Chipperfield: “En los últimos cuarenta años los núcleos urbanos gallegos perdieron identidad”

“Las nuevas economías verdes volverán a poner el énfasis en el medio rural”, afirma el arquitecto, galardonado con el premio Pritzker 2023 // “Jugar con el tráfico es casi un suicidio político para un alcalde”, añade

El arquitecto británico David Chipperfield / fundación ria

El arquitecto británico David Chipperfield / fundación ria / suso souto

Galicia nos cautivó por primera vez hace 30 años por la belleza de su paisaje y su estrecha conexión con el mar y, una vez allí, no tardamos en disfrutar también de su fuerte sentido de comunidad. La forma en que la naturaleza está arraigada en la cultura del pueblo gallego, en su modo de vida y en su propio carácter me causó una profunda impresión”, señala el arquitecto británico David Chipperfield en una entrevista concedida a este diario tras ser recientemente galardonado con el premio Pritzker, el más prestigioso en el ámbito de la arquitectura.

“Recibir este reconocimiento es un gran honor. Es un gran orgullo unirme a los anteriores galardonados, que tanto me han inspirado a lo largo de mi carrera y a la profesión en general. También me da un fuerte estímulo para seguir dirigiendo mi atención no sólo a la esencia de la arquitectura y su significado, sino también a reafirmar el papel que nuestra profesión debe desempeñar para hacer frente a los desafíos existenciales del cambio climático y la desigualdad social, especialmente a través de la Fundación RIA”, explica.

Y es que esta fundación, que él promovió y preside, “a lo largo de los últimos seis años trató de conectar las especificidades de los problemas locales con la planificación territorial y los compromisos a una escala nacional. Este trabajo facilitó el flujo de información entre las distintas escalas de gobernanza, garantizando que se tengan en cuenta y se comprendan las repercusiones de las estrategias y políticas”, dice.

La citada entidad “ha centrado su actividad en tres áreas clave: el fomento de la gestión sostenible del suelo; el apoyo a la planificación territorial y la protección de la identidad local; y el establecimiento de unos procesos rigurosos de planificación y contratación que garanticen la calidad del diseño”, señala.

Entre los proyectos en los que trabaja actualmente la Fundación RIA se encuentran el asesoramiento para la convocatoria de un concurso de arquitectura para la rehabilitación de la finca y el pazo de Lourizán; la supervisión de las obras de regeneración urbana del puerto de Palmeira (Ribeira); la elaboración de dos planes de dinamización para las Aldeas Modelo de Muimenta (Carballeda de Avia) y Trascastro (O Incio); y el Laboratorio Ecosocial do Barbanza, en colaboración con la USC y la Fundación Banco Santander.

Sobre la evolución de la arquitectura y del urbanismo gallego en los últimos 50 años, Chipperfield explica que “uno de los retos a los que se enfrentan todos los pueblos y ciudades es el de controlar la calidad de su desarrollo urbanístico, de forma que se proteja y mejore su propia identidad física y su carácter local. Durante los últimos 40 años, los núcleos urbanos gallegos han sufrido una pérdida de identidad como consecuencia de un crecimiento poco controlado y de la demolición indiscriminada de edificios antiguos”.

“Junto con la mala calidad y la escala poco sensible de las nuevas construcciones, creo que la cuestión que más erosionó la integridad estética y social de tantas poblaciones ha sido la influencia indiscriminada del coche. Esto ha afectado a la calidad del espacio público y a la forma que toman las comunidades”, opina.

Su receta para mejorar nuestra relación con el patrimonio y con el paisaje es que “en ambos casos hay que tener en cuenta el papel que desempeñan en la calidad de vida de la región, ya sea por cuestiones de identidad o como base del paisaje productivo. En Galicia, estas cuestiones están profundamente interconectadas y debemos plantearnos cómo mejorarlas conjuntamente”.

GALICIA VERSUS REINO UNIDO.

El arquitecto observa diferencias sustanciales respecto de la gestión urbanística y patrimonial entre las localidades gallegas y las británicas. “En el Reino Unido perdimos la confianza en el planeamiento urbanístico en los años setenta y, desde entonces, el mercado ha sido el motor de nuestro entorno construido. Las administraciones no disponen de recursos suficientes para contrarrestarlo y las normativas han ido desapareciendo. El beneficio y el crecimiento financiero se consideran una causa que merece la pena perseguir sin que importen sus consecuencias, dejando de lado la atención por las características cívicas, el espacio público y la relación con la naturaleza”, asegura.

“Afortunadamente, la presión de la inversión financiera que encontramos en el Reino Unido no llegó a Galicia del mismo modo, pero la región debe extraer alguna lección de este modelo. Invertir en un buen proceso de planeamiento es fundamental para garantizar que protegemos la calidad de vida de todos”, añade.

Preguntado sobre si en Galicia está cambiando la forma de diseñar las ciudades y las infraestructuras, el arquitecto británico considera que “como arquitectos interesados en el planeamiento, sabemos que nada es posible sin voluntad política. El mundo está lleno de buenas ideas de urbanistas y arquitectos que nunca llegan a hacerse realidad. Siempre es necesaria la iniciativa de la administración”. En ese sentido el arquitecto cree que “jugar con el tráfico es casi un suicidio político para un alcalde, pero realmente es lo único que puede tener un gran impacto en nuestras ciudades. Afortunadamente estamos en un momento en el que por fin todo el mundo entiende esto mucho mejor y comprende también que las ciudades deben centrarse sobre todo en la calidad de vida”.

EDIFICACIONES INACABADAS.

Las crisis económicas dejaron muchas edificaciones inacabadas, con gran impacto, sobre todo, en la costa gallega. Al respecto, afirma que “donde antes la línea de costa era un lugar de conexión entre los núcleos urbanos y el agua, el rápido crecimiento económico y la especulación urbanística han dejado cientos de edificios abandonados o vacíos que debilitan esta relación. El futuro bienestar de las poblaciones debe incluir la recuperación y reutilización de estos edificios, y evitar que se sigan urbanizando las zonas verdes. Debemos evitar el despilfarro de recursos y materiales”.

David Chipperfield apuesta por conservar frente a derribar. “Cada vez que se derriba un edificio histórico se pierde una oportunidad de preservar el carácter del lugar, su identidad y transmitir a las generaciones futuras lo que hemos recibido de las anteriores. Es poco habitual que existan razones convincentes para un derribo, por eso lamento sobre todo la pérdida de la trama de edificios históricos. Nada desperdicia más recursos que derribar un edificio. No tiene sentido, si queremos ser más eficientes e inteligentes a la hora de reciclar estructuras y materiales”, señala.

Para humanizar las ciudades desde la arquitectura, Chipperfield cree que “hace falta un plan de coordinación más claro. No nos podemos centrar únicamente en los valores de un proyecto por sí solo, sino que debemos tener en cuenta cómo funcionan todos los edificios conjuntamente en la configuración de las calles, el espacio público y el entorno de las ciudades. También es vital que más personas participen en la toma de decisiones y en el proceso de diseño. Humanizar no sólo tiene que ver con la calidad del edificio final, sino también con el camino que uno recorre para llegar a él”.

NATURALEZA Y TRADICIONES.

En referencia a las potencialidades del ámbito rural gallego para atraer población y revitalizarlo, asegura que “Galicia tiene una fuerte identidad que se basa en gran medida en su relación con la naturaleza y con unos hábitos tradicionales y razonablemente sostenibles en cuanto a producción de alimentos”.

En esta línea añade que “si bien en los últimos 50 años se produjo una migración del rural y una creciente importancia de las ciudades como generadoras de economía, ahora entendemos que las nuevas economías verdes volverán a poner el énfasis en el medio natural y en el rural. Los recursos naturales de Galicia son su oportunidad. Trabajar con la naturaleza no se limita a los métodos tradicionales de trabajo intensivo de la tierra y el mar. Las industrias tradicionales serán la base de las nuevas”.