Alquileres por las nubes paralizan la emancipación de los gallegos: "He visto cuchitriles por 400 euros al mes"

La alternativa, arrendar una habitación en un piso compartido, también es cada vez más cara: un 52% más que hace ocho años

El alza del alquiler también 'obliga' a compartir vivienda a los trabajadores primerizos

Anuncios de venta de pisos en una agencia inmobiliaria en Barcelona.

Anuncios de venta de pisos en una agencia inmobiliaria en Barcelona. / RICARD CUGAT

Gabriel Fernández Blach

Los alquileres continúan al alza, algo que afecta también a las viviendas compartidas. Arrendar una habitación en Galicia cuesta de media 308 euros al mes, lo que supone un 52% más respecto a 2015 (año en el que el precio medio de las habitaciones gallegas era de 202 euros mensuales). Son datos recogidos en el estudio ‘Viviendas compartidas en España en 2023’, elaborado a partir de los datos registrados en el portal inmobiliario Fotocasa, en base a los arrendamientos de los últimos ocho años. La variación interanual se sitúa en un 8,6%.

Esta opción habitacional suele ser a la que recurren los más jóvenes, sobre todo alumnos de estudios superiores. Pero el auge de los precios también 'obliga' a los trabajadores primerizos a contemplar esta opción para poder vivir fuera del hogar familiar. Diana, una joven de 24 años de la zona de Costa da Morte, es una de esas trabajadoras que piensa en compartir piso por “lo caros que están los alquileres”.

La joven ceense se encuentra a la procura de una vivienda para trasladarse a Santiago, pero cataloga el proceso como “una tarea imposible”. También denuncia los precios que se 'sufren' en la capital: “Si quieres vivir solo en un piso tienes que gastar 400 o 450 euros como mínimo”. Pero esta alza de precios no guarda relación, por lo general, con un aumento de la calidad de la oferta: “He visto cuchitriles por 400 euros”, relata en referencia a la insalubridad de los inmuebles Diana, quien durante su formación universitaria llegó a pagar más de 350 euros al mes por una habitación. Actualmente, su búsqueda de casa para mudarse a Santiago avanza “con calma”, debido a que la mayoría de la oferta disponible le supondría “la mitad de su sueldo o más”.

Mientras esa habitación o apartamento ajustado al presupuesto de Diana no llega, esta joven tiene que recorrer un trayecto de una hora y media en coche para acudir a las reuniones semanales de su trabajo. Una travesía alejada del tiempo que emplean trabajadores como Ainara, una joven originaria de la provincia de Ourense que encontró piso hace poco. Esta becaria relata que “la búsqueda de vivienda en alquiler es una odisea”. Debido al nivel de dificultad tuvo que elegir la periferia de Santiago para poder encontrar algo “medianamente asequible”. Relata que “vivir compartiendo piso se ha vuelto caro y sola aún más”. Las características de las casas no se distinguen por ser “en su mayoría” aptas para “vivir cómodamente”. Ainara afirma que ha visto “pisos con humedades, moho e instalaciones sin renovar desde los años 70”.

Los apartamentos turísticos también influyen en el encarecimiento de los alquileres. A esta joven ourensana no le “facilitaban quedarse durante el verano” en su anterior piso porque lo alquilaban a los turistas y en “una semana cobraban lo que pagaba ella un mes del resto del año”. Esto genera que los jóvenes acudan a vivir a la periferia, por la poca disponibilidad del centro. Y, a su vez, los barrios más alejados experimentan una subida de los precios.

A la problemática de los alquileres hay que sumar la falta de oferta de viviendas. De esta realidad es testigo Daniel Portela, un joven vigués de 24 años afincado en Santiago que comparte casa en la actualidad: “Los pisos disponibles son pocos, caros y con condiciones mejorables”. Asimismo, Daniel explica otra de las dificultades para encontrar piso, sea compartido o no, que es la “viabilidad” de buscar en inmobiliarias: “No se adaptan a nadie, tienen un horario reducido que no es compatible con nada”. El vigués hace un llamamiento a las agencias inmobiliarias para que “faciliten” la visita de inmuebles y la gestión de las rentas mensuales.

A pesar de que la opción de compartir casa es la más factible para los jóvenes, no todos la escogen deliberadamente. Daniel declara que en verano buscaba “vivir solo”, pero el contexto le “obligó” a contemplar otras opciones. Actualmente vive con ”la hermana de una amiga suya” que buscaba compañero. Antes de que encontrase a su compañera de piso, tuvo que enfrentarse a una búsqueda de tres meses para encontrar una opción habitacional.

En muchos casos, el contexto que rodea a la persona que busca donde vivir muestra la “imposibilidad” de componer un hogar unifamiliar. Portela destaca que “la mayoría de sus amigos pagan entre 400 y 450 euros al mes”, algo que cataloga como “carísimo” y que “no aumenta a la par de los salarios”. El factor de “ser joven” no supone una facilidad en este tema, ya que “las inmobiliarias y los caseros” suelen asumir con reticencias arrendar una propiedad a una persona de menos de 29 años.

La situación de la vivienda se refleja en el último informe publicado del Observatorio de Emancipación del Consejo de la Juventud. La tasa media en España de personas entre 16 y 29 años que se independizan se sitúa en el 16,3% en el primer semestre de 2023. En cambio, Galicia se queda en el 15,3%. Las cifras se ubican por debajo de la media europea que está en el 31,9%. A su vez, según recoge el informe, los jóvenes de la comunidad se ven obligados a destinar el 60% de su sueldo, o más, si pretenden tener una vivienda de alquiler.