaces en cada curso y las plazas se cubren todos los años... Todo el mundo tecnológico y del audiovisual, cine, televisión, videojuegos, está ahora cada vez más presente, pero los materiales de toda la vida del escultor clásico, piedra, madera, siguen existiendo, solo que hoy el universo es más amplio. Sí hay un denominador común: el gusto por el contacto con el material. Eso no cambió, aunque sí las referencias estéticas, y en eso se nota mucho el uso de las redes sociales”, cuenta el docente, manchado de polvo, como todas las personas del taller, donde las manos se usan para mucho más que el móvil y en cuya pizarra brilla escrita a tiza una palabra: “Asorey” -el gran escultor nacido en Cambados en 1889 y fallecido en Compostela en 1961, un grande de la escultura del siglo XX-.

La escultura está a medio camino entre el arte y la artesanía. Tenemos perfiles muy diversos de alumnado, el que tiene clarísimas inquietudes artísticas, que sería un tercio, con gente que viene de la facultad de Bellas Artes, o que va de aquí a Bellas Artes; y luego hay otro alumnado al que le gusta aprender a manejar materiales y técnicas”.

Así, aunque Byluka trabaje de forma especial sobre materiales de deshecho, la tendencia actual es otra. “En los últimos años la cerámica es un fenómeno global”, aclara Óscar Aldonza, docente de un Luka al que se le mueven solas las manos. “Su cabeza no para pero le quedan muchas técnicas por aprender”, añade su profesor mientras el alumno sonríe. El futuro se esculpe en equipo.