Opinión | POSDATA

Examen de conciencia

Lo que sucedió y sigue sucediendo con Kate Middleton -y que me perdone ella si me voy por este vericueto- tuvo, dentro de su dramatismo, algo positivo. Los medios de comunicación se atreven a hablar de sí mismos. Ya era hora. Pero no es bastante. Demasiado tímido.

No me dirán ustedes que fue edificante la actitud de muchos de ellos, por no decir casi todos, respecto de si era verdad o no que la ausencia informativa de la princesa tenía motivos ocultos. Hasta hubo quienes lanzaron hipótesis sobre una posible crisis matrimonial. 

No menos atrevidos fueron los titulares en que se criticaba con acritud la “manipulación” de una fotografía de la princesa con sus hijos, como si en los propios medios no fuese una práctica relativamente habitual el “arreglo” de los materiales fotográficos para darle más efectividad mediática.

No diré yo que la familia real británica no tenga hábitos singulares, como los de disponer de “gemelos profesionales” para sus miembros, pagados, claro. Si una presencia pública resulta enojosa, no se hace y ya está, y con ese disimulo, desde luego, tampoco.

Pero una incompresible práctica no justifica otra cuyos motivos son espurios a la deontología profesional del periodismo. Si todo eso acabó como acabó fue, es obvio, porque lo que se ha publicado no estaba contrastado. Y eso, además de poco profesional, si es a sabiendas, también es sucio.

Y hay más casos de practica pseudoperiodística cochina. Habría que incluir en ella prácticamente todo lo que ofrecen unos llamados “programas del corazón”, que emiten casi todos los medios televisivos, y a los que yo preferiría llamar “de la vejiga”, quedándome ahí para no ser más grosero.

Ahora que se dice que la libertad de prensa está siendo atacada desde otras instancias, principalmente políticas -de otras no se habla-, no sería mala cosa que los propios medios de información asumiesen con más decisión una actitud de autodefensa, también de puertas adentro. 

En torno a la política, ya lo hace asiduamente, por ejemplo, por eso lo cito, para agradecérselo, José María Izquierdo, autoridad indiscutible del periodismo español. Pero es labor que requiere más partícipes.

No digo yo, como hay quien hace, que la prensa sea uno más de los “poderes” de la democracia, pero sin ella y sin mácula es más que difícil contemplarla diáfana y sana. Hasta creo yo que la autodefensa de la libertad de prensa es una inexcusable defensa de la democracia. Y no de las menos importantes, desde luego.