{ POLÍTICAS DE BABEL }

Argentina disipa sus dudas

José Manuel Estévez-Saá

José Manuel Estévez-Saá

SERGIO MASSA reconoce que los argentinos han ido “de frustración en frustración”, y pide “disculpas” por ello; pero solicita calma y confianza. Por su parte, Javier Mileiapela al “coraje”, a asumir “riesgos” para “alcanzar la gloria”. Ésos son los binomios sobre los que debe decidir la sociedad argentina en las elecciones presidenciales de hoy: frustración frente a coraje, disculpas frente a riesgos, confianza frente a gloria. Pero esa “gloria” que desea lograr el ultraderechista y populista Milei no será fácil. No lo será por diversos motivos, también de carácter estratégico y electoral. No en vano, el peronista y también populista Massa cuenta con todo el aparato del Estado a su favor (incluso dispuso, como ministro de Economía que es, una partida del 1% del PIB para diversos sectores, incluido el electoral).

A mayores, ha recibido para su campaña todo el músculo de Lula da Silva, quien no dudó en enviarle su propio equipo electoral, el mismo con el que derrotó a Jair Bolsonaro en 2022. Es un sofisticado equipo de expertos que dominan los medios y apelan al miedo de lo que supondría la victoria de Milei. Lo controlan todo: campaña, mensajes, discursos, redes, decorados, debates, etc. Si hay que boicotear las intervenciones de Milei con toses y ruido, se hace. Y si es necesario ridiculizar y parodiar al contrincante, también. Ha sido un dispositivo muy caro, pero Massa se lo ha podido permitir, pues ha jugado con tanto dinero a su favor, que ni ha dudado en rescindir otros contratos de campaña con gurús y consultoras hasta de Cataluña.

Milei cuenta con un presupuesto y un equipo más modesto y caótico. Ni se ha encerrado a preparar los discursos o las puestas en escena, como sí hizo su contrincante. Recibió el apoyo de exlíderes como Rajoy, Mauricio Macri, Felipe Calderón, Iván Duque, o Sebastián Piñera. También el de Mario Vargas Llosa. Pero Massa cuenta con toda la fuerza de Pedro Sánchez, del brasileño Lula da Silva, del mexicano Andrés Manuel López Obrador, de exmandatarios como Pepe Mújica, Zapatero, o Michelle Bachelet, y de la izquierda latinoamericana y europea. Por eso no ha logrado Milei imponerse el 22 de octubre en la primera vuelta, pese a haber ganado las primarias presidenciales del 13 de agosto, cuando el voto y los candidatos estaban más repartidos.

De ahí que le haya costado crecer en intención de voto estas semanas. La privilegiada casta política que en Argentina siempre acompaña a quien está en el Gobierno conforma una estructura férrea, casi inamovible, que se aferra al ‘statu quo’. Por su parte, la sociedad se malacostumbra, se acomoda, se vuelve conformista, y teme cualquier mal paso que haga que las aciagas circunstancias que padecen y sufren puedan ir a peor. No es cuestión de cobardía, sino de miedo a lo desconocido, por malo que sea lo conocido que les rodea.