Caos republicano

Parálisis, dudas y más batalla interna: las claves de la inédita situación en el Congreso de EEUU

El Congreso del país ha quedado paralizado, al menos hasta la semana que viene, agudizando los retos para aprobar legislación vital, especialmente en materia presupuestaria

El edificio del Capitolio de EEUU, este jueves.

El edificio del Capitolio de EEUU, este jueves. / Bloomberg

Idoya Noain

¿Y ahora qué? La pregunta la lanzó desde la bancada republicana el martes una voz femenina justo después de que culminara la rebelión de ocho congresistas ultras contra Kevin McCarthy y, por primera vez en la historia de Estados Unidos, se destituyera a un presidente de la Cámara Baja. Horas después, ese interrogante sigue dominando la conversación política y colocando oscuras nubes sobre la gobernabilidad del país.

El Congreso ha quedado paralizado, literal y figurativamente, al menos hasta la semana que viene, agudizando los retos para conseguir a tiempo aprobar legislación vital para el funcionamiento del país, especialmente en materia presupuestaria, pero también para cuestiones globales como la aprobación de asistencia para Ucrania.

Aunque algunos republicanos empiezan a posicionarse y destacar ya en la carrera para ocupar el puesto de ‘speaker’, al que McCarthy anunció el martes que no volverá a optar, está por ver que logren unificar a un partido que ha expuesto de forma evidente su deriva radical y el peso desmedido de la facción más ultra. Ese ala, íntimamente asociada al populismo y a la figura de Donald Trump, culminó con éxito una rebelión para cuyo triunfo, como se ha demostrado, no tenía un plan.

Estas son cuatro claves de un momento, otro más en Estados Unidos, sin precedentes y en el que las palabra dominantes vuelven a ser caos, incertidumbre, disfuncionalidad e ingobernabilidad.

Parálisis legislativa

Tras la destitución de McCarthy la presidencia la tomó de forma interina Patrick McHenry, el congresista de Carolina del Norte al que el propio McCarthy había señalado como sucesor en caso de una emergencia. Su primera decisión fue dejar en receso la actividad de la Cámara Baja hasta el martes, cuando los aspirantes republicanos a ‘speaker’ presentarán a sus compañeros de filas sus candidaturas, y la idea ahora mismo es celebrar la primera votación el miércoles 11.

Poco después de esa decisión McHenry empezó a acometer lo que se ha interpretado como un acto de venganza contra los demócratas, que respaldaron en bloque la destitución de McCarthy, e instó a dos antiguos líderes, Nancy Pelosi y Steny Hoyer, a desalojar de forma inmediata las oficinas cerca de la cámara principal, que tradicionalmente se dan a los representantes que han ocupado cargos destacados.

Poco más puede hacer McHenry, cuya autoridad según los expertos en el proceso legislativo se limita prácticamente a supervisar la elección del ‘speaker’. Y ahí radica uno de los elementos más graves de esta crisis: un tiempo indeterminado de parálisis legislativa en un momento en que el tiempo apremia.

Después de que el sábado se aprobara in extremis una ley para prorrogar por 45 días un presupuesto para permitir mantener operativo el gobierno (la norma que los ultras rebelados contra McCarthy esgrimieron como motivo final para presentar la moción en su contra), la nueva fecha límite ha quedado fijada en el 17 de noviembre. Y para entonces se deberán aprobar 12 leyes presupuestarias individuales, o conseguir otra ampliación temporal para las cuentas operativas, que además deberán de ser ratificadas por el Senado, de mayoría demócrata.

La parálisis, además, plantea otros riesgos, como recordó Chuck Schumer, líder demócrata en la Cámara Alta: “Si, dios no lo quiera, ocurriera una crisis que demanda acción inmediata, la Cámara de Representantes sería incapaz de responder rápidamente”.

La ayuda a Ucrania, en el limbo

Otra de las consecuencias del vacío en la presidencia de la Cámara Baja y la parálisis es que ha quedado también en el limbo la aprobación de nuevas partidas de ayuda a Ucrania, para las que el presidente Joe Biden ha solicitado 24.000 millones de dólares pero que cada vez cuentan con más rechazo en las filas republicanas.

Ya en el acuerdo para evitar el cierre del gobierno se excluyó la aprobación de 6.000 millones de asistencia que se habían adoptado como compromiso bipartidista en otra propuesta del Senado, aunque Biden asegura que McCarthy se comprometió a que se aprobarían partidas para Kiev en los días dados de prórroga.

Esa luz verde ahora está en duda, especialmente dependiendo de quién sea elegido ‘speaker’, y es una incertidumbre preocupante para la Administración y los aliados de EEUU en el apoyo a Kiev frente a Rusia. Ya la semana pasada el jefe financiero del Pentágono, Michael McCord, advirtió de que los recursos ya apropiados se están agotando. Según una carta que envió al Congreso, quedan 5.400 millones de una bolsa que permite el envío rápido de armas del arsenal estadounidense, equivalente a dos meses de esos envíos. De los 26.000 millones ya autorizados también para reemplazar armas y equipamiento, quedan solo 1.600 millones según McCord. Y el martes desde la OTAN se advirtió que las reservas de municiones están bajo mínimos. “Se ve el fondo del barril”, dijo gráficamente el almirante Rob Bauer, presidente del Comité Militar.

Dudas sobre el relevo

Cuándo volverá la actividad a la Cámara, y lo que suceda después, depende además de quién sea el republicano que logre hacerse con el cargo de ‘speaker’, una carrera donde los nombres de momento más destacados presentan distintos retos para unificar las facciones de la formación y llegar a los 218 votos necesarios (algo para lo que McCarthy necesitó 15 rondas de votación en enero) y distintos caminos de futuro.

Este miércoles confirmaba sus aspiraciones al cargo Jim Jordan, uno de los congresistas que encarna la deriva al extremismo republicano. Jordan votó por mantener a McCarthy en el cargo pero es también una de las voces más radicales en la cámara, ya sea en recortes de gasto, contra la ayuda a Ucrania o por el endurecimiento de políticas de frontera e inmigración. Expresidente del Freedom Caucus del que forman parte los radicales como Gaetz y presidente del Comité Judicial, ha sido uno de los principales impulsores de la campaña que ha puesto en marcha la investigación para tratar de abrir el proceso que busca someter a un ‘impeachment’ a Biden.

Otro de los aspirantes que ya ha declarado sus aspiraciones es Steve Scalise, el segundo republicano más poderoso en la Cámara tras el ‘speaker’, que está en tratamiento de quimioterapia por un cáncer en la sangre. Aunque es un firme conservador, y es superviviente de un tiroteo masivo cometido contra congresistas republicanos por un activista de izquierdas, puede tener apuros para asegurarse el apoyo de los ultras que lo consideran parte del ‘aparato’.

La batalla entre Jordan y Scalise podría volverse turbia. Y además se barajan más nombres, como el de Kevin Hern, que como presidente del Comité de Estudio Republicano ha estado al frente de un grupo que incluye a dos tercios de los conservadores que van desde el espectro del Freedom Caucus al de republicanos más moderados que lograron imponerse en distritos donde ganó Biden. Y aunque algunos apuestan por Tom Emmer, número tres de los republicanos, él parece más interesado en postularse para el puesto que ahora ocupa Scalise.

Aunque hay quien ha sugerido el nombre de Trump (porque el ‘speaker’ no tiene por qué ser un miembro de la Cámara), el propio expresidente, y favorito republicano para 2024, ha apuntado a su posición en las encuestas para esas presidenciales y ha dicho: “mi foco está por completo en eso”. Trump también ha negado en unas declaraciones en Nueva York, donde enfrenta el juicio civil por fraude, haber jugado un papel activo en la destitución de McCarthy.

La minoría y los extremos

Lo sucedido ha demostrado también el poder desmedido de las minorías. Según un análisis de ‘The Washington Post’, los ocho republicanos que votaron contra McCarthy representan solo el 1,8% del país, todos distritos firmemente republicanos y con una población que no es representativa del país. Tienen más incentivo político en el conflicto que en lograr legislación. 

El propio McCarthy, en su rueda de prensa tras su destitución, planteaba: “Si tienes (el apoyo de ) el 94 o el 96% de tu conferencia pero ocho personas pueden aliarse con el otro lado. ¿cómo gobiernas?” Nadie, por ahora, tiene la respuesta y él, en nueve meses, claramente ha fracasado en encontrarla.

Biden, mientras, subrayaba este miércoles en unas declaraciones en la Casa Blanca que "más que nada" se necesita "cambiar el ambiente envenenado en Washington".