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Meloni se moderó

Giorgia Meloni

Giorgia Meloni / David Suárez Martinez

José Manuel Estévez-Saá

José Manuel Estévez-Saá

GIORGIA MELONI ha pasado, de los exabruptos previos a su llegada al Gobierno el 22 de octubre de 2022, a las declaraciones contenidas y los proyectos realistas; muchos de ellos contrarios a los desafiantes preceptos con los que se presentó a las elecciones del pasado 25 de septiembre. Y quizá sea ese tránsito del radicalismo a la moderación, lo que ha propiciado su aceptación durante ya más de cien días de mandato. Lo hemos visto esta semana en las elecciones regionales de Lombardía y Lacio, donde su formación, Hermanos de Italia (FdI), ha cosechado un claro éxito, pese a la baja participación característica del país de La Bota. Ya en septiembre, incluso regiones denominadas rojas, como la Toscana o Emilia-Romaña, mostraron un giro hacia su ideario.

Rectificar es de sabios. Y Meloni ha sabido recular cuando la realidad de su país, o las directrices europeas, así se lo han requerido. Ha pasado del cierre de fronteras y el rechazo frontal a la inmigración, a proponer, como hizo en el Consejo Europeo de este mes, una respuesta conjunta y coordinada con los socios de la Unión. Su euroescepticismo ha dado paso a un concepto de soberanía asentado en el marco de los Tratados europeos (Meloni es presidenta del Partido de los Conservadores y Reformistas Europeos). Frente a la invasión rusa de Ucrania, ha prometido continuar con la ayuda militar a Kiev hasta 2024, incluso con el envío de un sistema de misiles antiaéreos; y ha mostrado su contrariedad por no haber sido invitada a la cena en honor a Zelenski organizada por Macron en París. A nivel económico, sometió el Presupuesto al criterio de Mario Draghi; retiró las ayudas a los carburantes y renunció a la eliminación de los impuestos especiales que había prometido en campaña; aceptó limitar el pago en efectivo; y ha declarado que desear cumplir con el antes criticado rigor presupuestario de Bruselas, y el Mecanismo Europeo de Estabilidad. El acuerdo gasístico alcanzado con Argelia y Libia es un logro para Italia. La bolsa se recupera; y la prima de riesgo sigue cayendo.

Con esta moderación va arrinconando a sus socios de coalición, como la derecha clásica de Fuerza Italia y Silvio Berlusconi, o la ultraderecha de La Liga Norte y Matteo Salvini. Ahora apuesta por un país “único y unido”; alejado de esa Italia dividida de regiones con “autonomía” de progreso que Salvini avalaba. Pero habrá que estar atentos, pues la fluctuación ideológica y los cambios de Gobierno son habituales en la política italiana. Con todo, las improvisaciones del Movimiento 5 Estrellas, el descrédito del Partido Democrático de Enrico Letta, y la fragmentación de las fuerzas progresistas, le allanan el camino; eso sí, a la espera de ver cómo logra mejorar el nivel de vida de los italianos y resolver la precariedad laboral.